⏩Un agradecimiento especial a mi hermosa y maravillosa NoBeta, que leyó la historia y le dio el visto bueno. Mi amor, eres maravillosa ❤ ⏪
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Mantiene la mirada perdida en la oscuridad del pasillo, el silencio reina casi en su totalidad y el poco ruido que alcanza a escuchar es el de las ramas chocando contra los grandes ventanales que hay en su casa. Con un suspiro deja caer su cabeza como si no tuviera un cuello que la sostenga, una parte de su cuerpo que aún tiene rasguños de un suceso inolvidable que le mantiene despierto más allá de la medianoche. Abre los ojos con dificultad, le pican mientras los párpados le pesan, el deseo de dormir se extiende por cada una de las partes de su cuerpo, pero su mente le niega la posibilidad de descansar cuando recuerda la razón que le mantiene ahí. Una razón que no tarda mucho tiempo en hacerse notar como un timbre insoportable que llena la habitación, un sonido que desde un mes atrás le tortura siempre sonando a la misma hora.
Tres de la mañana.
Siente las lágrimas aglomerarse en sus cansados ojos mientras espera a que el teléfono deje de sonar, o que el ruido despierte a cualquier otra persona que también se encuentre descansando en su hogar. Pero ninguna de las dos cosas ocurre. El teléfono sigue timbrando, la gente sigue durmiendo y por alguna razón el ruido pasa a ser inexistente para todos los demás habitantes de aquella casa. Así que se levanta del suelo, despegando la espalda de la pared e ignorando la sensación punzante de haber estado sentado mucho tiempo en tan incómoda posición, sin mucho ánimo toma el objeto y lo descuelga, llevándolo instantáneamente a su oreja.
— ¿Eres tú, Sun?
Pregunta en un susurro que sus oídos captan como un grito, uno que rápidamente pasa a segundo plano por el desesperante sonido que emite el aparato.
Estática.
Un insoportable sonido que se obliga a escuchar por un largo período de tiempo, probablemente con la esperanza de escuchar algún día a alguien contestándole al otro lado del auricular.
Hace ya veintinueve días que el teléfono suena sin parar durante la madrugada, el tiempo suficiente como para empezar a imaginar que hay una voz oculta entre la estática.
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—No sé de qué hablas Lillie, me encuentro perfectamente bien. —miente mientras se lleva su Malasada a la boca, realmente no tiene hambre, pero le han invitado la comida y esa es razón más que suficiente para darle mordiscos a tan delicioso bocadillo.
—No mientas Hau, solo hay que ver tus ojos para saber que no estás bien —regaña la rubia de ojos verdes señalando las bolsas bajo los ojos del moreno, así que cruza los brazos con las mejillas infladas en señal de un enojo infantil—. Tu abuelo también está preocupado por ti, no es muy difícil darse cuenta.
El originario de Melemele únicamente alzó los hombros e intentó concentrarse tanto en su comida como en la conversación que se encontraba sosteniendo con la rubia, más sin embargo aquello era una tarea difícil cuando empezó a escuchar un pitido horrible en uno de sus oídos, lo suficiente exasperante que estuvo a punto de vomitar su Malasada. Hasta que Lillie llamó su atención una vez más, opacando aquel ruido que prometía volverse su pesadilla de todas las madrugadas.
— ¿Es por él, verdad?
La pregunta lo desorienta y le hace tragar lo que tiene en la boca con un poco de dificultad. Su momentáneo silencio se encarga de responder aquella pregunta sin problema alguno: sí, es por él, una persona que jamás podrá olvidar y mucho menos superar. Hablar sobre ese tema era tocar una fibra sensible —demasiado sensible—, aunque eso no significaba que podía soltar cosas solamente porque no quisiera hablar de un tema.
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El recuerdo de un Réquiem
FanfictionAlgo no está bien, pero es incapaz de decir el "que". Así que no le queda de otra más que continuar con su vida, incapaz de olvidar aquel momento. ⏩Oneshot ⏩Hau & Sun