Viernes por la tarde, apenas unas cuantas horas para que Luke llegase y yo no podía salir del baño.
No quiero parecer exagerada, pero estos días me veía más gorda que nunca. La tristeza emanaba de cada centímetro cuadrado de mi cuerpo, tenía ganas de llorar, pero no dejaría caer mi autoestima a una zanja de la que le sería imposible salir. Almenos no otra vez. El miércoles recibí tan sólo un insulto en cuanto a mi físico se refiere, era una reducción inmensa si hablamos de hace apenas un par de semanas, cuando todos esos imbéciles acudían hacia mi con la palabra "foca" sellada en los labios.
Apreté mi cuerpo desnudo con fuerza y clavé las uñas en mi estómago causando en mi ásperas sensaciones y un frío cobijo dentro del alma que me gritaba que ellos tenían razón, que no era más que eso. Una puta gorda, una puta gorda que debería morirse algún día de estos. Apoyé la espalda contra la blanca pared de azulejos y me dejé caer hasta permanecer completamente tirada en el congelado suelo. Acurruqué la cabeza entre mis piernas y dejé que las lágrimas acumuladas saliesen de una vez por todas. No quería pasar el fin de semana con Luke, no quería que viese la mierda de la que estaba formada y sobre todo no quería que dejara de quererme por los kilogramos que sobraban en mi dolorido y cicatrizado cuerpo. Un sonido peculiar despertó mis sentidos y me hizo levantarme de golpe. El teléfono.
Mierda, Luke.
Me envolví en el blanco y suave albornoz que colgaba de la puerta y corrí como alma que lleva el diablo. Descolgué mientras me convencía mentalmente de que no debía llorar al teléfono, y de las palabras que emplearía para explicarle mi situación del sábado, debería buscar una excusa creíble.
-Hola princesa estúpida mia.
Sonreí mientras controlaba mis palabras intentando sonar lo más fuerte posible.
-Hola Lukey.
-¿Sabes cuantas horas quedan para que caigas entre mis brazos?
Las lágrimas se anudaron en mi garganta, permanecí en silencio intentando reaccionar.
-Luke sobre eso.-Logré decir.-No quiero ir.
Un silencio incómodo ahuecó las dos líneas.
-¿Por qué?¿No quieres verme?
-¿Qué? ¡No! Es por mi...-Mi voz se resquebrajó.-No quiero que veas mi físico de mierda.-Tome aire notando que poco a poco iba consumiéndose.-Llevo toda la semana viéndome en el espejo, y si yo no me agrado, dudo que tú lo hagas.
Tras un largo silencio colgó sin decir una sola palabra.
Permanecí con el teléfono pegado a la oreja por unos instantes más y noté como las ganas de morirme aumentaban por momentos. Se había enfadado. Caminé hasta el pasillo y escondí mi cara entre mis débiles brazos notando el ardor de mis ojos. Al fin y al cabo era como debían acabar las cosas, hundidas en su propia agonía. Como siempre me había ocurrido.
El sonido de unos fuertes golpes contra la puerta situada a mi lado me hizo saltar asustada, noté mi corazón queriendo salir atemorizado por mi garganta y los brutales impactos retumbando con fuerza en lo más hondo de mi cerebro.
Cuando estaba a punto de caer inconsciente con un ataque de ansiedad, una voz embriagó mis oídos.
-Alison, ábreme ya.
Abrí y le ví ahí, con el ceño fruncido y un extraño semblante serio. Inspeccioné cada extremo de su cuerpo con la mirada y me sobresalté al ver un martillo amarrado con fuerza en su mano derecha. Instintivamente di un paso atrás imaginándome lo peor. Sabía que había hecho mal confesando tal cosas por teléfono, pero ¿matarme?¿Esa era la solución?
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Visions [ editando por finalización ]
Jugendliteratur· -Ella no existe, Luke. Y por lo que veo, al parecer, yo tampoco. Una adolescente depresiva. Un hombre enfermo. Y un destino incierto. ¿Cómo actuarías, si no pudieses ver lo que otros ojos ven, que tanto dolor le causan? Dos vidas diferentes, con e...