Capítulo XI

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Daniel se despierta al sentir el fuerte temblor que deja caer un libro sobre su rostro. Él hace una mueca de dolor mientras gira su rostro hacia la derecha. Se topa con el pie de una chica. Reconoce que es de una mujer por el zapato de tacón brilloso que lleva.

―¿Pero qué demonios sucede, Fred?

―Layla, trata de reponer todas las cosas caídas.

Al escuchar la voz de Fred, Daniel se sienta rígidamente. Y lo puede ver a un par de metros a la distancia. El chico del cual se había enamorado cuando era joven, cuando apenas entendía la palabra "Amor" estaba cerca, mirándolo con los brazos cruzados.

Layla Turner alza las manos y Daniel es espectador de cómo todo a su alrededor se llena de una capa casi imperceptible que emite una luz blanca pálida. Esta capa logra que todos los objetos que toca permanezcan estáticos.

Al tener un poco de tiempo para ver su entorno, Daniel se da cuenta que está en una especie de almacén. Sus ojos se sienten cansados, le gustaría echar una siesta por unos minutos más. Pero la mirada de Fred lo mantiene en alerta. Él ya se dio cuenta que está despierto.

―Despertaste, Daniel.

Él se mueve al oír cómo pronuncia su nombre, en su interior hay repulsión. Fred sonríe, no puede evitarlo. Layla deja sus manos tranquilas una vez que el temblor se desvanece. Ella frunce el ceño y señala a Daniel.

―¿Qué hacemos con él? Me pediste que lo trajera, ahora está despierto y viéndonos con su cara de bobo. Fred, estoy aburrida.

―Tengo que hablar con él, Layla. Cariño, no seas impaciente.

Daniel traga saliva y Fred se acerca. Con cada paso que da para acortar la distancia, Daniel no puede evitar que su corazón palpite con fuerza. Fred Preminger sigue viéndose como esos días en los cuales vivía con su familia y tenía el mundo a su disposición. Fred es exactamente el recuerdo completo de su pasado, de todo lo que ha querido dejar en el olvido.

Fred se acuclilla muy cerca de Daniel, quien desea retroceder sin lograr resultado alguno al sentir que hay cajas detrás de él.

―Te pongo nervioso, ¿No?

―¿Dónde estoy? Yo debería...

―Sé que tienes amigos Humagnus. Intentaron llevarse a mi otra preciosa. Lo bueno es que tengo una suegra que es tan feroz como mi novia –Fred gira ligeramente su cabeza para mirar a Layla. Ella se cruza de brazos, sonríe complaciente y deja que Daniel observe su vestido negro escotado. "Es hermosa, por eso Fred está con ella", es lo único que puede pensar Daniel ahora.

―Ellos vendrán por mí –se atreve Daniel a responder. En el fondo, la única imagen que le viene a la mente es la de Wes. Pero él debe seguir en shock por lo que le pasó, por haber sido tocado por alguien quien no murió en el intento.

―Tengo a las gemelas Turner de mi lado. Layla es tan fuerte que podrá con todos los que vengan.

―La otra chica... no había registros de ella –expresa Daniel ante de sentir que se ahoga.

Layla mueve su mano derecha en dirección de Daniel. Los dedos de ella se tensan en movimientos que repercuten en Daniel, causando presión en su garganta. Fred suspira y alza su mano izquierda.

―Detente, amor.

―¡Él sabe sobre Naomi! Fred, tú mismo dijiste que nadie debía...

―Daniel suele atraer problemas, ¿No es así?

Fred se acerca más cuando Daniel recupera el aliento. Sin más apuro, Fred toma la quijada de Daniel con su mano izquierda. Daniel se sonroja al tener a Fred tan cerca. Este sonríe con tanta naturalidad que lo lastima.

Humagnus II - Los DestinadosWhere stories live. Discover now