Atrás de ti.

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La vista por la sucia ventana era borrosa, los arboles se confundían con personas y los edificios parecían estirarse y desaparecer. El tren avanzaba implacable sobre las vías llenas de nieve, sus dientes tiritaban con tanta fuerza que temía que el otro tripulante en su vagón le escuchara y se volteara a mirarle, sus manos, sus pies, todo temblaba. No podía verlo, pero eso hacía todo peor, sentía como su perseguidor le pisaba los talones.

-Voy a morir, me va a encontrar y me va a matar. -Dijo mientras se abrazaba las rodillas y miraba el piso.

Los saltos del tren le revolvían las entrañas y le estrujaban su corazón, el sudor bailaba en su frente, su mente estaba atascada en ese momento, quería vomitar.

-Lo vi, sí, sí, sí, yo lo vi, el tiro le atravesó el cráneo, sí, sí, sí, yo lo vi, sus sesos volaron.

El pensamiento de comparar esa explosión con una piñata solo ayudó a producir arcadas, sus ojos no miraban nada, pero se movían de un lado a otro, solo había otro tripulante con él, un viejo hombre que estaba en los primeros asientos mientras el sufría en la parte trasera. Su mente estaba trabada, no podía moverse de su posición. "Por favor dios, despiértame de esta pesadilla."

El tren giró bruscamente en una curva, su mano seguía apretándole el pecho, siempre había sido un paranoico, pero ahora sentía unas punzadas en su pecho, quizá le estaba dando un ataque, no podía darle uno allí, si sobrevivía a él encontrarían su mochila y un arma en ella. Trato de regular su respiración, no era su día, no podía morir. 

Finalmente, sus signos corporales se regularon a un punto decente, seguía gravemente alterado, pero ya no sentía pánico, su ritmo cardíaco ahora coincidía con el traqueteo de la gran máquina. Metió su mano en la mochila y sujetó la empuñadura del arma sin sacarla de allí. Entonces cruzaron el túnel que lo llevaría al exterior, al mundo abierto donde todo estaba rodeado de pasto tan verde como los ojos de su madre, un cielo tan azul como el mar de los libros y en su centro una ciudad gigantesca, grandes edificaciones hechas de metal como una gran estación. En un principio se sobresaltó, pero ya estaba en sus cabales, todo estaba bien. Un apagón le hizo que su mente cerrara la boca, se levantó sin pensar de su asiento y entonces la gran frenada le hizo irse de bruces contra el asiento causando que pasará sobre él, cayó contra el duro piso mientras el tren se detenía completamente.

Sentía como las sombras le rodeaban, como sus demonios cobraban forma, todos riéndose del mientras se acercaban lentamente.

- ¡No! -Gritó.

Se reincorporó sin pensarlo y busco su mochila pasándola por debajo de asiento, sacó la pistola y le quitó el seguro mientras apuntaba a la absoluta oscuridad. Los seres se abalanzaron sobre el cómo lobos hambrientos, disparó sin dudar todo el cartucho, las balas rompían las ventanas mientras las chispas creaban breves instantes de luz dejando vislumbrar donde estas impactaban, la recargó y volvió a arremeter contra ellos disparando en todas las direcciones. Ya no los sentía cerca, su respiración entrecortada era lo único que se escucha, él no lo pensó en ese momento, pero no se escuchaba una sola alma en todo el tren.

Camino por el pasillo con el arma sin carga, al llegar a la parte delantera como suponía, el hombre murió, su cuerpo estaba extendido en todo el piso como un muñeco de trapo, sus zapatos sentían la sangre del pobre hombre. Agarró su mochila después de explorar, entonces por primera vez escucho las pisadas de otra persona, él sabía quién era, sabía de memoria el sonido de esos zapatos, ese andar firme pero lento. Debía escapar, sin pensarlo dos veces, se acercó a la ventana y saltó. Sus gruesas botas aplastaron el vidrio, miró a ambos lados y se veían ambos finales del túnel. Comenzó a correr en dirección al paraíso, mientras lo hacía saco otro cartucho y recargo la vieja pistola, luego se acomodó la mochila.

Sentía sus pisadas tan cerca de él que pensó ya estaba perdido, que su destino estaba escrito, pero cuando se volteó se llevó dos sorpresas, ellos estaban aún cerca del tren y una bala le había hecho explotar la rodilla. Cayó sobre su rostro rompiéndose los dientes contra las vías, gruñía mientras escupía sus premolares.

- ¡Pedazos de mierda!

Sujetó con toda su fuerza el arma y disparó en dirección a sus enemigos sin resultado alguno, la oscuridad no estaba a su favor, ellos ya estaban por llegar a él, pero este lo sabía y por eso guardo la última munición, se apuntó a la cabeza recordando todas las horripilantes cosas había hecho en el pasado, a cuantas personas había asesinado solo por más droga y como un estúpido error le hizo caer en esa trampa. Otra bala le reventó la muñeca. Gritó de dolor mientras se arrastraba desesperadamente por encontrar la luz.

-Tuvimos un buen baile amigo mío. - Le dijo uno de los detectives-. Pero esto tenía que acabar en algún momento.

Era claro que él no le entendía ni una sola palabra que salía de su boca, el dolor era agudo, mortal. Volvió a pensar en esa misma tarde, en la ultima vez que fue a su departamento y vio a su hija fallecida allí de pie, era un maniquí idéntico a ella pero no se había percatado de eso, la imagen le atormento hasta lo más profundo de su ser, su instinto fue volarle la cabeza. Todos sus vecinos le escucharon y llamaron a la policía, pero ellos ya estaban por allí. Le habían estudiado bien.

Atrás de ti.Where stories live. Discover now