Nunca dejamos de sorprendernos de la vida

Capítulo XVII Hasta los Mortífagos tienen corazón

— ¡NO LO HARÁS, LUCIUS! Claro que no lo harás.

Nuevamente la maldición quedó inconclusa. El señalado Malfoy miró al inoportuno viejo con rabia y hasta con cierta confusión. ¿Qué podía estar pasando por la cabeza de aquel hombre? ¿Qué podía estar pasando en la cabeza de ambos hombres que se miraban con una potencia que llegaba a quemar a el que los viera? Me quemaba a mi.

— ¿Tu atroz condición de Mortífago te da el valor suficiente cómo para lastimar a tu propio hijo?

— ¡ÉL YA NO ES MI HIJO! — Gritó exasperado mirando ahora a Draco y supe que aunque éste ultimo le regalaba una mueca que reflejaba el más intenso odio estaba herido, muy herido y trataba de ocultarlo.

— Lo es, Lucius y seguirá siéndolo aun cuando tome decisiones que a ti no te agraden por completo. Tu apellido es el suyo y ahora acompaña el nombre de Hermione también. Tu sangre corre por sus venas. Tu corazón Lucius, aunque en este momento no lo quieras, está unido al de tu hijo por un fuerte lazo que ni tu mismo podrás romper — La voz de Dumbledore salía de sus labios con una monumental suavidad que nos tenía a los tres algo maravillados o al menos a mi. El mencionado anciano me miró con cariño y continuó hablando — ¿Acaso, no te gustaría saber cómo serán? Quizás saquen algo de ti, tal vez se parezcan en tu forma de...

— ¡NO! No, nunca.

— ¿No te gustaría saber que sentirás cuando te digan abuelo? ¿No te gustaría ver tus ojos reflejados en los suyos? O aun mejor... ¿No te gustaría contarles todos los cuentos que nunca le contaste a tu propio hijo porque estabas muy ocupado resolviendo los problemas que a tu Amo aquejaban?

Me pareció ver que el rostro del Mortífago había cambiado, tampoco dejaba de ver a Draco con una intensidad que decía algo más, algo más que yo no comprendía.

— Lucius — Dumbledore llamó al hombre y sorprendida vi como éste le prestaba atención — Cuéntame ahora, ¿Qué te hizo Hermione Granger? ¿Crees que merece ser castigada porque hace de tu hijo, día tras día, el hombre más feliz del mundo? ¿La castigarás porque ama tanto a tu hijo que es capaz de dar su vida por la de él? — Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo al notar como los grisáceos ojos del padre de mi esposo me miraban sin expresión aunque algo centelleantes — Ahora explícame, ¿Cuál fue ese gran error que cometió tu hijo? ¿Acaso enamorarse ha sido su error? Me duele reconocer que sé muy bien que cuando tu hijo comenzó a abrigar ese nuevo sentimiento para él dentro de corazón fue hasta ti como primera opción porque siempre te ha querido, apreciado y hasta admirado, fue hasta ti porque confiaba en ti, creyó que podías ayudarle a descifrar que era eso que empezaba a sentir por la chica que tu le enseñaste a ver como un ser inferior, pero también sé que lo lastimaste mucho al tan solo comunicarte que ella era su amiga. Tu también sentiste eso mismo, tu también te enamoraste, por suerte para ti y tu familia fue de una mujer con un linaje de sangre aceptable según los tuyos, pero sabes muy bien que se siente estar enamorado, es como estar poseído hasta manipulado. Cambias sin notarlo, solo por amor y que mejor cambiar para bien.

El Mortífago clavó la mirada en su hijo y noté como una pequeña y brillante sustancia líquida recorría una de sus mejillas.

— Hazlo, Lucius. Tu hijo es bueno, no te tendrá rencor. Él sabe que te equivocaste, pero puedes remediar toda la situación si lo haces desde el fondo de tu corazón — Señaló Albus como si hubiese leído la mente del hombre.

Los cuatro nos mantuvimos en silencio. En un angustioso y expectante silencio.

Lucius se veía indeciso, no dejaba de mirar a su hijo y luego a Albus que tan solo asentía con una sonrisa de apoyo. Dubitativo el padre de mi marido giró hasta quedar frente a él, bajó un poco la cabeza y de su boca salió algo inaudible para todos. El hombre lo notó, así que volvió a intentarlo...