6

52 6 1
                                    

Nos acabábamos de despedir de Derek. El prefería subir por las escaleras alegando una necesidad de perder peso que ni siquiera mi hermana, tan perdida cómo estaba en sus bonitos rasgos, se podría haber creído. Decidí no mencionarles lo de los ojos, por el momento. Quizás había sido una imaginación mía, o algo así. Quizá mis ojos se hubieran reflejado en los suyos al estar tan cerca.

-Qué raro, salta a la vista que no necesita perder peso- advirtió mi hermana. -Está buenísimo.-

-Igual es uno de esos adictos al deporte- se aventuró a decir mi madre

- Lo más seguro- dije yo sin mucha convicción.

Estábamos a punto de entrar en el ascensor cuando una figura femenina irrumpió en el rellano. Gritaba mi nombre de una forma histérica.

-¡Hugo, Hugoo!¡Soy yo, Emma, tu novia!- comenzó a sollozar.- Sólo dime que me recuerdas, por favor, solo dime eso..

Mi madre intervino rápidamente, manteniendo la calma.

-Emma, por dios, vete de aquí. Lo vas a asustar. Y ya está lo suficiente confuso. Ya os veréis mañana en el Instituto.- La miró con desprecio un segundo antes de darse la vuelta y encaminarse al ascensor. Yo permanecí muy quieto. Todo el vestíbulo estaba pendiente de nosotros. Al cabo de un rato mi madre dijo:

-Venga Hugo, vámonos.

Pero fue en ese momento cuando decidí dar un pasó adelante.

-Sé que me quieres, Emma. Solamente sé eso.

Me di la vuelta y vi que mi madre y mi hermana estaban ya en el ascensor. Me metí dentro rápidamente. Mientras se cerraban las puertas vi como Emma murmuraba algo, sus labios comenzaron a moverse.

-Eso no me basta, Hugo..- dijo.

Pero nunca la escuché.

Una vez en el ascensor, nadie dijo nada hasta que nos detuvimos en el sexto piso. Habíamos llegado a casa.

Abrí la puerta tras unos segundos de duda y auténtica emoción. El apartamento no era muy grande, pero era realmente acogedor para solamente tres personas. Nada más entrar, había un amplio comedor. Una mesa alargada con unas ocho sillas se extendía en el centro de la sala. Una puerta daba acceso a una cocina sencilla y otra a la habitación donde hasta hace poco debían dormir mi padre y mi madre pero que ahora solo la ocuparía esta última. A una esquina del comedor teníamos una televisión de unas cuarenta pulgadas y un sofá en forma de "L" donde nos debimos de sentar los cuatro alguna vez para ver una película. El apartamento tenía dos pisos. En el de arriba estaba la habitación de mi hermana, la mía y un baño que teníamos que compartir. También había una habitación para invitados y otra en obras. Mi madre me dijo que necesitaban otra habitación de invitados, por si acaso. Yo no pregunté más.

-Y bien, ¿qué te parece?- Me preguntó mi hermana.

-Me parece un buen lugar para empezar de cero - respondí.

Ella asintió. Luego cambió de tema

-Aún no has entrado en tu habitación, ¿vamos a verla?

- Quería dejarla para el final. Tengo el presentimiento de que al entrar ahí descubriré un montón de cosas de sobre quién era, mis gustos y esas cosas y estoy un poco asustado.

Mi hermana me miró. Mi madre estaba haciendo algo para cenar. Quedaban escasas horas para empezar el instituto pero la verdad es que yo ya había dormido bastante.

-Venga va, ¿pero tu eres el Hugo que dejó k.o a los campeones de la ciudad de un solo puñetazo?¿Enserio hiciste eso y no eres capaz ni de entrar en tu habitación?- intentaba provocarme de una forma cariñosa, pero no se esperaba la sinceridad con la que venía cargada mi respuesta.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 09, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

HUGO (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora