El siguiente mes transcurrió en paz y la noticia del embarazo de Viktor Nikiforov se propagó en los reinos, trayendo una mezcla de confusión y alegría. La gente ya no estaba acostumbrada a ver a hombres procreando vida, lo normal era que las mujeres parieran. Eso a lo que llamaban "normal" era un prejuicio establecido por la escasez de posibilidades y la disminución de poder en el linaje.
¿Cómo sería ese bebé? ¿Cómo iba a nacer? ¿Cuándo? ¿Por qué Madre Luna lo permitía? ¿Cuál era el propósito?
¿Era justo que el destino de la Tierra se recargara en los hombros de un recién nacido? Él o ella traerían armonía, erradicaría las tinieblas y sería el héroe de un país. Sí, jamás se olvidarían de que un bebé les salvó la vida, pero ¿era razonable? ¿Por qué los dioses dificultaban el futuro?
El día que Yuuri supo la noticia, su boca se había ensanchado por la sorpresa y sus ojos resaltaron con un brillo especial. Al principio, no se lo creía. Una noche fue suficiente para que su esposo quedara embarazado, porque era de él, ¿verdad? No pudo haberlo traicionado con Ulysses.
La duda persistía en su corazón. No tenía derecho de reclamarle a su "esposo" porque él le había concedido el permiso de casarse con Yuko, la chica que amaba. Si ese bebé no era su hijo, lo sabría cuando naciera. ¿Y si era idéntico al peliplata? La magia de la familia Nikiforov era mayor a la suya, por lo tanto, no sería el de los genes dominantes.
Sobre lo que no titubeaba era el hecho de que Viktor lucía feliz con su pancita abultada. Solía vestir ropas más holgadas y ya no iba al bosque, optaba por quedarse en casa y se resguardaba de las intensas nevadas. Era común encontrárselo leyendo algún libro viejo y polvoriento en la biblioteca del palacio o en la habitación que compartían.
Pese a la condición que presentaba, no tenía los síntomas característicos de un embarazo. No se mareaba, no vomitaba ni sufría de cambios drásticos de humor. Al contrario, el príncipe de Snowland sonreía más, comía hasta saciarse, dormía mucho y disfrutaba cada segundo de esa hermosa etapa.
Yuuri se aclaró la garganta, sacudió su traje y palmeó la madera de la puerta antes de entrar. No necesitaba que respondieran, él tenía la autorización de estar ahí. Observó a su alrededor, hallando a su pareja sentado frente a la chimenea con un ligero suéter cubriéndole.
—H—Hola —balbuceó torpemente y se acercó con paso lento hacia el área de descanso—. ¿Cómo estás?
—Bien, ha estado moviéndose, es como un pez nadando en un estanque —canturreó Viktor, bajando el libro que leía para mirar al pelinegro—. ¿Quieres tocar?
—¿Puedo? —Corrió sin pensarlo y se arrodilló delante de Nikiforov—. ¿Puedo tocarte?
—Bueno, es nuestro hijo; tuyo y mío —enfatizó, regalándole una bella sonrisa de oreja a oreja.
—¿Es nuestro? —replicó, recordando las ideas que atormentaban su mente—. ¿En serio es... mío?
—¿De quién más? —preguntó burlón y tomó la mano derecha del otro para colocarla encima de su vientre—. ¿Crees que te engañé con Ulysses o que...? —Se calló al notar la expresión conmocionada de Yuuri, había acertado—. ¿Crees que te engañé?
—No —negó, arrepintiéndose después. No quería mentir y deseaba saber si realmente le había sido infiel—. Sí —corrigió.
—Y si te digo que sí, ¿qué harás?
—Deduciré que el bebé no es mío —contestó y contempló cómo Viktor se levantaba con sumo cuidado—. Entonces estoy en lo cierto.
—Primero, tú no estás enamorado de mí; segundo, nosotros nos casamos por compromiso y tercero, no tienes que reclamarme porque tú te casarás con Yuko —argumentó, dejando sin habla a Katsuki—. No sé qué tipo de hombre te parezco, pero Ulysses no corresponde mi amor y yo jamás te engañaría —bufó, suspirando para calmarse—. Nos besamos una vez y fue estúpido porque yo tuve que pedírselo.
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Reyes del invierno #Pausada
FanficEl norte y el sur; la nieve y las flores; la Luna y el Sol. Siempre han sido reinos opuestos, pero también han estado obligados a mezclarse. El destino no es un dictador, lo es el dios que descendió a la Tierra y tiñó los cabellos de sus hijos, otor...