Capítulo XVII - Reencuentro.

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Me recorrió un escalofrío, estaba emocionada. ¿Cuál será la sorpresa? Reí al imaginarme posibles escenarios, Chris es muy loco, pero divertido, se le ocurren unas cosas muy originales.

—Sandra Fallon —escuché detrás de mi. Volteé, era la Srta. Miller.
—Sí, Srta. Miller.
—Necesito que me acompañes a mi oficina, por favor. —No esperó mi respuesta. Caminó hacia su oficina y yo la seguí. Entramos, ella cerró la puerta, se sentó, me ofreció asiento haciendo una señal con la mano y yo le obedecí, durante todo ese proceso ninguna de las dos dijo ni una palabra.
—Dígame, Srta. Miller —le dije.
—Todos en tu salón ya lo hicieron, sólo faltas tú.
—¿Qué cosa? —pregunté.
—El cuento, el de Literatura. La profesora Hamilton tuvo una emergencia y me dejó a cargo.
—Oh, ya, el cuento.
—Sí, ¿lo tienes? —Era corto, cabía en una hoja, la cual había doblado y puesto en mi cuaderno. Abrí el cuaderno a la mitad, saqué la hoja, la desdoblé y se la entregué. Me quedé esperando. Lo leyó completo.
—¿Y bien? ¿Cuál es mi calificación?
—Aún no. Tu historia está muy bien redactada, pero hace falta que me digas en qué te inspiraste.
—Y vuelve la burra al trigo —susurré.
—¿Qué dijiste?
—Que aquí hace mucho frío —mentí. Reí internamente.
—Entonces, Sandra, dime cómo fue que se te ocurrió esa idea.
—Muy fácil, está basada en una película que fui a ver al cine y me gustó. No sabía qué escribir y me acordé de la película.
—¿Y qué película es esa? ¿De qué se trata?
—Es sobre una chica que tiene un vecino, ellos se enamoran siendo jóvenes, luego se van a estudiar y creen que su amor terminó, pero cuando vuelven a la ciudad descubren que aún se aman y son felices por siempre, blah, blah, blah...
—¿Y en qué se parece eso a tu historia?
—Bueno, los protagonistas son vecinos y se aman.
—¿Y de dónde sacaste eso de que él es profesor y ella su alumna? No dijiste que eso estuviera en la película.
—No lo sé, se me ocurrió.
—Tuviste que haberlo sacado de algún lado. Sandra, ¿hay algo que quieras decirme? —Acercó su rostro y sostuvo la mirada.
—Sí, Srta. Miller. Hay algo que quiero decirle.
—Bien, dime.
—Tengo que ir a clases.
—¿Qué? —dijo desconcertada.
—Sí, ya es tarde. Tengo que irme o llegaré tarde.
—Está bien, pero luego hablamos.

Tomé mi cuaderno y salí antes de que pudiera decir otra cosa. Ella estaba tan concentrada tratando de sacarme información que no le prestó atención al timbre que llevaba minutos sonando. —Salvada por la campana —pensé aliviada—. Esta mujer es obstinada, ¿será que sospecha algo, o es que no le caigo muy bien?

Poco después que entré al salón, llegó la profesora Lorena Marshall, nunca me ha gustado demasiado la clase de matemáticas, pero siempre es mejor ver el teorema de pitágoras que darle explicaciones a la Srta. Miller. Siempre hago un dibujo cuando estoy en esta clase, ya podría decirse que es una tradición. El día de hoy he dibujado a un dragoncito bebé con un biberón junto a él, en realidad creo que es una dragoncita porque tiene unas lindas pestañas. Como sea, gracias a que me entretuve con el dibujo, la clase pasó muy rápido. La profesora se fue, no sin antes advertir que habría un examen el lunes, nada que me quite el sueño. Casi todos se fueron, mis amigas se acercaron a mi, como de costumbre. Teníamos una charla, pero fue interrumpida por Helena Peterson que ya llevaba tiempo mirándonos durante toda la clase y ahora se había acercado a nosotras.

—Hola chicas —nos dijo.
—¿Qué quieres, Helena? —preguntó Hayley,
—¿Ahora es turno de que llames zorra a Britney? Déjame decirte que no te lo voy a permit...
—No, Sandie. No es eso. Lo que quería era simplemente decirte, Britney, que lo siento, de verdad, no te merecías que divulgaran eso de ti. Y si en el pasado no nos hemos llevado tan bien, quisiera que todas lo olvidaran y pudiéramos comenzar de nuevo. Así que, si algún día quieres hablar, Britney, puedo escucharte.
—Gr-gracias Helena —le dijo Brit. Se podía notar que no sabía muy bien qué decirle. Era algo incómodo para ella—. Lo tomaré en cuenta. —Helena le sonrió, dio media vuelta y volvió a la mesa del rincón donde estaban sus amigas. Cuando estuvo lo suficientemente lejos, retomamos nuestra conversación.

—Chicas, antes de venir al salón, estaba en la oficina con la psicóloga.
—¿Otra vez? ¿Y qué pasó?
—La Srta. Miller leyó mi cuento y estuvo haciendo preguntas. Creo que no debí haber puesto esa parte del profesor y su alumna.
—Sí, no debiste ponerla —me regañó Hayley.
—Pero, ¿qué le dijiste? —preguntó Brit.
—Nada, porque sonó el timbre y me vine corriendo a clases.
—Ya van dos veces, creo que tienes que pensar rápido en algo, porque como dicen por ahí, a la tercera va la vencida —dijo Hayley.
—Ojalá que no. Pero, luego pienso en eso. Tengo que irme.
—¿Y eso? ¿A dónde?
—Chris y yo nos escribimos, él me dijo que me tenía una sorpresa, luego les cuento.

El estacionamiento estaba cerca de los salones, así que no tardé mucho en llegar. Me detuve cerca del lugar en el que había estado el auto de Chris la última vez, pensé que estaría vacío, pero no fue así, y la mejor parte de todo es que está ocupado por el auto azul de Chris, pero es aún mejor, veo que sale del auto el amor de mi vida, la persona que tanto ansiaba ver. Salgo corriendo a abrazarlo, él me sostiene entre sus brazos por un momento.

—Dirás que soy una loca o algo así, pero te extrañé como no tienes idea —le digo entre besos.
—Si fuera así, tendría que pensar que también estoy loco. Pero ¿sabes qué?
—¿Qué? —pregunto, todavía estoy entre sus brazos.
—Si estoy loco, pero loco por ti. —Me dio el beso más apasionado que me haya dado en el poco tiempo que llevamos juntos.
—Ven, vamos a mi habitación —le digo tomándolo del brazo y arrastrándolo conmigo. Él se deja, solo se detiene para hablarme.
—¡Pero qué pervertida me saliste! —me dice mientras sonríe.
—Recuerda que aquí no podemos hacer nada, no nos pueden ver. —le explico. Llegamos al cuarto, no había nadie allí. Nos sentamos en mi cama.
—Sandie, de verdad te extrañé mucho, aunque no fue tanto tiempo que no te vi.

Me besa tiernamente y luego sube la intensidad, y con ella la temperatura. Ya no estamos sentados, ahora estamos acostados. Él se quita la camisa, cuando va a quitarme la blusa, tocan la puerta varias veces, no sé qué hacer, siguen tocando.

—¿Quién es? —pregunto sobresaltada.
—Soy yo, Jeremy. —Al oír ese nombre, Chris y yo nos quedamos mirando sin saber qué hacer.

*** Hola readers, ¿cómo están? Yo bien 😊
Díganme si les gustó este capítulo..

¿Será que Jeremy descubre a Chris en la habitación de Sandie?
Para enterarte sólo tienes que leer el siguiente capítulo, si aún no lo he subido, ten paciencia, no tardo, esta historia lo vale, te lo aseguro!

Gracias por leerme! No olviden comentar, por favor! Hasta pronto! Los quiero!!! 👽👽👽 ***

Triángulo Amoroso ⚠ Juego Peligroso © No terminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora