La Descendencia de la Isla de los Perdidos

Capítulo 27: Deseos

Mientras Mal y Ben disfrutaban de su relación, Cece estaba lista para la primera cita que Daisy le había organizado. Ella nunca había ido a una cita a ciegas, pero la idea era emocionante. Acordó ir al lugar que Daisy había dispuesto para la cita.

Ella suspiró mientras caminaba hacia la entrada de un enorme castillo. Ella conocía muy bien ese sitio, puesto que ya había venido antes.

—Snowy. Que gusto verte —dijo Cece al ver a su amiga en la puerta de entrada.

—Daisy me dijo que vendrías a un cita a ciegas aquí —Snowy sonrió—. Cuando me dijo que tenias una cita con mi hermano mayor, me dije a mí misma: ¡Por mi hada madrina, no lo puedo creer! —dijo ella poniendo una mano en su pecho.

Cece rió. —Bueno, aquí estoy. Estoy lista.

Snowy sonrió y la acompañó hasta el parte del castillo. Abrió una puerta y le señaló hacia donde debía ir. —Disfruta —dijo ella sonriendo pícaramente.

Cece camino hacia un pequeño jardín, bajo unas pequeñas escaleras, y divisó un pozo de agua decorado con flores y lazos de seda. Y allí, sentado en el borde del pozo, estaba un chico, cantando una hermosa canción que ella conocía.

Aquel chico comenzó a cantar, tenía dos palomas blancas a su lado.

¿Les cuento un secreto?

¿Prometen no contarlo?

Este pozo milagroso es

Si deseas algún bien

Se lo podrás pedir

Si el eco le oyes repetir

Tu anhelo lograrás

Deseo (Deseo)

Que una gentil dama

Me entregue (me entregue)

Su amor (su amor)

Quisiera (quisiera)

oírla cantar

Su intensa (su intensa)

Pasión (pasión)

ah ah ah ah ah (ah ah ah ah ah)

ah ah ah ah ah (ah ah ah ah ah)

ah ah ah ah ah (ah ah ah ah ah)

Deseo (Deseo)

Que no tarde más

Que venga (que venga)

Mi bien

Tu bien

Cece se acerco al chico.

—Cece que bueno que hayas llegado —dijo Florien.

Florien era el hijo mayor de Blanca Nieves, de piel pálida como su hermana y madre, cabello negro y labios rojos como rubí, y sus ojos azules parecían reflejar una felicidad interna. Cece había hablado con él un par de veces cuando eran niños, siempre visitaba a Chad con los otros príncipes-niños. Pero eso fue hace mucho, y al parecer aquel niño había cambiado mucho. Ahora estaba musculoso, y mas alto, y su cabello largo. Pero sin dejar de tener ese rostro lleno de inocencia y una pureza, se veía que era incapaz de matar hasta una mosca.

—Adoro esa canción que cantabas. Es uno de mis clásicos favoritos —dijo Cece sentándose al lado de su cita.

—Mama y papa me la enseñaron —dijo Florien—. Preparé una cena en el jardín, ven acompáñeme —dijo él tomando la mano de Cece.