Los versos más tristes

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Mamoru Chiba, un escritor de cuarenta y cinco años, esperaba sentado detrás del escritorio de una librería.
Las personas que adoraban sus obras, estaban a punto de llegar para la firma de autógrafos.
Un escritor como él, pasó gran parte de su vida escribiendo novelas ligeras, hermosas historias que luego serían convertidas en Animes de éxito. Aunque no eran esas novelas, las que lo habían llevado allí esa tarde. Firmaría autógrafos en su última obra, Memorias. No las de toda su vida, sino las vividas a partir del día que conoció a su esposa; la famosa modelo Usagi Tsukino. Esa rubia de larga cabellera y penetrantes ojos azules que conoció a la salida de un estudio de televisión, mucho tiempo atrás; cuando tan solo contaba con veinte años y comenzaba su carrera como escritor. Él era un prodigio en todo lo que hacía. Un hombre de un atractivo como pocos, con su cabello negro azabache, sus ojos de un oscuro azul y un rostro que enamoraba hasta la más fría de las mujeres, que se cruzara en su camino.
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Ahora, a su edad ya se le notan unas cuantas canas, pero eso, lejos de quitarle atractivo, lo hace más deseable ante los ojos femeninos. Como el vino más añejo, sólo mejora con el pasar de los años.

Las personas comenzaron a entrar y a tomar sus libros, se acercaban hasta él, le pedían su firma y algunas también dedicatorias.

Una bella rubia, un tanto enérgica se acercó y le extendió el libro.

—Espero que sea tan hermoso como todas sus obras—. Le dijo sonriendo.

—Yo también lo espero.

Habló con la seriedad que lo caracterizaba desde hacía ya un tiempo, cuando había dejado de ser feliz.

—¿A quién se lo dedico?

—A mí.

La miró un tanto desconcertado, pero en completa calma, solía ser así, enigmático, pero jamás se comportaba de manera vil.

—¿Y cuál es su nombre?

La despistada rubia puso la mano detrás de su cabeza y río torpemente.

—Minako, Minako Aino.
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El día que conoció a su esposa, fue un día muy divertido. Chocar con ella en la puerta de salida le había causado un gran enojo a la joven rubia; por aquel entonces contaba con dieciocho años y se presentaba a un casting deseando realizar sus sueños.
Él miraba con ternura como aquella rubia le soltaba los más locos insultos. Estaba tan impactado que para callar a la fúrica mujer, lo único que se le ocurrió fue plantarle un beso, en sus carnosos y seductores labios.
El enfado de la rubia fue tal, que él recibió la bofetada más dolorosa de su vida. Deslumbrado por ella, fue detrás. Quería saber más sobre esa hermosa chica, ¿quién era?, ¿que hacía allí?
Pudo observarla de lejos en el casting, en el que se desenvolvió muy bien.
Y ese fue el día, que la vida le daría la oportunidad de cumplir sus sueños a la joven y él la haría conocer, el más puro amor que jamás imaginó.
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—Buenos días, ¿para quién va dirigido?

La morena más hermosa se paró frente a él, mirándolo y sonriendo de una forma que este sintió, que ella deseaba desnudarlo en ese mismo instante.

—Para Rei Hino con amor, ¿si es posible?

Le dio el libro junto con un trozo de papel.

—Claro que sí.

Luego de firmar entregó el libro y el pequeño papel a la morena, quién no dejaba de observarlo con una seductora sonrisa en sus labios.
Enseguida ella soltó el trozo de papel encima del escritorio.

—Eso es para usted, llámeme.

El tomó el papel y lo puso hacía un costado.
La chica tendría aproximadamente veinte años , la edad de su hija menor.
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