–Irresponsable.
–¿Qué? –Bianca dejó su cuchara y lo miró–. ¿Qué quieres decir?
–Fue irresponsable. A eso me refería –Darío se encogió de hombros–. Por eso fue un error.
El beso. Ahí iba de nuevo. Bianca lo intentó, pero no pudo evitar poner en blanco los ojos. No otra vez este tema.
–Déjalo ya, ¿quieres?
–No.
–¿Por qué no?
–Porque no puedo sacarlo de mi mente si no hablo de lo que pasó.
–¿Ah sí? ¿Sigues pensando en lo que pasó?
–No es eso lo que quise decir.
–Creo que eso fue exactamente lo que intentaste decir.
–Bianca, por favor.
–¡Lo has dicho de nuevo! Dos veces has pedido por favor en esta tarde, debe ser todo un record para un Zeffirelli, ¿no?
–Graciosa.
–Lo sé –Bianca esbozó una ligera sonrisa. Darío la miró irritado, pero una comisura de sus labios se elevó. Estaba divertido, aunque intentaba ocultarlo.
–Bianca, si alguien nos ve... no puede repetirse.
–Eso también lo sé.
–Entonces, ¿por qué no trataste de...? ¿Por qué...?
–¿Por qué no me detuviste tú? ¿Por qué no me alejaste? ¿Por qué me buscaste? –Bianca tomó aire–. ¿Puedes verlo? Yo también tengo muchas preguntas que quiero hacerte.
–Bianca...
–De acuerdo. Me detendré –se incorporó–. Ahora, ¿qué hago? ¿Desaparezco?
–No. Siéntate, Bianca. Termina de comer. Vuelve al trabajo. Olvídalo todo.
–¿Sólo así?
–Sí.
–Bien, será fácil.
Terminaron de comer en silencio. Darío insistió en pagar la cuenta, dado que había sido quién la había invitado a venir. Bianca estaba cansada de discutir, así que apenas se opuso.
–¿Será fácil, entonces? –inquirió Darío.
–¿Disculpa?
–Olvidarlo.
–Sí.
–¿Todo?
–Sí.
–Sólo lo dejarás atrás. ¿Así como así?
–¡Rayos, Darío! –maldijo Bianca y él se quedó inmóvil ante sus palabras–. ¿Puedes decidirte de una endemoniada vez?
–¿Cómo?
–Lo que quieres. ¿Puedes decidirte y dejar de jugar conmigo?
–Yo no juego, Bianca –le cortó el paso–. Nunca juego.
–¿No? ¿Y cómo llamas a esto, entonces? –rió sin humor–. ¿Qué somos, Darío?
–Suficiente –Darío giró y continuó caminando.
–Por supuesto, como lo esperaba. Huyes. ¿Sabes qué siempre que no tienes una explicación, huyes? –gritó Bianca. Él se quedó parado, sin mirarla–. Sí, así es. Por eso terminaste en los brazos de mi hermana, aun cuando jamás la quisiste. Cuando seguías enamorado de mí. ¿Por qué? ¡Porque te aterrorizaba lo que sentías! Lo que no podías explicar racionalmente, lo que ni siquiera te atreviste a poner en palabras, aun sabiendo que estaba ahí. ¿Por qué, Darío? ¿Hasta cuándo piensas huir?
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Un amor así (Sforza #5.5)
RomanceHistoria de Darío y Bianca. (Spin-off de la serie de los hermanos Sforza) Darío Zeffirelli lo tiene todo. Un negocio exitoso, una posición social que supone influencia económica, es miembro de una de las familias más consolidadas en Italia y está co...