Nunca dejamos de sorprendernos de la vida

Capítulo XVIII La caída del Señor Oscuro

— Padre, cuéntanos, ¿Cómo pasó todo? — Preguntó mi marido ansioso.

Lucius, el cual minutos antes sonreía dejó de hacerlo para recobrar una postura mucho más rígida y seria mientras dejaba que los recuerdos de lo vivido lo invadieran...

FLASH-BACK DE LUCIUS MALFOY

Para mi, Lucius Malfoy, la difícil asignatura de los sentimientos ha sido la única, pienso yo, que no he aprobado, no aun. Es que expresar lo que reprimo dentro de mi pecho conlleva cosas más importantes que la propia dificultad para hablar. Es más profundo que eso, es miedo, miedo a ser lastimado al dejar conocer algo tan intimo, es tal vez, rechazo a no ser creído o peor aun, temor a que lo que deseamos decir no sea correspondido en magnitudes y sentimientos similares.

Pero hoy, hoy reconocí eso que por tantos años me perturbó.

Hoy, justamente hoy, me liberé de una gran peso que día a día creía en mi pecho.

Hoy, hace solo minutos, pedí perdón como nunca antes lo había hecho.

Hoy, abracé a mi hijo como si de aquello dependiera mi vida.

Él era mi vida. Tal vez ese fue mi error siempre, no dejárselo saber. Tal vez el hecho de querer protegerlo más de la cuenta me llevó a transfigurar todo en una educación caótica, pero a estas alturas no tengo razones ni mucho menos ganas para buscar los motivos que me llevaron a ser quien fui, a ser el que muchos odian, a ser uno de los seguidores de aquel-que-no-debe-ser-mencionado.

Lo único que tengo claro es que le debo mucho al viejo loco de Albus Dumbledore. ¿Cómo vino a parar allí, justo en el momento en el que iba a matar a...? ¡¿Por Merlín, cómo siquiera pude pensar en hacer algo así?!

Caminé a toda velocidad por los oscuros pasillos de la casa que ya conocía muy bien, sabía que todos me estaban esperando. Eso era seguro.

Sin duda alguna había cometido muchos errores en mi vida, mayormente con mi hijo Draco, pero a Narcissa también debo pedirle perdón. Espero, en serio, deseo que pueda disculparme por todas las veces que la puse en segundo lugar, ojala aun siga amándome como el primer día, aun como lo hago yo.

¿Perdón? ¿Quién iba a pensar que en algún momento de mi vida mencionaría aquello con tanta intensidad y aun peor, que hablara para mis adentros con tanta angustia sobre lo mismo? Si alguien me hubiera contado lo que hice y lo que estoy apunto de hacer lo hubiese mandado a freír calabazas.

Aunque debo reconocer que si lo que pienso hacer no termina de la mejor manera... moriré con cierta paz. Al menos, Draco, su esposa y mis nietos me habían perdonado y justamente, hacía todo esto por ellos cuatro. Debía aprovechar a plenitud la oportunidad que me daban. No puedo fallarles, aunque eso significara que al terminar todo yacería a 3 metros bajo tierra.

No importa, por mis nietos haría todo.

Finamente llegué a la habitación donde todos los Mortífagos formaban un círculo puestos de pie mientras escuchaban las indicaciones de él, de Voldemort el cual me daba la espalda.

Sintiendo mi presencia giró lo más lento posible, impregnando el ambiente de dramatismos.

— ¡Mi querido Lucius, por fin ya estás aquí! — Anunció con aquella siseante voz que hasta ese momento noté lo repulsiva y asquerosa que me resultaba. Traté con todas mis fuerzas evitar que mi labio superior se alzara mostrando un mohín de desagrado — Pensé que tenías cosas más interesantes e importantes que hacer, antes que responder a mi llamado, al llamado de tu Amo, Lucius — Ahora su voz sonó tristemente terrorífica como si realmente le doliera el solo imaginar lo que había dicho.