The switch is now on OFF

Capítulo 1: El Bateador I

Me encontraba algo mareado, pero me levanté a duras penas. Miré a mi alrededor y solo vi oscuridad. Tanteé la pared que tenía detrás mía en busca de algo con lo que iluminar la sala, y mis dedos toparon  con un interruptor. Lo pulsé. El interruptor estaba ahora en ON. Observé la estancia que tenia a mi alrededor. Era una especie de habitación, sin ningún mueble y toda blanca. Tan solo tenía un interruptor, y una puerta. Me dirigí hacia ella, pero antes de abrir el pomo pensé: "¿Y si quizá hubiera algo más allá que no debería ver o saber?" Pero decidí olvidarme rápidamente de ello. Era extraño, pero lo único que recordaba era que por algún motivo que no entendía, debía limpiar de impurezas todas las áreas. De repente reparó en que en una de las esquinas de la sala había un bate. Fuí hacía el y lo cogí. Quizá lo pudiera utilizar de arma. Me miré a mi mismo para descubrir que llevaba el uniforme de bateador. "Bueno, por algo será" pensé. Caminé hacía la puerta y la abrí.

Al otro lado de la puerta  había un enorme pasillo blanco con muchos interruptores. Fue entonces cuando me percaté de la presencia de otra persona. Me coloqué bien la gorra de bateador y levanté un poco el bate con la mano derecha. Me fijé en el hombre que estaba mas o menos a la mitad del pasillo. Era un hombre alto, con el pelo hasta los hombros, los ojos grises y una perturbadora sonrisa en la boca. Iba todo vestido de negro, pero algo en él hacía pensar en un gato.

-¿Quién eres? -pregunté.

-Excelente, mi compañero deportista. Parece ser que te has percatado de mi presencia. ¿Con quién tengo el placer de hablar?

-Con El Bateador. ¿Quién eres? -insistí.

-Quien soy  o quien seré no es algo que importe en estos momentos, Bateador. ¿Qué te trae por este monótono lugar? -el hombre felino me ignoró de nuevo.

-Vengo a purificarlo.

-¿Purificarlo? ¿De que si se puede saber?

-De impurezas.

-Realmente me asombra tu capacidad para expresarte. Espero haberte entendido bien. Me parece un noble propósito, ese que tienes. Quizá te pueda ayudar. Mas allá de aquella puerta se abré ante todos un mundo lleno de cosas. Hay gente que trabaja, y peligros. Te acompañaré, si lo deseas, pero no pelearé junto a ti. De eso te encargarás tú.

-Me parece bien.

-Esta bien, vayamos.-dijo.

El hombre felino comenzó a andar hacia la puerta, y yo le seguí. Al abrirla él se giró y me propuso pasar primero, así que acepté y pasé la puerta.

Ante mis ojos veía un paisaje completamente verde, con montículos de tierra verde conectados por puentes. Por todas partes se veía gente exactamente igual caminar de un lado a otro. Todos tenían la cabeza ligeramente cuadrada, ojeras bajo las cuencas de los ojos negros, y un uniforme con una corbata. El hombre felino se dió cuenta de que los miraba con curiosidad.

-Es el resultado de la vida a la que se han adaptado. Todos hacen exactamente lo mismo, así que todos son iguales. -me aclaró.

-Ah.-dije.

Me acerqué a uno y le pregunté sobre las impurezas. Me dijo que en las minas de plástico habían fantasmas. También me dijo que el plástico era importante y que sin el no habría vida. Yo confuso miré a el chico que me había acompañado hasta alli y asintió con la cabeza, como si me lo estuviera verificando.

-Aquí los elementos más importantes son el plástico líquido, que se obtiene en las minas y es lo que necesitan todos para beber; el metal, el cual se consigue de los cadáveres de las vacas en las granjas de hierro; y, finalmente el azúcar, de los hornos de azúcar.

-¿Y eso?-pregunté.

-El plástico se bebe, el hierro se utiliza para construir, el azúcar es el alimento más importante y... Oh... Me olvidaba de los gases de la fábrica de gas. Eso es lo que respiran aquí.

-Ah.

Comenzamos a caminar hacia donde nos habían dicho, pero antes de llegar un fantasma se cruzó en nuestro camino, como aparecido de la nada. Tras varios minutos conseguí abatirlo con el bate, y nos dirijimos hacía las minas para explorar.