Capítulo XXII La despedida: Hogwarts

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_ 4 años después _

Suspiré pasando ambas manos por mi rostro. Realmente estaba comenzando a angustiarme.

La oscuridad que traía la lluviosa noche del 31 de Agosto comenzaba a asomarse por las ventanas de la casa obligándome a encender las luces. Aparte de eso, me acerqué a la chimenea y aticé el fuego tratando así de contrarrestar el frío que sentía. Pero, no lo conseguí.

Me senté en el mueble frente a la chimenea cruzando los brazos a altura del pecho, sin poder apartar la mirada de las flamantes llamas.

Los minutos pasaban y todo seguía igual.

Estiré mis piernas mientras volvía a pasar las manos por mi cara.

Seguían pasando los minutos nada más, las llamas seguían allí intactas.

Comencé a sentir mucho escozor en mis ojos, así que me los restregué con los dedos mientras sentía que la preocupación comenzaba a helarme por dentro con brusquedad hasta hacer mis dientes castañetear. Me levanté del sofá con un profundo suspiro que erizó mi piel. Caminé hacia la chimenea, luego hacia el mueble y nuevamente hacia la chimenea.

Intranquila recorrí el camino que me llevaba hasta mi habitación, sin detenerme fui directo al armario y tomé la primera chaqueta que vi para posteriormente colocármela. Salí y dejé que mis pies anduvieran por el pasillo hasta pararme frente a la puerta del cuarto de mi hijo, toqué dos veces.

— Pasa.

Abrí y lo vi frente al caldero muy concentrado ya que en su ceño divisé una que otra arruga.

— ¿Cuál haces ahora?

— Te hago un poco de pócima alisadora para que la uses mañana, papá me ha dicho que no te queda casi nada.

Una dulce risa salió de mis labios al aun contemplarle desde el marco de la puerta.

— ¿Necesitas ayuda?

— No madre, gracias — Dejó de mirar el caldero para fijar sus grises ojos en mi — ¿Te pasa algo? — Las arrugas en su frente habían aumentado.

— No — Le mentí y él lo sabía.

— ¿Necesitas que te ayude en algo? — Inquirió alborotando sus rubios cabellos sin notarlo. Finalmente, había cedido a la petición de su padre y su abuelo, ahora lo llevaba peinado hacia atrás con un poco de gomina la mayor parte del tiempo.

— No, mi amor — Le susurré con una sonrisa — ¿Cuánto te falta para terminarla?

— 5 minutos calculo — Removió el líquido dentro del caldero.

— Entonces en 5 minutos te veo en el comedor.

— En 10 mejor.

— ¿10?

— Sí, así puedo dejar que se repose unos minutos, guardarla en los embaces y finalmente llevarla a tu cuarto.

Le sonreí aunque no logró verlo porque se había enfrascado, nuevamente, en la poción.

— Perfecto, en 10 minutos entonces — Cerré la puerta, pero tras recordar algo, volví a abrirla — Por cierto, ya tienes todo listo para mañana ¿Cierto?

Asintió en silencio y volví a cerrar la puerta.

Sabía muy bien que estaba nervioso, precisamente, porque mañana era el tan esperado 1ero de Septiembre, su primer día en Hogwarts, además cuando lo estaba le daba por hacer pócimas para regalar en este caso a mi, generalmente las hacia por placer o simplemente, porque nunca las había hecho antes.

Nunca dejamos de sorprendernos de la vida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora