Nadie es perfecto al 100%
Eso Candice lo sabía. Pero ella tenía que ser perfecta, desde siempre se había presionado a ello.
Sin embargo cualquiera puede equivocarse cuando de tener un corazón roto se trata. Y así cuando su novio la dejó de un día pa...
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"Te quiero", eso fue lo que había dicho en su última cita.
¿Por qué lo había dicho si no era verdad? ¿Para qué decirlo si una semana después rompería la relación?
Candice seguía atormentándose al leer los mensajes que Jayden le acababa de enviar hace unos minutos.
Jayden: ¿Cómo estás? Sigo aquí en California porque tengo libre.
Jayden: ¿Estás bien? Oí que estás con tu tía Chelsey, mándale mis saludos.
Jayden: Te extraño.
Sin embargo, el mensaje que más le llamó la atención fue el siguiente.
Jayden: Cuando te envié el mensaje de "te amo" hace dos semanas, en realidad no era una amiga, era yo quien lo escribió.
Se quedó sin saber qué responderle. No podía hacer lo que quisiera sin pensar en sus sentimientos. Él no sabía cómo su "no te lo tomaste en serio, ¿o sí? Una amiga mía tomó mi celular y te envió un mensaje de broma". Lo de "una amiga", había perforado en lo más profundo de su corazón, era como una daga incrustándose en él.
Y ahora resultaba que quien lo había enviado no era nadie más que él mismo.
—¿Candy? ¿Ya tienes tus cosas, cariño? —Chelsey entró en la habitación y le sonrió.
Blake estaba a unos minutos de llegar. Planearon hacer el trabajo allí y cuando terminaran, él la llevaría a su casa y aprovecharía de irse también de ahí. Era conveniente hacer su trabajo de Sociología en casa de su tía, ya que hacerlo en la de Blake sería incómodo, y en la de ella habían muchas personas.
—Sí, estoy lista, pero, supongo que aún faltan unas horas para irme. Aunque no quiero...
Chelsey le regaló una mirada triste.
—Lo sé, mi niña, pero es importante que te pongas al día en la universidad, aunque no te guste la carrera. Es como en la escuela cuando quieres asesinar a las matemáticas.
Candice soltó una pequeña risa al tiempo que escuchó el timbre y golpes en la puerta de la cabaña.
—Por suerte ese chico, Blake, se ofreció a prestarte sus apuntes de estos días. Qué lindo es contigo, ve a abrirle.
