El precio de la vida

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A lo largo de mis 20 años nunca me había preocupado por nadie, no creía  en la palabra amor y tampoco me gustaban muchas cosas especialmente, la mayor parte del tiempo pasaba el tiempo conduciendo a alta velocidad por las pequeñas calles de japón, quizá mi única fuente de emoción y de interés por la vida, era el sentir el aire golpeaba mi cara, quiza algun dia seria capaz de convertirme en el aire. 

Mi nombre es Haruka Tenoh y jamas me e enamorado.

Hasta que la conocí...

Todo empezó con la llegada del otoño, las clases en la universidad se volvían cada vez más pesado y debía recurrir a la biblioteca para terminar un trabajo que originalmente debía tener hecho hace 2 meses atrás, pues aunque no me preocupaba particularmente sabia que debia entregarlo, y en este momento me siento afortunada de haber entrado ahí.

Mientras caminaba por los pasillos y me fundía con el aroma de los libros viejos una extraña melodía comenzó a invadir los estrechos estantes, era sin duda la música de un violín, y aunque la música era algo que me desagrada desde siempre, esta vez me pareció algo sumamente bello, tanto que no pude evitar seguir tan bella melodía, ese fue el primer momento en que la conocí.

Al mirar por el gran ventanal del lado derecho de la biblioteca, me percate de una chica, la chica de una figura bastante esbelta, de una piel algo pálida y cabellos color aquamarine, en sus manos vibraba un pequeño violín de color negro, no puede evitar mirarla completamente embelesada, ella se dio cuenta de mi mirada y dejando de tocar volteo en mi dirección, sus ojos se clavaron en mí y con una sonrisa traviesa me hizo señas para acercarme a ella.

 A partir de ese dia, ella y yo nos volvimos inseparables, amaba esa luz que emitía de ella, pese a lo madura que era me encantaba sus momentos de infantilismo con sus pequeños pucheros, o cuando con cierta coquetería se burlaba de mí haciendo que yo me sonrojara y la voz temblara, pero sin duda lo que comencé a amar en ella, era la libertad con la que vivía, su tenacidad para conseguir sus sueños, Michiru me había confesado su sueño de ser una grande violinista y para lograrlo practicaba diariamente cada que la oportunidad se le presentaba.

Y fue así que un año completo paso, y luego otro, y yo sin saber como o porque, comencé a enamorarme completamente de ella, cada que la miraba no podía evitar sentir mi estómago encogiéndose, no podía evitar reír cuando ella se aferraba a mi brazo cuando caminábamos por las largas exposiciones de algún museo, o cuando tomaba mi mano para señalarme como debía de tocar el piano durante las lecciones que ella me daba, fue gracias a ella que me embargo el deseo de vivir, fue por ella que encontre un sueño por el cual luchar, Michiru siempre decía que me estaba volviendo muy buena tocando el piano y que si continuaba así seríamos un dueto imparable, podríamos viajar juntas por muchos países durante las giras.

Un día decidí confesarle mis sentimientos, y fue así que durante una cena teniendo por vista el mar y la puesta de sol que le dije cómo me sentía, y mis ojos se humedecieron cuando ella con su característica sonrisa pícara me dijera "creí que no lo dirías nunca" para a continuación acercarse a mí y besarme, sus labios suaves contra los míos y mis manos recorriendo su pelo, fue sin duda de los mejores recuerdos que guardo en mi corazón.

Los días juntas eran simplemente perfectos, Michiru le daba sentido a cada una de las horas, por las mañanas hacíamos música juntas, cantando al unísono o bailando graciosamente por los hermosos prados del bosque al que solíamos ir, y cuando la luz se ocultaba no podíamos evitar recorrer nuestros cuerpos, la desnudez de Michiru siempre generaba que mi corazón latiera demasiado deprisa, y cada vez que mis labios recorrían el cuerpo de mi musa la excitación y la dulzura inundaban mi mente y cuando nuestros labios se unían, con nuestras manos recorriendo el resto de nosotras, sentía que la vida era perfecta.

En la eternidadWhere stories live. Discover now