Tercera parte.

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Las cosas estuvieron un poco incómodas por unos días. ____ se rehusó a hacer contacto visual, y apenas me hablaba en lo más mínimo. Quería disculparme, pero para hacerlo, tendría que haber admitido lo que sucedió. Parecía que ____ sólo quería olvidar.

La noche del viernes, ____ tuvo una cita. Él era un estudiante de segundo año en la universidad, y ella había estado enamorada de él desde que era un estudiante de último año en la preparatoria. Cuando le pidió salir, ella gritó con entusiasmo después de que colgó el teléfono. Durante horas, fué de un lado a otro de la casa preparándose. De nuevo, nuestros padres estaban en camino a su cita nocturna e iba a estar encerrado en casa solo sin nada que hacer. Me enfurruñé pensativo, mis brazos cruzados en mi pecho, mientras la miraba dar brincos por la casa preparándose para su cita.

Nuestros padres se fueron a las ocho en punto, y se suponía que su cita llegaría a las ocho y media. A las nueve y cuarto, él aún no se había presentado, y ____ estaba caminando de un lado a otro de la sala, moviendo las cortinas para mirar fijamente a la calle cada vez que unos faros pasaban por la casa.

—¿Dónde está? —se lamentó, echándole un vistazo al reloj en la repisa de la chimenea.

—¿Por qué no lo llamas? —sugerí.

—¿Qué? ¿Y parecer desesperada? —gruñó—. No puedo hacer eso.

—Sólo dile que estabas preocupada de que le hubiera pasado algo.

—De ninguna manera —respondió.

—Haz lo que quieras —murmuré, apretando rápidamente el botón de encendido en el control remoto para encender la televisión.

Alrededor de las nueve y media, el teléfono sonó.

—Contesta —me ordenó ____.

Puse los ojos en blanco y suspiré, estirando el brazo para tomar el auricular inalámbrico sobre la mesita de café.

—¿Hola? —respondí.

—¿Está ____? —respondió una voz masculina.

—Eso creo —dije, siguiendo el infantil juego de ____—. Déjame ver. ¡____! ¡____!

____ se me quedó viendo por varios segundos, y luego su mano salió disparada hacia mí. Puse el teléfono de golpe en su mano con mala gana.

—¿Hola? —preguntó, tratando de hacer que su voz sonara feliz—. Oh, ¡hola, Mike! No, está bien... Lo comprendo.

Su rostro cayó súbitamente.

—Oh —dijo débilmente—. Ya veo. Está bien. En otra ocasión, claro. Adiós.

Pulsó el botón de colgar del teléfono, y lo dejó caer al piso distraídamente. Se veía aturdida y me di cuenta que sus ojos comenzaron a brillar. Se dejó caer en el sofá y enterró la cara en sus manos.

—Oye —dije suavemente, moviéndome a su lado—. Oye, está bien —la rodeé con mi brazo, ella se giró y enterró su cara en mi hombro, sollozando incontrolablemente—.¿Qué pasó, ____? ¿Qué dijo?

—Dijo que la primera chica a la que le pidió salir, la chica con la que al parecer quería salir en realidad pero que lo rechazó, lo llamó de nuevo y le dijo que después de todo sí podía ir —dijo con voz ronca, su voz amortiguada por mi hombro—. ¡Era su segunda opción!

—¿Qué? —jadeé—. ¡Ese tipo es un imbécil!

____ siguió llorando, sus hombros temblando, apenas capaz de respirar. Sus manos se aferraron a la tela de mi camiseta y la apretaron ferozmente.

—Oye, oye —dije suavemente—. Mira. Este tipo es un idiota. ¡No eres la segunda opción de nadie!

____ sorbió y se limpió los ojos con las manos. Alzó la vista y me miró dócilmente, y pude ver rímel manchando todo alrededor de sus ojos.

—¿En serio? —chilló.

—¡En serio! —dije apasionadamente—. ¡Cualquiera que te viera como una segunda opción es un verdadero estúpido!

En un segundo, sentí sus labios presionados contra los míos. Pegó su cuerpo al mío, y pude probar el sabor a frutas de su brillo labial. Sus brazos se envolvieron alrededor de mi cuello, y me empujó hacia atrás en el sofá, tumbada sobre mí y empujando su lengua en mi boca. No estaba seguro de cómo responder. Una parte de mí quería usar esto como una oportunidad para acostarme con ella, pero la otra parte, la parte que la amaba y se preocupaba por ella como mi hermanastra, quería ponerle fin a todo esto por respeto. Después de todo, acababa de ser plantada de una forma bastante mala. Mi amor por ella ganó.

—____ —jadeé, empujándola—. ¡Oye, detente!

Una lágrima se deslizó por su mejilla y parecía herida.

—Pensé que eso era lo que querías —susurró.

—Lo es, pero yo...

—¡No soy lo suficientemente buena para ti tampoco! —gritó, luchando por ponerse en pie.

—Eso no... —comencé a negarlo, pero ya había huído a su habitación y cerrado la puerta de un portazo.

Caminé por el pasillo y toqué ligeramente en su puerta.

—Vete —gruñó, su voz amortiguada como si estuviera hablando contra su almohada.

—____, háblame —dije en voz alta a través de la puerta.

—¡Dije que te fueras! —gritó de regreso.

Giré la perilla y empujé contra la puerta. No estaba cerrada con seguro. ____ estaba acostada en su cama, su cara contra la almohada. Su corta falda estaba levantada, mostrando su trasero y dándome un vistazo de sus bragas de encaje. Traté de ignorarlas.

—____ —susurré, sentándome a su lado y colocando mi mano en su espalda-. Por favor, háblame.

Sorbió.

—Mira, es sólo que no quise aprovecharme de ti —le dije—. No puedo soportar verte lastimada de este modo.

—Pensé que simplemente no me deseabas —murmuró contra su almohada.

—¡Eso es una locura! ¡Te he deseado por años!

Sorbió de nuevo, y se sentó. Sus hermosos ojos aún brillaban por las lágrimas.

—¿En serio? —preguntó.

—Por supuesto.

—¿Por qué?

—¿Por qué, qué? —le pregunté.

—¿Por qué me has deseado por años?

(Esto se pone interesante asfdhjsj)

Suplicando a mi hermanastra. | EróticaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora