15. Terror subacuático V (81)

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La despertó un pitido. Su primer pensamiento fue preguntarse cuánto llevaba allí... Estaba famélica, no había comido en días, tampoco había podido descansar bien, pero cuando escuchó la voz robótica advirtiendo de algo, se levantó de un salto y fue a buscar refugio.

Tras un par de segundos, comprobó que nada ni nadie la perseguía, de modo que se interesó por su entorno. Estaba rodeada de gruesas estalagmitas y del techo colgaban una miriada de estalactitas, era como estar dentro de la boca de la morena. A su espalda, tras un muro de picachos de roca goteada, había una zona en la que se espaciaban las estalagmitas y hasta había partes donde el terreno se aplanaba. Aunque también había pozas, y cosas esperando agazapadas en esas pozas. Y... ¿había gente? ¿Era posible que, después de días allí abajo, aún quedara gente? ¡¿En qué pensaba Satán?! Pero... no, la voz que había oído era metálica, no era humana... Tal vez hubiera enemigos robóticos rondando por allí para eliminar a los inútiles que ni morían ni llegaban a meta.

Nameless gateó por entre las estalagmitas, siempre agazapada para que los enemigos no la detectaran. Prestó atención también al sonido audible, escuchaba armas... Y escuchaba mandíbulas masticando lo que sería comida. No se paró a pensar si los robots comerían, o si sería comestible para ella; a esas alturas, se comería un jodido tiburón. Crudo. A mordiscos. Vivo. Dio un rodeo, correteando rápidamente hacia el movimiento. Percibió figuras, por su mente no cruzó la idea de que fuera gente de verdad, compañeros. Y si lo eran, ¿qué más daba? Su estómago iba a engullirla a ella.

No tenía más que el cuchillo que le había dado Liss, y no se sentía muy buena cuchillera para usarlo, a saber qué armas tenía aquella... aquellas figuras. Pero lo que sí tenía era la ecolocalización y conocimiento de cómo funcionaba aquella caverna. Hubo un ruido como de gran estalactita cayendo sobre algo orgánico y, después, una de las figuras, la que tenía una bolsa de provisiones, se acercaba de espaldas a una poza en la que se acurrucaba algo tentacular. Nameless tiró algunas piedrecitas al agua para azuzar al monstruo y se alejó un poco cuando éste sacó un apéndice. Pese a estar bien a cubierto, gracias a las plaquitas de las sienes, que ya sentía tan propias como su fría y resbaladiza piel, asistió a cómo el tentáculo arrastraba y sacudía a la figura antropomorfa. Hubo disparos, una estalagmita cercana quedó desmochada, pero finalmente la figura acabó empalada. Nameless zigzagueó sin levantarse más de medio metro del suelo y, como la buena rata que era, rapiñó la comida antes de que el resto de figuras se acercaban y se la llevó a un nicho a salvo.

Engulló las barritas y geles energéticos hasta que dejó de sentir que estaba a punto de morir y al fin se dio el lujo de descansar un minutos. Pero no podía confiarse en un lugar tan hostil, de modo que pasó a reexaminar su escondite. Estaba muy profunda entre las estalagmitas, donde ya no había ni un centímetro de terreno plano. De hecho, tenía que colocarse en posturas extrañas. La espalda le crujió y pudo enroscarse mejor. Allí se sentía a salvo de las miradas y, como no percibía figuras ni antropomórficas ni tentaculares, se dio un par de minutos más de descanso.

Pero tenía que seguir adelante si quería salir de allí algún día. Y si quería más comida, ya que prácticamente lo había engullido todo de una sentada. Nameless bostezó, tal vez con una mandíbula un tanto descolgada, y reptó en paralelo al espacio paralelo. Tras un rato, una estructura le llamó la atención al otro lado de la gruesa cordillera de estalagmitas, por lo que se acercó a echar un vistazo. Pero allí se sentía observada, seguramente por los profesores, que se estarían riendo de una negada como ella, así examinó desde su escondite. Parecía una mesa... con objetos sobre ella... armas, lo más probable era que fueran... armas. Nameless se acercó un poco más, lo más pegada posible al suelo, si se podía llamar así a donde una estalagmita terminaba de bajar y la media decena de alrededor comenzaban a subir. Cuando tuvo vía libre, con la rapidez de la lengua de un camaleón, su mano cogió algo pinchudo, que se llevó de vuelta a lo profundo de la cordillera estalagmítica, donde nadie más se atrevía a ir.

Institute of Evil versus Heroes Academy (IEvsHA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora