Maldito el momento que me aleje de ella, la hora que le dije: !ya no¡, el preciso instante en donde le pedí que se alejará de mí...
Ahora todo tiene sentido, ella también sufría mientras yo le gritaba que debía de alejarme de ella, cuando le decía: que no le hacía bien estar conmigo, ahora comprendo todo.
Ella moría lentamente y yo sin darme cuenta, hasta el momento que estuve frente de ella, cuando la vi tendida en aquella camilla, se limitó a sonreír y me dijo: veniste.
Solté el llanto y la abrace fuerte.
Le dije:¡perdóname!
Ella sonrió y entre esa sonrisa dijo: no tengo nada que perdonar le al amor de mi vida.
Seguía llorando con más fuerzas y dije: ¡claro que si! Nunca debí alejarme de ti, y menos si hubiera sabido de tu enfermedad.
Ella seguía sonriendo -lo único que debías saber era que te amaba.
Paso su mano sobre mi rostro y me dijo: amo ver el universo de mis ojos en el reflejo de los tuyos.
Entre lágrimas sonreí y le dije: fuiste, eres y siempre serás la mujer que más he amado. Ella Sonrió.