Karma

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Él era un guerrero, uno bastante orgulloso pero ahora no era solo su vida, no podía ser tan egoísta con su cachorro, no podía pelear. Ya lo tenía planeado, se entregaría, trataría de colaborar, para que no lo golpearan o mataran, hacer tiempo, tal vez no exigirán mucho. De donde había salido tanta estúpida positividad, estaba en problemas, tenía que salir corriendo, era veloz, si tenía suerte los perdería, este era su territorio después de todo.


Se posiciono lo más lejano de la entrada, esperando el mínimo movimiento, no lo atraparían, era rápido, como un rayo. Entonces pasó por fin, toda su energía ansiosa se liberó cuando por la entrada irrumpieron dos sombras, nada parecidos en apariencia ni olor a un tigre, pero le daba muy igual, salió con el mismo plan en mente.


Logro atravesar las pieles que cubrían la tensa estructura de cuerdas, que mantenían firmes la estructura de la tienda. Una lástima que no pudo ni pensar en correr, afuera lo esperaban más de esas sombras -¡Jimin!- Vio a su hermano, sometido por los inquietantes cambia-formas, que identificaba como rinocerontes y en el centro al doméstico, junto a un lindo omega de León, macho como él. La rabia hirvió en su pecho, no podía haber más de dos omegas machos en un grupo, era una clara amenaza a su estatus y autoridad.


-¿Qué está pasando acá? Todos ustedes intrusos, están violando los acuerdos- El sentimiento de alivio fue brutal al sentir la presencia de Jungkook, quería correr, sentirse estrechado en la seguridad del Alfa, malditas hormonas.


-Jimin- Le sonrió, el doméstico estaba vibrando de felicidad. El omega apenas se dio cuenta que este se había referido con su nombre, era raro oírlo –Voy a seguir tu consejo.


-¿Cuál?- La cautela en su voz, era una clara muestra de que se olía las malas intenciones, algo no estaba bien en la postura del Alfa, bueno en el panorama general.


-Voy a reclamar al omega que para mí es perfecto, tal y como es- Sonaba demasiado dulce, sonrojando al salvaje, no podía estar refiriéndose a él. Jungkook alargo su mano, tratando de tocarlo, como quien lentamente se acerca a un pequeño animalillo herido, con voz suave y movimientos calculados, tratando que confié.


-¿Yo...- "...lo soy?" Podía culpar a las hormonas, o que hace un momento estaba realmente asustado, deseando la compañía de ese amaestrado, por ello no huyó, dejo que le acariciara la abultada mejilla, reconfortándolo. Se lo estaba pidiendo con palabras bonitas, una sonrisa trato de formarse en su rostro, mientras observaba embelesado el cariño en los ojos contrarios.


-Jimin, es una trampa- Grito Taehyung, histérico, aquellos leones domésticos habían perdido la cordura, ahora su hermano en cinta iba a sufrir las consecuencias. No dejaba de sentirse culpable, por querer unirlos, por dejarse llevar y seguir su instinto con el omega Albino.


-¿Qué?- El omega se alejó de su tacto, provocando que el Alfa gruñera, haciendo de su mano un apretado puño, sintiendo la amarga perdida -¿Por qué tienes amarrado a mi hermano? ¿Quiénes son todas estas personas?


-Este es mi grupo, al que vas a pertenecer, ahora eres mío- Jimin quiso burlarse, el doméstico estaba loco.


-Aunque una marca adornara mi cuello, soy libre, no puedes sacarme de mi territorio si no quiero, no puedes obligarme a nada, sería un secuestro y está fuertemente sancionado- Jungkook se carcajeo, estaba empezando a odiar esa reacción, no significaba nada bueno.


-Ahora usas las leyes, que conveniente- Jimin gruño, allí estaba otra vez ese tono –Quise hacerlo por las buenas, diferente a ti, pero supongo que los salvajes solo entienden por las malas- A Jungkook le alcanzaron una especie de artefacto negro, totalmente desconocido para el omega, hasta que lo apunto a él, mostrándole el fondo de lo que parecía un pozo interminable, el cañón de una pistola.


Todo se quedó en silencio, el mirando incrédulo al Alfa, no podía estar amenazándolo cuando el llevaba una cría, suya –Tu...maldito....mil veces maldito....amaestrado- No pudo seguir, las lágrimas partieron su rostro mientras su voz se quebraba, ¿Desde cuándo era tan sensible?


-Mocoso ¿Era necesario hacerlo llorar?- La voz de Yoongi salió con fastidio, no era agradable estar intimidando a nadie, no era un matón, solo quería al estúpido salvaje, al igual que su sobrino, solo estaba tratando de obtener lo que querían, de una forma legal y donde sus parejas no quisieran escapar o separarse, lo cual estaba siendo un verdadero desafío. Quien lo mandaba a querer a alguien que no le correspondía, en vez de enamorarse de ese devoto Alfa que le había insistido desde la universidad hasta el día de hoy, simplemente que molestos e injustos eran los sentimientos.


-Ya me siento lo suficientemente mal- Gruño por lo bajo –No está mal tener un poco de tu mismo trato.


-¿Por qué haces esto?- Hablo como pudo, muerto del miedo, como cualquiera que estuviera siendo apuntado con un arma de fuego, una táctica de cobardes.


-Oh, se invirtieron los papeles, espera y recuerdo tus palabras...Oh, sí, no lo hago por gusto, tu mejor que nadie debe saber que las faltas deben ser castigadas, mataste a mi pareja, me humillaste, me secuestraste, me mentiste, abusaste de mí, como puedo dejarte ir tan campante, ¿para que te rías con las demás omegas de mí y como me utilizaste como quisiste? No puedo permitir eso, legalmente te convertiré en mi prisionero, debes pagar tu condena- Sus propias palabras sí que dolieron, no sabía cómo defenderse, estaba en blanco ante la sonrisa de suficiencia del Alfa.


-¿Cuál será mi condena?- Pregunto, aparentemente derrotado, pero nada más alejado, Leonel había ido por ayuda, con la alerta de tigres; cuando llegaran los demás reducirían a nada a esos rinocerontes, solo tenía que esperar.


-Ser una buena pareja, cocinar, cuidar de tu Alfa...- Pero se detuvo abruptamente, pudo escuchar el rugido de batalla a lo lejos, hubiera pasado imperceptible si en el enfrentamiento de ayer no lo hubiera escuchado. Jimin se dio cuenta, maldiciendo, aún estaban muy lejos –Vaya, haciendo tiempo, astuto.


-¡Jimin corre!- Grito el salvaje de su tío, logrando la gran hazaña de liberarse lo suficiente para romper la formación alrededor de su omega, quien obviamente aprovecho la mínima brecha, si corría lo suficiente, le daría el tiempo suficiente para ser atrapados por el grupo de Leones.


-Lo siento- Suspiro apuntando al apetitoso muslo del omega, hubiera hecho cualquier cosa para no llegar a esas medidas, pero eso le gustaba de Jimin, ese fuego salvaje. Con su excelente precisión el proyectil dio de lleno, hundiéndose en la suave carne, como aquella flecha que apunto a Sungjung, solo que esto solo era un dardo tranquilizante, que de inmediato detuvo la carrera del salvaje.


Algo le dio, pudo sentirlo, lastimar su piel, ardía, como si algo estuviera entrando, caliente y rápido, en su sangre. Tuvo que detenerse, todo parecía moverse a su alrededor, de formar erráticas y confusas, como en un sueño, tan mareado que se sintió precipitarse al piso, con el cual nunca impacto, aunque sabía que ya sus piernas no lo sostenían.


Estaba siendo cargado por Jungkook, llevado a un lugar lejano a su territorio, justo cuando su grupo lo necesitaba, junto a Tae, dejando a Nam solo y lo peor, su hermano pensarían que fueron los tigres, robándole la única oportunidad de que supieran que pasó con él y tal vez creando otra guerra, todo por sus errores y acciones impulsivas.


CONTINUARÁ

El Rugido Salvaje[1] /Kookmin (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora