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 —Se acabó el cigarrillo, como se acabó mi propia vida. Mi última gota de suspiro —dijo la mujer sollozando—. Luego pisó el cigarro con su zapato. Aferró las manos en los muslos y cerró los ojos.

Él sacó su cuchillo y lo rozó apaciblemente por la garganta de la señorita, de izquierda a derecha. Sintió el frío de la hoja de acero. El frío de la muerte. Su piel se erizó.

Respiró profundo, y un movimiento brusco cortó su garganta.

La hermosa mujer se desmoronó por el álgido suelo. Sus ríos de lágrimas se entremezclaban con la sangre.

La parca con sombrero y zapatos negros, limpió la sangre del cuchillo y lo guardó. Ajustó sus guantes de cuero y se encaminó a perderse entre las calles como la neblina se pierde al amanecer.    

    

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La Calle 21: un encuentro con la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora