Era el primer día que tomaría el transporte público, junto a todos los demás estudiantes. Es una verdadera desgracia que sea un colectivo únicamente para nosotros pues es más que seguro que todos me miren extraño cuando suba. Me pregunto si esa sensación de ser observado con repulsión —sólo por ser nueva entre algunos repetidores— se sentirá tan mal como todos dicen.
Lo veo avanzar por la calle a unos metros de la parada en la que me encuentro, suspiro y cuelgo mi mochila sobre mis hombros para luego levantarme con cierta... ansiedad. El gran vehículo se detiene y abre sus puertas dejando ver a un hombre joven de unos 30 años, éste me sonrío y me dedicó un «buen día». Subí los escalones con la frente en alto y le devolví el saludo con voz firme. Mis ojos subieron lentamente hasta detenerse en el pasillo y advertir que—por suerte— no todos me miraban. Tomé asiento en el primer lugar libre, junto con una chica que escuchaba música y dibujaba en un pequeño cuaderno, parece no haberse inmutado de mi presencia.
El colectivo no demoró más de unos diez minutos en llegar a la universidad, me levanté junto con otros estudiantes a la vez y recibí algún que otro empujón de personas que avanzaban con rapidez para bajar de el vehículo. Al bajar, el fresco de la mañana me golpeó de la misma manera que cuando salí de mi casa, un escalofrío me recorrió totalmente. Comencé a caminar hacia la entrada y unos pasos más adelante divisé a Shannon, su larga cabellera castaña era imposible de confundir para mí. Troté un poco hasta llegar a ella, le toqué el hombro y ella se giró con rapidez. En unos de sus ojos había un color morado—negro que trataba de ser oculto con mucha cantidad de base. El corazón se me detuvo.
—Shannon...—ella formó una línea con sus labios mirando el suelo, ¿por qué no me dijo nada? Incluso el día anterior no tenía eso. ¿Qué estaba pasando?—. ¿Qué te ocurrió?—una fina capa brillante se asomó en sus ojos, estaba soportando las lagrimas. Negó con la cabeza y comenzó a caminar con apresuramiento—. ¡Shannon!—grité y algunas personas se giraron hacia mí con confusión. Comencé a correr detrás de mi amiga pero ésta entró a la universidad, traté de seguir su cuerpo entre todos los demás estudiantes pero cuando creí estar cerca, choqué con un cuerpo macizo. Mi corazón comenzó a latir con fuerza por el repentino golpe de los cuerpos. Alcé mis ojos y me encontré con un Alex un tanto desconcertado.
—Venus, ¿te encuentras bien?—preguntó y yo asentí con nervios, tanto que mi cuerpo no podía quedarse quieto, comencé a golpear mi mano contra la pierna—. ¿Fuiste a ver a la madre de Kaden?—indagó de manera rápida, con curiosidad.
—S—sí, pero luego podemos hablarlo necesito encontrar a Shannon—dije tratando de mirar detrás de él.
—¿Shannon? ¿Quién es? Déjalo para después y dime que ocurrió en la casa de Janette—dijo impaciente. Comencé a sentirme mal.
—Pues... Hablamos de Kaden, de su infancia y luego tuve que irme de allí porque llegaba alguien, sólo eso, Alex—puntualicé de manera cortante y él me miró sorprendido por mi forma de responderle—. Hablamos luego.
Y sin esperar a que respondiera comencé a subir las escaleras de la universidad para encontrar a mi amiga, me dirigí a los baños y en silencio entré, de golpe me llenaron los sollozos silenciosos. Cuando supe en que cubículo se encontraba traté de abrir la puerta pero ésta estaba trancada.
—Shannon...—dije con angustia, los sollozos se detuvieron—. Sé que estás ahí, ábreme por favor.
—Déjame sola...—murmuró muy bajo.
—Eres mi amiga, Shannon... No voy a dejarte, lo sabes bien. Insistiré hasta que me hagas caso. Ábreme, por favor—repetí y un silencio se hizo presente, a los segundos la puerta fue abierta, empujé suavemente y me encontré con mi amiga sobre el inodoro, sus ojos rojos de llorar y el maquillaje se había removido por la gran cantidad de lagrimas. El moretón era peor de lo que creía. Corrí hacia ella y la abracé con suavidad, escuché como lloraba, como ya no retenía el dolor y se descargaba. Sus brazos me rodearon con fuerza y comencé a acariciar su cabello para tranquilizarla—. ¿Qué ha pasado...?
—Yo lo amo, Venus... Sé que no quiso hacerme daño—confesó entre sollozos—, mi torpeza tiene la culpa, se molestó porque manché su sudadera favorita y tuvo una mala reacción, pero sólo fue eso... Una mala reacción. Está arrepentido—su voz se entrecortaba cada vez que hablaba y me costaba comprender.
Me separé de ella y tomé su mentón levantando su rostro—. ¿Mike te hizo ésto?—pregunté tratando de calmar la ira dentro de mí. Ella asintió mientras liberaba otras lagrimas—. Ése hijo de puta...
—No quiso hacerlo, Venus, no quiso...—dijo, nos quedamos allí durante minutos, horas, no lo sé, pero ella no dejó de repetir «no quiso» en todo ese tiempo.
Ninguna de las dos asistimos a clase, pero un poco antes de salir me dediqué a hacerla reír, a intentar hacerle sentir mejor. Maquillé su rostro para evitar incidentes con otras personas, seguramente causaría que se sintiera mal nuevamente, Shannon es muy sensible. Escuchamos aquel ruido que da permiso a la salida, tomé de la mano a mi amiga y salimos de allí. Nos mezclamos entre el resto de estudiantes que avanzaban hacia la escalera, descendimos la misma y nos encaminamos a la salida. Aquella brillante cabellera pelirroja se hizo ver entre el resto, Cassandra nos esperaba en la puerta con una expresión cómplice, ella lo sabía todo.
—Gracias por estar con ella, Venus...—me susurró al oído y yo asentí dando a entender que no tuve problema alguno—. Yo la acompañaré a su casa—se adelantó y tomó el brazo de Shannon arrastrándola con ella—, ¡nos vemos!
Levanté mi mano en forma de saludo y observé como se alejaban junto con otras personas alrededor.
Bajé los pocos escalones de la entrada y avancé hacia la acera para ir caminando hasta casa, quizás sería más rápido que tomar el colectivo con otras personas.
Y de repente, lo sentí...
Un brazo se asomó por detrás y tomó mi cuello con velocidad, apretándolo. La angustia me recorrió de pies a cabeza, la fuerza que imponía esa persona era inexplicable. Traté con mis manos de arañarle y zafarme pero era imposible, tan solo deje marcas rojas en su pálida piel.
Pálida piel...
—Tú y yo, debemos hablar...—gruñó en mi oído y el terror me invadió, mi pierna se balanceó hacia atrás con el fin de golpearlo pero un golpe en mi costilla llegó antes, el aire que retenía se fue en segundos.
¿Kaden? ¿de dónde había salido? ¿Por qué actúa de esa forma? ¿Qué mierda le sucede? ¿Por qué nadie me ayuda?
Había estado buscándolo por un día entero y hoy simplemente aparecía de la nada con una actitud totalmente contraria a lo que había visto, estaba comportándose tan violento y mi tráquea comenzó a doler.
—Suéltame—dije con un hilo de voz, necesitaba tomar aire, mi boca se abría como la de un pez fuera del mar que suplica volver. La cantidad de aire que entraba a mis pulmones era mínima. Mis ojos solo podían ver más allá, no podía ver a nadie más, estaban todos detrás de mí—, ¿por qué nadie hace nada?—pregunté forzando mi voz.
Sentí como el aire frío de su boca golpeaba en mi oreja—. Nadie hará nada porque no les interesa, no les interesas tú, sólo creen que te estoy dando un lindo abrazo—murmuró, puntos negros comenzaban a bailar en mi visión y las imágenes se volvían difusas—. Te veré ésta noche, en tu casa, que no se te ocurra huir... Soy capaz de mucho.
Y la presión en mi cuello desapareció, mis manos se apoyaron en mis rodillas y tomé aire con desesperación, llené mis dos órganos de oxígeno hasta que me sentí recompuesta. Me giré aunque sabía que era demasiado tarde para verlo allí, ya no estaba.
Su voz había sonado tan diferente, como si no fuera él quien hablaba.
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POSESIÓN LETAL
Mystery / ThrillerEn la ciudad donde Venus nació y vive, comienza a surgir un extraño temor hacia lo paranormal, las personas se tratan de locas entre sí porque afirman sentir como un insólito ente posee control sobre sus cuerpos. Ella no da mucho interés en los suce...