Sigue creyendo que me gustas
Ya debía ser la una de la tarde cuando terminé de hacer mi trabajo… Pattie me dijo que si me gustaba hacer cosas, como ejercicio, meterme en la piscina que lo hiciera que no había problema, subí, me puse una camisa verde, con un short deportivo verde con rayas blancas y converse, bajé a la cancha de tenis, Justin no estaba en ningún lado, busqué una raqueta y una pelota para ponerme a “jugar” con la pared, recuerdos de mi infancia invadieron mi mente, de chiquita jugaba tenis con mi papá, me hacía una falta horrible, antes las cosas eran mejores, era feliz con mi mamá, mi papá y mi hermano mayor Diego, un hermano que se cansó de la tiranía de Steve y se largó de la casa hacía ya tres años, desde que se fue no tuve noticias de él y los extrañaba muchísimo, yo me pude largar con él, pero me aterraba la idea de dejar a mi mamá sola con ese tipo, intenté muchas veces – todas intento fallido – pero ella decidió seguir con él, amo a mi mamá, pero ella ya es bastante grandecita como para darse cuenta de las cosas y tomar sus propias decisiones.
-¿Me puedo unir al juego pequeña?
Dejé que la pelota cayera, me volteé y vestido todo de negro excepto por sus supras color rojo, estaba Justin allí parado del otro lado de la cancha, quien sabe cuánto tiempo mirándome como el idiota que es.
-Primero me aseguraré, que no quieras vengarte de mí y que sepas jugar.
-¿Vengarme? – Preguntó incrédulo, no me fiaba de él - No, para nada… Se jugar muy bien, yo solía jugar con… - Se quedó callado.
“¿Aún le causaba daño la partida de su padre?” Puse la pelota en juego y el la atajó.
-Oye no tengo raqueta.
-Nada – Separé la palabra – Punto para mí – Sonreí.
Negó con la cabeza. Fue por una raqueta, estuvimos como una hora allí y por supuesto yo iba ganándole.
-No, tú a mí no me vas a joder.
Me eché a reír fuertemente, el negó con la cabeza nuevamente ahora furioso y se quitó la camisa, otra vez me vi envuelta en lo hermoso de su torso, es que me DIOS este chico conseguirá matarme de placer es que si no fuera por mi gran sentido común juraría que sus cuadritos me invitaban a comerlos, rápidamente vi a otro lado pero me di cuenta que le dio a la pelota, ella a su vez atravesó la cancha picó de mi lado y cuando se impulsó me dio en toda la frente tumbándome al suelo, caí boca arriba, la raqueta se me escapó de la mano y lo primero que hice fue llevarme la mano a la frente, me dolía demasiado.
-¡Abril! – Gritó Justin quien llegó en un dos por tres a mi lado y colocó mi cabeza en su pierna - ¿Estas bien?
Asentí, pero el dolor se extendió por toda la cabeza.
-Mierda – Susurré – No había notado lo duro que le dabas.
Se carcajeó, joder no había manera que se mantuviera alejado, ahora tan jodidamente cerca de mí vi sus ojos que ahora eran verdes, no podía quitar mis ojos de los suyos es que ¡Maldita sea! Nunca me había atraído tanto un chico…
-¿Te duele la cabeza? – Preguntó ansioso.
…Pero aún era lo bastante orgullosa, egocéntrica y todavía me caía mal así que: ¿de que valía que me gustara tanto si seguía siendo la misma egoísta de siempre? Además las chicas como yo no somos tan fáciles.
-No.
Me incorporé y luego me paré, pero cuando avancé un poco me mareé y vi de repente todo negro.
Narra Justin:
Abril de repente se cayó hacia atrás suerte que ya me había levantado, al verla a la cara me percaté de que tenía los ojos cerrados y tenía el cuerpo flojo.
-Abril – Le toqué la cara – Abril.
Como era de esperarse no me contestó, la cargué poniendo mi brazo derecho debajo de sus hombros y el otro por debajo de las rodillas… Ella era malditamente sexy, es que hasta desmayada me excitaba, la veía tan vulnerable y me encantó una vez más, esta chica me gustaba en exceso ¿y, cómo no? Ha estado aquí 3 días y aún no lograba meterla en mi cama, y lo peor de todo era que soñaba con ella hasta despierto, soñaba que la tenía entre mis brazos y gemía de placer al penetrarla, soñaba que gritaba que le diera más… De todas las chicas hermosas y sexys que he conocido, simplemente ninguna tiene comparación con ella, y lo que la hacía más interesante era que no se me lanzaba a mis brazos de una buena vez por todas. La coloqué con mucho cuidado en mi cama, se veía frágil y estaba más blanca de lo normal… Recordé la escena de anoche pude haberla besado para saciar mis ganas pero me conozco, pero me conozco no hubiese parado hasta tenerla desnuda frente a mí, es que con ese pequeño beso que me dio en la punta de la nariz logró que todo diera vueltas, me llevó al delirio, y es que con sus ojos, su cabello y sobre todo su cuerpo tan perfectamente formado te invitaba a hacer cosas indebidas, además ella se vestía con esa ropa tan corta, lástima que hoy llevara esa camisa, aunque se le veía un poco el abdomen. De repente –interrumpiendo las fantasías que se estaban creando poco a poco en mi cabeza – Abril se movió y abrió los ojos poco a poco.
-Au – Se llevó la mano a la cabeza - ¿Qué rayos me pasó?
-Te me desmayaste – Le sonreí.
Ella frunció el ceño pero rápidamente lo relajó e hizo una mueca de dolor.
-Joder, le das duro a esa pelota.
Me reí.
-Quédate ahí mientras te busco algo para la cabeza.
Se quedó tranquila, bajé por el botiquín de primeros auxilios y conseguí una pastilla, luego fui a la nevera por agua. Subí y cuando abrí la puerta ella estaba inclinada hacia mi mesita de noche, vi su trasero bien formado como todo su cuerpo, pero me percaté que se inclinaba agarrando la foto en donde aparecíamos Jazzy, Jaxon y yo…
-¿Qué haces? – Pregunté.
Ella se sobresaltó, soltó la foto, se echó su cabello tan hermoso que tenía atrás y se acomodó mejor en la cama, se hizo un silencio sepulcral y yo terminé por entrar…
-Esos son mis hermanos –Suspiré – Jazzy y Jaxon.
Ella me miró por un momento.
-¿Eres el mayor?
-Sí, yo tengo 21, Jazzy 17 y Jaxon 15.
Ella asintió.
-Toma – Le di la pastilla y el agua.
-Esto no da sueño ¿verdad?
-No ¿Cómo te sientes? – Pregunté algo ansioso.
-Mejor.
Le arqueé las cejas, ella es de ese tipo de chicas que no decía la verdad, para no molestar, para no preocupar o en su caso por orgullo puro. Me volteó los ojos y se tomó la pastilla. Sonó el timbre de la casa.
-¡Demonios! Olvidé que los chicos venían hoy.
Abril se sentó
-Yo abro, es mi trabajo.
Se levantó pero se tambaleó y casi cae pero la agarré.
-Tú te quedas aquí, cuando te sientas mejor de verdad, vas y… - la miré, estaba demasiado provocativa como para que ellos la vieran así – te pones algo más… decente.
-Jodete, yo me pongo lo que a mí me dé la gana – Reclamó molesta.
-Como sea, pero ya sabes.
Volvió a sonar el timbre y yo bajé a abrir.