EMR.

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-¡Ahhh!.- de lo más profundo de mis pulmones se emitió un estruendoso grito, que si no fuera de día, habría despertado a media capital. Salté en mi sofá, aterrado, mientras veía a Mich, con sus gafas, su camiseta de tirantes y sus pantalones cortos de pijama, desarreglada y con una manta y un bol de palomitas reirse de mi.

"Vamos a ver REC, será divertido." Mis cojones. No recordaba lo asustadizo que era, ni lo mucho que me sobresaltaban las películas de terror, y esa aún más. Pero era la película favorita de Mich, quizá movida por el gusto que ella siente al verme sufrir de esa forma. Accedí, y ahora me encuentro agazapado entre los cojines protectores del sofá y con el corazón en la garganta.

-Eres tan mono así, asustadín...- la miré torcido, pero ella estalló en una gran carcajada que me contagió rápido. Tomé una palomita y se la lancé, y el karma me devolvió mi acción en forma de colleja de Mich.

-Me maltratas, fisica y psicológicamente.- dije, poniendo pucheros a la vez que señalaba la pantalla de la peli, pausada en un momento de tensión, y Mich rió mientras acariciaba mi mejilla, tierna y dulce.

-¿Quieres tu osito para que puedas sentirte más seguro?.- la respondí con mi cara de "Poker Face". Su manía de tratarme de niñita por ser, digamos, impresionable.

-¿Quieres que te demuestre que no soy una cría?.- la reté, divertido y pícaro, y ella me devolvió esa picardía en forma de sonrisa.

-Anda, "Machoman", baja los humos...- me guiñó un ojo y se mordió el labio inferior sensualmente, a lo que no pude resistirme. No podía quejarme, mientras afuera la navidad se hacía presente con las primeras nevadas y el frío, las luces y los cánticos, yo estaba en casa con la persona a la que más quería, viendo una película bajo la misma manta, disfrutando de la compañía mutua.

Estaba a punto de abalanzarme sobre su cuello, cuando el timbre sonó, cortando la libertad de mis instintos. Me levanté, y abrí la puerta. Al otro lado, un cartero.

-Carta certificada.- me anunció, yo firmé, y la carta me fue entregada.

Leí el reverso, y en ella pude leer "EMR-Enterprise. Asesoramiento económico." Me quedé extrañado, pues había algo que me resultaba conocido en aquel título, y además yo no había contactado nunca con tal asesoría. Decidí abrir el sobre. Dentro, una carta que comencé a leer.

"Estimado Sr. Díaz:

Debido al derecho del que se me hizo entrega con la posesión total de la custodia del infante, D. Samuel de Luque Martín, hijo de mi lamentablemente fallecida hermana, Alena Martín Rodriguez y de su pareja, Samuel de Luque García, y a su vez de todos sus bienes y del control sobre ellos para movilizarlos e invertirlos como mi persona considere convieniente, me veo en la obligación de informarle de que debe usted abandonar el domicilio de la Calle San Bernardo Nº5, a nombre ahora de la persona de la que soy tutor legal, con el objetivo de utilizar dicho bien de manera eficiente y positiva para su futuro, sacando algún beneficio de él, ya que, a día de hoy, es posesión del niño y no obtiene del apartamento nada positivo.

Comunico a usted entonces que posée de un plazo de 30 días desde la firma de recibimiento de esta carta certificada, y que si decide, después del tiempo establecido para su translado, mantenerse en el hogar, estará incurriendo en un delito que, tenga usted seguro, no tendré ningúna consideración para denunciar.

Un cordial saludo, y disculpe las molestias.

Enrique Martín Rodriguez. Dueño y Director de EMR-Enterprice.

P.D: Junto con la carta, envió una foto de Samuel, que espero sea, después de todo este tiempo, de su agrado."

(FOTO EN MULTIMEDIA.)

EMR. Enrique Martín Rodriguez. Cómo no...

Arrugué la carta entre mis manos, mientras observaba la foto. Notaba como mi respiración se hacía más acelerada y superficial. Aquel maldito bastardo quería quitarme lo único que me quedaba de todo lo que Alena y Samuel me confiaron, lo último que me dejaron a mi cargo, y que por lo visto tampoco he sabido mantener. Todo eso significaba romper la promesa póstuma con ellos que mantenía en pie, aquello que debía conservar ante todo, y que se había esfumado entre mis dedos como arena.

Las lágrimas brotaban de mis ojos como lava incandescente que emana a borbotones, furiosa y destructiva. Tensé la mandíbula, tensé mis músculos, y respiré hondo, intendando calmarme, pero ya hacía tiempo que había perdido el control sobre mi.

-¡Hijo de la gran puta!.- Agarré un vaso que había sobre la encimera de la cocina, y lo lancé sin piedad contra la pared, transformando la rabia en fuerza, y haciendo que este se desintegrase en mil pedazos de vidrio que ahora se extendían sobre el suelo.

Mich saltó del sofá a causa del estruendo, y tras ver el cristal, y verme a mi, con los ojos empañados y  la mirada perdida en cada fragmento, mientras en mi mano izquiera sujetaba la foto de un niño alegre, risueño y feliz, se acercó corriendo hacia mi, deteniendose a mi lado.

-Willy, ¿qué...?.- no se atrevía a continuar con la pregunta. Me apoyé contra otra pared, y dejé deslizar mi espalda hasta encontrarme sentado, con los codos en las rodillas, y las manos en mi pelo, dando pequeños tirones, intentando recuperar mi temple. Mich se sentó enfrente mío, y tomo mis mejillas, obligandome a mirarla.

-Dime que pasa, Willy.- me ordenó, y en sus ojos la estela de la preocupación, quizá por mi estado, o quizá por su causa.

-Me quitan el apartamento.- sentencié.- El cabrón despiadado de Enrique me quita el piso para sacar aún más dinero del que ya tiene con él.- cerré fuerte el puño.- El piso que Alena se pagó con esfuerzo...- hice un amago de golpear el suelo, pero Mich detuvo mi mano a tiempo.- ¡Solo tenía que cuidar dos cosas por ellos, y no he hecho más que cagarla!¡Me he cargado todo lo que consiguieron en su vida, joder!¡Solo me pidieron ese favor antes de irse, y les he fallado!¿¡Y sabes que es lo peor!?¡Que ya no están, no pueden ver como he roto en mil pedazos la confianza que me dieron, y se fueron pensando que de verdad podían poner la mano en el fuego por mi!.- grité, soltando todo lo que tenía dentro de mí, quedándome vacío, y el vacío comenzó a llenarse otra vez de su falta. 

Rompí en llanto amargo. Aquello dolía como cuchillas. Es cierto que el dolor siempre está ahí, pero que al final aprendes a vivir con ello, aunque cuando estás débil, lidiar con ese sufrimiento se hace imposible, aún más en soledad. Ahí es donde yo fuí afortunado. Mich se sentó a mi lado, abrazándome, y yo posé la cabeza en su hombro, apenas sin fuerzas para dar un paso hacia adelante yo solo. Ella era lo único que podía reconfortarme en ese momento, y ahí estaba.

-Willy, no dejaremos que esto te derribe de nuevo.- en su cara también comenzaban a verse lágrimas.- Has luchado con uñas y dientes, has hecho todo lo que podías, pero a veces la vida hace que no sea suficiente. No te destruyas, Willy, por favor, porque no es tu culpa, y porque sé que Alena y Samuel estarían orgullosos de ti.- y ambos llorábamos juntos, en silencio, sentados en un rincón de la que dejaría de ser "Casa" en unos días. 

2da TEMPORADA "Tras una pantalla, Tito Willy" (Willy Fanfic.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora