Nací para amarte.

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1.

-¡Adivinanzas! Debes averiguarla sin trampas -invitó el ojiverde, y su prometido asintió con una sonrisa. Seguía siendo el mismo niño de siempre-. ¿Cuál es el mejor lugar del mundo para perderse?

Louis se encogió de hombros, estaba claro que ningún lugar era bueno para perderse, ¿qué clase de cosas pasaban por la mente de Harry?

-No lo sé, dime tú.

Se sentó a horcajadas de su novio mientras acariciaba sus suaves mejillas.

-Tus ojos. Ojalá pudiera naufragar en ellos por el resto de mi vida.

Sus labios se unieron, fue un beso fugaz pero lleno de sentimiento. El castaño sonrió avergonzado, su pareja no solía dar tan buenos cumplidos pero aún así, lo amaba.

-¡Voy yo, voy yo! -gritó el ojiazul tal y cual a un pequeño lleno de ancias por llegar rápido a su juguetería favorita, el de rulos asintió-. Si me borraran la memoria, ¿qué es lo primero que haría después de eso?

Harry pensó la respuesta por un largo rato, le había tocado una difícil. Tal vez.

-¿Aprender a jugar al fútbol?

El ojiazul negó con una sonrisa mientras besaba la frente de su lindo novio.

-Lo primero que haría, es volverte a elegir y amarte como desde hace un tiempo a esta parte. Te amo, Harry. Y, por más que mi memoria fuera mutilada, jamás olvidaría tu bella voz, los hermosos hoyuelos que cargas contigo, tu preciosa sonrisa, el olor a jazmin que emana tu suave cabello... jamás lo olvidaría.

Él depositó un beso en la mejilla del chico que estaba siendo alagado. Lo amaba, lo amaba más que nada en el mundo y estaría dispuesto a dar su vida por él.

Veían una película -muy sanguinaria, por cierto-, que solo Louis disfrutaba y Harry fingía miedo encogiendose al lado de su prometido.

-Si quieres un abrazo te lo daré pero cariño, fingir miedo no funciona más. Ya no tenemos dieciséis años -el de rulos, avergonzado, bajó la cabeza-. Si quieres, puedo follarte hasta que pidas basta -su voz se volvió un susurro-. Ahora mismo.

Echó el cuerpo del ojiverde hacia atrás tratando de no hacerle daño con su peso, estaba sediento.

Los labios del castaño rozaron el cuello de Styles y éste de inmediato desprendió un gemido que activó cada una de las hormonas del ojiazul.

La erección de Louis frotaba la entrepierna de el de rulos, competían para ver quien estaba más caliente.

-Estás apretado. De-déjalo sa-salir.

Gimoteó rápidamente y el ojiazul procedió a cubrir la boca del chico debajo de él.

-Cállate. Harás lo que yo diga, cuando lo diga.

Harry sonrió con la lujuria invadiendo sus verdes orbes.

El castaño recorría la cavidad bucal de su prometido con desesperación como si estuviera compitiendo o algo parecido.

Sus lenguas realizaban algún tipo de danza exótica que era placentera de ver, o este caso, leer.

El timbre resonó por todo el departamento y Harry paró en seco pero el otro no se detuvo y siguió recorriendo cada rincón de el chico que amaba.

-Louis, ¿qué tal si se trata de Amethyst?

El castaño negó repetidas veces volviendo al asunto anterior pero la campana volvió a molestar.

-Déjalo, ya cesará.

-¿Si se trata de Amethyst? Oh por Dios, ¿y si ha roto bolsa?

Harry preocupado, apartó a su novio de encima de él y el castaño, cansado de la situación, se calzó en sus ajustados pantalones y caminó hasta la puerta de entrada junto a alguien que copiaba sus largos pasos.

They just still in love » Larry Stylinson - 2da parteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora