Tu inocencia [ Cupcest ]

Conocerte, crecer, amarte

Mugman:
Porque el siguiente paso no sólo fue haberte amado, si no haber entregado esa inocencia mía que no pude más conservarlo al entregar mi cuerpo a tus manos y nunca estuve arrepentido porque eres fuiste él indicado.

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Aún recordaban cuantos momentos desde que tenían consciencia del amor que se han tenido lejos de ser un amor fraternal nació aquello que era prohibido para algunos y tachado de pecado.

El único que los apoyaba en su relación fue el abuelo de ambos, pero que en un comienzo al enterarse de la relación de sus nietos no pudo evitar sentirse desconcertado porque nunca en su vida llegó a pensar que formalizarian una relación. Fruto de esa relación el menor tomó una arriesgada decisión que no sólo podría lastimarlo si no hasta poner su vida en peligro.

Esperaba a su hermano mayor como de costumbre apoyado sobre la ventana y observando tranquilamente el exterior de su casa mientras más los minutos pasaban en que no llegaba se podía llegar a sentir preocupado.

—¿Está todo bien, Mugs?— Fue la voz de su abuelo que hizo se saliera de entre sus pensamientos que algo malo habría ocurrido y eso lo presentía. Se giró sólo para asentir al anciano y volvió a fijar su mirada en la ventana para encontrarse que a una corta distancia su hermano estaba de regreso.

—¿Qué haces en la ventana, Mugs? Deberías estar descansando.-— Estos comentarios hacían que inconsciente el menor se deprimiera. No estaba enfermo o era un incapacitado, sólo que está encargando bebés y su hermano podía deducir que estaba más vulnerable que nunca.

—¿Entonces voy a la cama?— Consultó con sus hombros encogidos, el anciano no se atrevía más que observarlos y continuar en lo suyo. El mayor asintió, teniendo en conocimiento el menor más respuesta que aquella regresó a su habitación y se volvió acostar.

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*Flashback*
Un antes y un después antes de que fueran a conocerse tuvieron diferentes experiencias que hicieron  que cambien y miren con otros ojos que la vida no siempre era de color rosa.

El mayor siempre vivió bajo los cuidados de su abuelo desde que sus padres no tuvieron de otra que dejárselo al anciano porque según ellos no eran capaces de darle una digna vida. El anciano educó y cuidó a lo largo de toda su niñez a su nieto hasta que llegó un momento en que la curiosidad del niño lo llevaba hacer ciertas incómodas preguntas.

—¿De d-dónde vienen los bebés, abuelo?—Consultaba el menor con apenas un suave tono de voz y entre balbuceos.

-Verás Cups.. Un día de estos lo sabrás, espera un poco ¿Si?- El menor no se convencía de esperar hasta ese momento, pero lo haría para tener esa repuesta a su duda.

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Pasó un promedio de dos semanas y mientras más el tiempo pasaba no obtenía respuesta a su duda. Algo que si llamó su atención era que el anciano esos últimos días más tiempo estuvo fuera de casa y obviamente se llevaba al menor consigo, pero nunca alcanzaba escuchar sus conversaciones con otros adultos que el menor desconocía.

—¡A-Abuelo!— Exclama el menor llamando al anciano después de que retornaban a casa y estando tomado de su mano.

—No creas que olvidé eso que preguntaste, sobre los bebés.-— Sabía que su nieto no se iba a detener hasta obtener una respuesta y hoy sin duda alguna lo obtendría . En lo que retornaron en casa el menor pudo divisar algo en el suelo al pie de la puerta y con las manos hizo un ademán al anciano, lo había planificado todo y en el momento adecuado.