Domingo en la Mañana

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A Nero, porque quiero que veas los frutos

—Esa camiseta te queda grande—observó Kaito apenas llegó a la cocina en aquella mañana. Yuri paró de hacer los huevos revueltos que tenía y se volvió a él con los ojos entre cerrados.

—Esto—se señaló la camiseta. Le quedaba un poco más abajo que un tercio de su muslo. Dejaba ver solo una pequeña parte de su ropa interior negra—es tu culpa.

—¿Qué tan seguro estas de eso?—sonrió Kaito. El otro rodó sus ojos y volvió a lo propio. Al de ojos azules no le importó mucho esa expresión y se acercó a abrazarle la espalda—Yo no fui el que insistió tanto en venir aquí—pasó su nariz rosándole el cuello suavemente—, ¿verdad?

—Tú tenías que ser más cuidadoso—seguía cocinando, parecía que no le hacía daño alguno el tener a Kaito allí, mimándole el cuello y abrazándole de las caderas—. Tú pudiste haberme quitado la camiseta. Y no digas que no podías. Porque eras perfectamente capaz, idiota.

—Pero este es el idiota que has decidido por novio—Kaito sonrió, feliz—, y este es el idiota con el que pasarás todo tu domingo.

—Claro, como si no tuviese algo que hacer—negó ligeramente.

—Sí, si lo tienes, quedarte conmigo hasta que tu ropa se seque. No voy a dejar que salgas así— y entonces bajó una de sus manos hasta uno de las piernas del otro—. No quiero que nadie más te vea de esta manera.

—¿Vas a hacerme quedar en contra de mi voluntad?—preguntó juguetón—Eso es secuestro, te puedo demandar—Yuri entonces sacó la sartén del fuego y la llevó al mesón. Apagó el fuego esperando alguna respuesta de la mano de Kaito, pero este parecía más empeñado en esperar a que terminara de hacer lo suyo sin quitar la pose posesiva que tenía.

—No puedes demandarme cuando quieres quedarte—estiró sus manos hasta llegar a la del contrario. Este solo cerró los ojos sonriendo.

—No he dicho que quiera hacerlo.

—No, no lo has hecho—buscó su rostro—, pero me parece que eso es lo que piensas—le dio un pequeño beso en la mejilla. Yuri abrió los ojos hasta la mitad.

—Creo que has fallado, tonto—volvió su cara buscando la del otro. Y antes de que tan siquiera pudiese replicar, ya le habían besado en los labios.

Los dos se sumieron en su beso y las caricias a las que aquello conllevaba. No podían evitarlo, o más bien Kaito no podía evitarlo. Le encantaba que Yuri le tocase, que le abrasase sin más, que jugara con su cabello y que lo hiciese sentir querido. Amaba como le decía que era un idiota, porque lo era, no haberse fijado antes en una persona como él era una idiotez tremenda. Porque lo amaba hasta límites absurdos, estaba completamente en sus redes, totalmente absorto en él. Porque sentía que no podría respirar sin él. Se embriagaba en su aroma, se perdía en sus partes. Y no podía estar más gustoso se perderse.

Hizo que las manos de Yuri se dirigiesen a su nuca y las propias a aquellas caderas que tanto quería abrazar y que adoraba. Sintió como el otro le sonreía en medio del beso. También adoraba los besos matutinos en la cocina. No pudo evitar ni bajar su tentación. Le agarró en sus partes traseras. Tampoco se pudo aguatar la tentación de apretarlas suavemente.

—No hagas eso—se había retirado inflando los cachetes ligeramente. Solo para ocultar su sonrojo.

—¿Por qué no? Te gusta que lo haga—unió entonces su frentes. Yuri lo alejó.

—No, no me gusta, y ahora déjame terminar de hacer el desayuno que eso es más importante.

—No quiero desayunar—no lo había soltado, no lo haría nunca—, te quiero a ti.

—Te vas a morir de hambre—rodó los ojos—por muy comestible que me vea, necesitas comida real.

—Tú eres más apetecible que la comida real—Yuri alzó sus cejas.

—Kaito, no, a comer, no quiero cargar con tu cadáver hasta algún cementerio a enterrarte—negó con su tono sarcástico—. Eres muy pesado y no sé qué le diría a tu padre ni a Haruto.

—No tendrás que hacer nada de eso—una pequeña sonrisa de alivio se formó en Yuri—, pero—la mirada de ojos entreabiertos volvió—tienes que prometerme que te quedarás todo el día de hoy con las ropas que tienes.

—¿Y con eso comeremos?—preguntó—Está...—fue interrumpido.

—Y vendrás la próxima semana también—Yuri sonrió.

—Pones demasiadas condiciones para comer.

—Puede ser... pero, si eso me asegura quedarme a tu lado un rato...

—Todo el día...

—Con ello puedo ser feliz—Yuri soltó una risita tonta—. Entonces, ¿te quedas?

El de ojos fucsias besó suavemente los labios del otro.

La pregunta sobraba.


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Este es un mundo hermoso donde he cumplido con las 600 palabras que me exige un Drable, y no las 800 escritas aquí qwq

Bueno, este fic está dedicado a Nero la cual con un hermoso fic (que me mata tambien) me inculcó el amor por esta pareja. Realmente nunca antes había pensado en ella, así que este es mi primer fic de ellos. Los amo quq. Y por favor denle mucho amor a la quinceañera (cumple años hoy pero no los 15 awa tranquilos)

Bueno, me voy al cole, amorsh para ustedes quq

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⏰ Last updated: Oct 31, 2017 ⏰

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