El Sueño perdido

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  Extrañas tierras me rodean ahora. Familiar y fría se hace la escena mientras me muevo por el desolado paisaje, y brotan del follaje figuras sombrías, observando con atención mi presencia, pero no logro sentirme amenazado mientras transcurre todo con fluidez. Parece un buen amigo todo el lugar, al que me lanzo como si hacía tiempo no lo viera, aletargado procedo por las planicies opacas, tonos de gris, negro y un muerto rojo en el aire, me pregunto por primera vez donde puedo estar, pero en mi letargo la duda se esfuma cuando la veo, colosal y en la distancia una negra montaña que me llama con voz de viento. Debo seguir mi camino. Los secretos se que esconde en forma de respuesta son lo que me mueve, como poseído mis pies descalzos aplastan la hierva bajo ellos y no puedo evitarlo, sin asomo de razón sonrío al llegar al borde de un abismo. ¿Cuanto he caminado desde que comenzó este relato? Probablemente horas, quizá días... ¿o fueron dos o tres pasos? Realmente no importa, porque lo veo. La bruma se disipó justo a tiempo para que no cayera y lo que descubro me deja sin aliento, sus cadáveres apilados y regados, como flores en una viva pradera, no sé lo que nada de esto significa, pero sé lo que siento en el pecho, sé que lo que asoma de mi rostro tiene nombre... Es alivio... Alivio por toparme con la masacre, pues mi alma la reconoce, y por más que me esfuerzo en interrogarla por un nombre no lo suelta, pero me siento en casa.

Ya abajo... No sé realmente cómo he llegado, quizá salté, quizá resbalé por las laderas que rodeaban el campo de batalla, pero no es eso a lo que le doy importancia... Todos ellos a mi alrededor, caídos por las lanzas, de alguna forma todos me sonríen desde sus cuerpos sin vida, me dan la bienvenida, como aquel al que le faltó perecer, todos son mis hermanos... La montaña se hace cercana ahora, el helado pico que antes era una sombra... Sé que tienes mis respuestas, sé que me llamas a reclamarlas, lo deseo, lo deseo con fuerza... Todos en este lugar saben lo que está pasando, las sombras que me siguen entre los cuerpos y no quieren revelarse, los soldados de esta batalla, en su pacífico y grotesco reposo, todos me conocen, y todos me cuentan mi papel en silencio, pues actúo para ellos, pero no los entiendo, sólo mi espíritu enigmático como todos los sentimientos les entienden, pero no desesperen, en el monte gélido encontraré la manera de responder sus cálidos gestos.

Me sobrecoge por primera vez la sensación del desconocimiento, mientras reposo un poco... Y puedo notar como mis compañeros del camino saben que lo que pienso... Los espectadores oscuros finalmente dan un paso adelante en mi hasta ahora solitario viaje. Su cabeza asoma por detrás de una pila de soldados y me sobrecoge un poco su apariencia, dando paso veloz a la lástima... Pobres criaturas son mis guardianes... Su piel negra como carbón... Y yo creyendo que la sombra los ocultaba, ciegos pues carecían por completo de visión, con sus aspectos de animales que no reconocía, en cuatro patas se movían, pero hablaban en mis maneras o quizá yo entendía las suyas, nunca quedó claro... El más pequeño se acercó e hizo el primer contacto.

- ¿Estás perdido?- dijo con voz dulce y limpia, babeando lo que parecía brea negra de lo que por su movimiento parecía su boca.

- No. - Le dije tranquilamente mientras le invitaba a acercarse- Pero no lo comprendo... Todo me es tan familiar, todos son tan cálidos...

-Porque todos te amamos. -Interrumpió el pequeño, mientras apoyaba la huesuda cabeza en mi regazo y yo lo acariciaba con cariño.

- Pero no puedo reconocerlos, no sé quien soy en este lugar y quiero corresponderles, ¿No puedes decirme tú que debo hacer? - Comenzaba a sentir una agobiante presión en mi pecho, ¿Qué acababa de decirle a la criaturita que descansaba conmigo? ¿Que no los reconocía? Me partía el alma haberlo hecho, era despreciable decirle a mi amigo que no sabía quién era, ni quienes eran todas estas amables personas que en el momento me conocían tan bien como yo mismo.- Perdóname. -Alcancé a decir antes de que brotaran las lágrimas.

- Te perdono, siempre podré perdonarte a ti. -Me dijo mientras se alzaba poco a poco para llevar su cadavérico cráneo al nivel del mío para acariciarlo contra mi mejilla, sentía como el espeso fluido negro se deslizaba por mi piel y la carcomía, su abrazo de amor sincero, como de un hermano pequeño me llenó de esperanza y paz mientras mi piel caía sobre mi hombro y el agujero en mi mejilla al instante comenzaba a gangrenarse. Cuando por fin pude volver a mi me di cuenta que también lo estaba abrazando. - Sube al la cima y verás a todos los que te esperamos, yo estaré ahí y lo recordarás.- Dicho esto me invadió el pánico, pues su pequeño cuerpo comenzaba a deshacerse entre mis brazos como humo, la fina nube se desvanecía tan rápido que no podía detenerlo y antes de poder protestar mi amigo se había ido.

Me levanté y también levanté el pedazo de carne de mi mejilla, me parecía de mala educación dejar carne que no hubiera muerto feliz en la batalla en aquél educado lugar con los buenos hombres que se pudrían en él... Sequé mis lágrimas y alcé la vista, la montaña... El camino a redimirme con todo este mundo era ese.  

El sueño perdidoWhere stories live. Discover now