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Quisiera poder decirte que no perdimos tiempo. Poder decir que todo fue perfecto; que no te fallé en nada. Pero sería una mentira.

Como despedida; hoy quiero recordarte lo que es el nosotros, porque de alguna manera u otra somos... fuimos.

Tengo espacio para pocas cosas en mi mente en este momento, el frío que se escabulle por la ventana de la habitación me dificulta escribir; pero me gusta así, me hace sentir vivo, me hace sentir.

Sin embargo en mi cabeza pasan constantes recuerdos del inicio, de cómo nos conocimos y lo extraño que fue profundizarnos.

Tengo constancia de tus problemas. No te culpo porque sé que el trabajo y los prepotentes reclamos de mi familia hacia ti te cansaban. Nunca me hablabas de ese tipo de problemas; sé que sólo querías protegerme y te entiendo. Pero notaba como tu mirada cansada se iluminaba al llegar a casa conmigo, notaba todas y cada una de las preocupaciones con las que te distraídas viendo a un punto fijo; notaba como cada vez que te preguntaba si estabas escuchándome ignorabas los problemas y me dabas una sonrisa hermosa, tratando de tranquilizarme.

Mi amor, ahora entiendo.

Que cada vez que llegabas frustrado tratabas de calmarte con paciencia para no asustarme. Que cada momento lo atesorabas tanto, yo no sabía por qué, pero aquí estoy. Ahora entiendo cada vez que me repetías sin razón alguna lo hermoso que soy y que me amas, solamente querías hacerme sentir que dentro de todo este huracán, aún podía afianzarme en el amor, tu amor; tenue y cálida esperanza.

No hay remedio.

Quiero agradecerte por tanto y por todo, Namjoon. Me enseñaste a sentir, a vivir. A saber que aunque no tenga nada, lo tengo todo si estás conmigo.

Gracias por quedarte conmigo, sé que perdiste mucho tiempo de tu juventud gracias a mí.

El problema de mi edad y tu autoridad ilegal sobre mí; sé que te perseguía. Sé que te desesperaba el querer cuidar de mí y no poder hablarle a nadie por miedo a que nos separasen. Sé que te rompiste por dentro una y otra vez viéndome caer.

Poniéndolo así hace parecer que fuiste tan egoísta; pero era yo el que te impedía alejarte de mí. Eres mío y yo soy tuyo, tan tuyo. ¿Lo recuerdas?

Eres tan joven, sin embargo jamás quisiste alejarte de mí aún y con los problemas que nos hice.

Porque me deterioré. Y llegué a odiar cada fibra de mi ser a partir de esa vez que te vi llorando en silencio junto a mí, tú tomabas mi mano suavemente (jamás la soltabas) pensando que yo seguía dormido. Quizá creíste que seguiría dormido; que ese era en final. ¿Fue así acaso? Quería dejar de luchar; y aborrezco ese sentimiento cada vez que lo recuerdo. Esa impotencia.

Extraño la sensación de caminar contigo. Extraño la sensación de sentirme bien.

No comprendo lo egoísta que fui al querer dejarte cuando traté de rendirme. Sabía que hacías todo por mí, por nosotros. Pero no me importó y me dejé llevar por el dolor. Exploté contra ti más de una vez. Sé que te hería; y no me dejaste. ¿Por qué no te fuiste? Aguantaste todo.

Cuando nos conocimos; extraño las noches que salíamos a comer helado o las mañanas en la que despertábamos desnudos, calurosos, juntos.

Desde la Tumba, con Amor; OS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora