Capítulo II: El Joven Aprendiz

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194 Apolios después de la muerte de los paladines, cuando los reyes gobernaban los imperios sin necesidad de un representante, en Driminthar, nació Friss. Su padre Lerris era un herrero no muy importante del pueblo y su madre Aghata era ama de casa, ni su economía ni su nivel social era el mejor. A pesar de tener la misma sangre que el gran Adham III, los sucesores de este no fueron de lo mejor para el imperio, lo que llevó a manchar cada vez más la genealogía. Sin embargo, Friss tenía la valentía, el coraje y la pasión necesarias para ser alguien importante, como su padre, aunque él no tuvo tanta suerte de aprovechar su oportunidad. A los siete años de edad, Friss obtuvo su primera espada forjada en la herrería por su padre. El niño creció y creció, correteando por los dorados campos de trigo, luchando contra rollos de paja con su pequeña espada, junto a su fiel cachorro, Friss lo llamaba Trikky. El joven se educó bajo los buenos cuidados de sus padres, era de los más inteligentes en la pequeña escuela y de los más habilidosos con un arma, cualquiera sea el tipo, pero su timidez lo convertía en alguien solitario. Con 18 años, fue aceptado en la academia de guerra de Sefarad, ubicada en el centro del imperio, por lo que Friss usaba el viejo caballo de su padre para ir y venir. Friss no era de los más amistosos, le costaba mucho hacer amigos y se había acostumbrado a la soledad. Todos sabían que venía de un pueblito y que no tenía tantos recursos económicos como los demás, por lo que se le burlaban y reían, en especial Ronn, el "matón" de la academia.
Pero un día, en la academia los del último año organizaron un torneo de gladiadores, con espadas de madera, escudos y armadura de cuero, luchaban uno contra uno para pasar a la siguiente fase, el que se rendía primero perdía y el ganador del torneo se llevaba 2000 Fhuses. Friss no pudo contener sus ganas de demostrar su habilidad con la espada y, de alguna forma, ganarse algo de respeto en el instituto. Friss sabía que controlaba muy bien su cuerpo para la lucha, pero no poseía una gran musculatura ni mucha fuerza, pero su inteligencia lo hacía destacar en las batallas. En Driminthar habitaba un viejo capitán de guerreros de la antigua legión Driminher, pero sus años ya no le permitían continuar con su labor, y se dedicaba a cultivar y cosechar trigo y espigas en su pequeño campo. Friss no dudó en recurrir al anciano y pedirle clases de batalla.
Acercándose a la puerta de la olvidada casa de madera del viejo, golpeó la puerta.

-Hola, soy Friss... ¿hay alguien?... Hola...
Repentinamente la puerta se abrió sola, y de adentro salía una pequeña luz, luz de una vela, invitando a Friss a entrar.
Allí se encontraba el anciano, hamacándose en su silla con una botella de Frök en la mano, mirando hacia el patio.

-Lárgate de aquí, muchacho. No tienes nada que hacer en mi casa.- dijo el viejo.

-E-e-espere, ne-necesito hablar con usted- respondió Friss, intimidado por la grave voz del hombre.
-Verá, necesito aprender a luchar para un torneo de la escuela, es en solo unas semanas y soy bueno en un mano a mano, solo necesito algunos consejos y un par de clases para mejorar-.

-Hijo, no sabes lo que es pelear- dijo el viejo, levantándose de su silla- lo último que necesito es a un niño agitando una espada de madera en mi patio. Vete ya, y no vuelvas.

Friss no se resignaba y volvió a rogarle- Por favor señor, ¿no podría si quiera darme unos consejos?-.

El hombre se dió media vuelta y miró a Friss, dejando a la vista una larga cicatriz que pasaba por medio de su pómulo hacia su ojo y siguiendo sobre su ceja, y dijo -Oye, nadie ha venido a visitarme en años, ¿y crees que por aparecerte lograrás aprender a luchar en unas semanas? Si de verdad quieres aprender a pelear, debes dejar de molestarme, mis días de guerrero quedaron atrás-.

-Pero usted es el único que sabe pelear en el pueblo, se lo ruego, si gano el torneo haré que dejen de molestarme en la academia y con el dinero que gane ayudaría a mis padres, además de pagarle a usted- respondió Friss.

Las crónicas de FrissDonde viven las historias. Descúbrelo ahora