Chapter 22: Maquinando Planes

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Esa noche la pasó sola en la enfermería, así lo había pedido ella. Se quedo recostada en la incómoda cama de hospital mirando al techo que se elevaba sobre ella, aunque la realidad era que su concentración en las imperfecciones de la construcción era solo un distractor de las molestas heridas que le escocían por todo el cuerpo.
Maldecía dentro de sí misma a Sasori por usar un veneno tan potente. Este era tan dañino que no solo causaba un dolor insoportable, sino que también refrenaba el flujo de chakra en su cuerpo antes de dar paso a la muerte.
El antídoto creado por ella evitó que pereciera, pero aun así el efecto colateral de ausencia de chakra seguiría por un par de días. Sin chakra, no podía realizar jutsus médicos que la ayudarían a sanar más rápido e indoloramente.
-Jodida ponzoña.- Escupió entre dientes mientras sentía como un agudo espasmo contraía los músculos cercanos a la boca de su estomago.
Paseo cuidadosamente la yema de los dedos por la zona, aun con la venda puesta podía sentir la ligera presión de sus dedos sobre el lugar donde la habían atravesado con una Katana de hoja corta.
Sonrió algo divertida ante la naturalidad con la que pensaba aquello, decirse a sí misma que estuvo a punto de morir y no sentir siquiera un escalofrió al respecto… eso de ser kunoichi comenzaba a matar su sensibilidad emocional.
Apartó la mirada del gris techo y observo la mesita médica a un lado de ella, el arma del mismo ancho que su herida descansaba impasible sobre esta. A pesar de de los desesperados intentos de Konan por limpiar y acomodar todo antes de que la Kunoichi pudiera notar el caos que había provocado, (cosa que resultaba inútil si lo pensaba, pues de todos modos tendría que darle recuento del evento a Sakura para que esta decidiera el paso a seguir su tratamiento), Konan había olvidado guardar la Katana.
La kunoichi se puso cuidadosamente de pie, pero aun así sintió el tirón de las puntadas en sus diversas heridas. Cuando por fin se pudo sostener en pie y tomó entre sus manos aquella arma, fue como admirar una pieza de arte.
El mango de Ébano pintado completamente de negro, ornamentado con una serie de delicados grabados en plata, era de una belleza y un acabado minucioso. Sin embargo su mirada alcanzo a notar unas palabras camufladas entre los grabados, entorno más su vista pero las palabras habían sido borroneadas por el continuo uso, haciéndolas ilegibles.
Sakura miro la delgada hoja teñida de rojo por manchones de sangre, tomó su ropa y comenzó a limpiarla (qué más daba una mancha más, después de todo era su propia sangre). Le sorprendió ver su propio reflejo tan claro como en un espejo después de unos tres tallones, la hoja había sido pulida a tal grado que de alguna manera aparentaba ser casi cristalina.
En medio de la exanimación comenzó a sentirse fatigada, al parecer el calmante que le administraron comenzaba por fin a hacerle efecto. Sintió sus parpados pesados y su fuerza flaquear.
Dio un paso hacia la cama, pero el medicamento era tan fuerte que inmediatamente perdió ante el cansancio y se dejo caer al suelo. Sintió como antes de colapsar, unos brazos la atraparon en el aire, también se percató de de cómo la cargaban hasta recostarla suavemente en la cama. Aun ante estos movimientos, Sakura estaba demasiado exhausta como para abrir los ojos.
Las mismas manos que la estaba cuidando le acariciaron la frente e intentaron quitarle el sable que aún conservaba en su agarre. Sakura al sentirlo, se aferró más al arma con sus pocas fuerzas impidiendo que se lo arrebataran. La otra persona tras un momento de duda (que ella logro percibir), cedió ante su acción.
Cuando tras unos minutos la presencia desapareció, fue entonces cuando la chica por fin pudo entregarse completamente al sueño.
….
(A la mañana siguiente)
En la cocina, Konan picaba fruta apaciblemente mientras murmuraba distraídamente una melodía suave, al parecer estaba de buen humor esa mañana.
-Y bien ¿Cuándo será la reunión?- Se escucho una voz que entraba a la habitación.
La mujer ignoro el comentario, continuando con su tarea.
-¡Oh vamos! ¿Sigues molesta por lo de ayer?- Insistió- Solo saque algo útil de todo aquel jaleo…
Konan paro de cantar, pero no aparto la vista de la fruta, aunque los cortes que realizaba se escuchaban más agresivos contra la tabla de picar.
-Mira, si quieres puedo intentar darte un porcentaje de las ganancias…
-Kakuzu, si sigues hablando sobre la apuesta que hiciste de la batalla, juro por todo lo que es sagrado para mí que te arrancare la cabeza.-Ahora la molestia se reflejaba en su tono.
-No es prudente jurar por la vida de tu líder…- Pero no continúo la insinuación, pues un enorme cuchillo de cocina paso rozándole el rostro hasta clavarse en la pared detrás de él.
La kunoichi termino de colocar el plato de fruta, junto con otras delicias matutinas en una bandeja y la tomó para retirarse con ella de la cocina. Antes de salir se detuvo junto a Kakuzu y con la misma voz apacible del comienzo le comento:
-La reunión se efectuara en cuanto Sakura se sienta mejor.
Y sin añadir más emprendió su camino.
Kakuzu se quedo observando el cuchillo aun sin moverse, después dio un largo suspiro de cansancio.
-Si la paga no fuera tan buena, no dudaría ni dos segundos antes de abandonar esta casa de locos.
Agarro el mango del cuchillo y de un tirón lo extrajo de la pared, pequeños trozos de concreto se vinieron junto al cubierto.
"Hace tiempo que ya no actuaba como una maldita tipa loca" Pensó el tragando saliva.
Konan caminaba intentando apaciguar su ira, no sabía porque, pero desde que Sakura había llegado a ese lugar la protegía muy recelosa. Al principio lo hacía por una sencilla razón: la necesitaba para lograr un plan, un plan desesperado, pero aun así parecía que podía funcionar.
Sin embargo, la criminal jamás se imagino que engendraría un cariño real por la pelirrosa. Ahora la protegía como una clase de hermana…. Y aquello en ocasiones se sentía extraño.
"No recordaba la última vez que tuve esa sensación por alguien que no fueran esos dos…"
Tal vez fuera el hecho de Sakura era la única mujer con la que había socializado en años, al menos Pein asumía que ese era el motivo de Konan para armar tanto jaleo por ella. También era raro para la mujer ocultarle sus verdaderas razones a Pein, pero comprendía que a veces, todos necesitamos guardarnos ciertos secretos.
Iba ella cavilando muy concentrada en estos pensamientos, cuando casi choco de frente con otra persona.
El hombre frente a ella alcanzo a salvar los platos en la bandeja, pero el vaso con jugo callo inevitablemente al piso, haciéndose añicos.
-Demonios Deidara.- Susurro molesta la peliazul mientras se agachaba a juntar los pedazos de cristal.- ¿Nunca te fijas por dónde vas?-.
-Lo siento Konan, pero eras tú quien iba con la mente en el espacio.- Reviro rápidamente el ninja, sin embargo, no había ningún tipo de reproche en su voz, sonaba muy cansado.
Konan extrañada, levanto la mirada de los pedacitos de cristal para verlo: sus ojos azules estaban enmarcados por ojeras casi tan grandes como las de Itachi y se notaba en su rostro la fatiga.
-¿Y a ti que te paso?- Pregunto curiosa.
El rubio no le contesto, miro por encima de su hombro de donde venia antes de chocar con Konan y respiro hondo, la kunoichi no entendió este gesto. Después contemplo la comida que sostenía sobre sus manos.
-¿Esto es para que Sakura desayune?- Comentó finalmente.
En vez de lograr la evasiva que Deidara buscaba con esa pregunta, algo en la frase la volvió aun más curiosa.
-¿Sakura? ¿De cuándo acá dejo de ser "Haruno" o "Sakura-san"?-.
Konan frunció el ceño intentando comprender la situación, y de repente noto que estaban a la vuelta del pasillo que llevaba a la enfermería.
-Deidara ¿Dónde estabas?-Esta vez su tono era insistente.
Deidara rápidamente le entrego los platos de comida sin que ella pudiera evitarlo y comenzó a caminar a paso apremiante.
-Te traeré un nuevo vaso, tu ve con Sakura.- Y sin añadir más se alejo casi huyendo de ella.
Ella se quedo sin palabras ahí de pie, con un plato en cada mano.
"Por favor, no me digas que tu también". Pensó para sus adentros algo fastidiada.
Dio un paso y escucho un sonido metálico debajo de su pie: no había caído en cuenta de que la bandeja seguía en el suelo.
La mujer pateo rápidamente la bandeja, esta reboto contra el muro, le dio otro punta pie para alzarla y en un rápido movimiento soltó el plato de su mano derecha para atrapar el otro objeto. Antes de que cayera al suelo el plato aterrizo en seco sobre la tableta de metal.
Malabares sencillos, mucho más fácil que los que tenía que hacer con las personas.
Deposito el otro plato en la bandeja y retomo su camino hacia la enfermería.
Hacía más de una hora que Sakura había despertado, el efecto del medicamento se fue tan fugazmente como apareció. El extremo dolor en sus coyunturas y la sensación de quemazón en la carne bajo sus costuras la trajo de vuelta a la conciencia sin piedad alguna, más no se movió un ápice de donde estaba, no quería hacerlo.
Ni siquiera entorno la mirada hacia la puerta cuando esta se abrió haciendo su chirrido metálico por la falta de aceite en sus bisagras.
-¡Buenos días Sakura! ¿Cómo te sientes?- La alegre voz de Konan invadió la habitación de golpe.
Sin necesidad de observarla, Sakura podía sentir la mirada y la sonrisa en el rostro de Konan clavadas en ella. Aquello le importaba un bledo.
Tal vez la mujer de cabellos azules sintió aquel deje de rechazo, pues titubeo antes de continuar.
-Debes tomar tus medicamentos de la mañana, imagino que ya lo sabes...- Aun no había respuesta.
La criminal se acerco a ella, parándose frente a donde debía dirigirse su mirada, pero los ojos de la kunoichi estaban extraviados en un mar de pensamientos. La sombra de pesadumbre en ella la envolvía en una densa aureola que te robaba el aliento.
-Sakura, te traje algo de comer para que tomes tu medicina.- Dijo la mujer suavemente, colocando la bandeja junto a la mesita de noche. – Si aun no tienes hambre, puedes tomarlas más al rato…-
La falta de respuesta de la pelirrosa estaba logrando ponerla incomoda. Decidió que lo mejor sería irse, así que tomo camino hacia la salida.
Fue entonces cuando por fin la escucho a su espalda.
-No entiendo como lo haces…-
Konan se giro, y vio como Sakura estaba sentada de piernas cruzadas en la cama, su mirada estaba dirigida hacia las sabanas sobre sus piernas, pero aun así no se enfocaban a algo en específico. En aquel momento fue la primera vez que la peliazul se percato del arma que sostenía la Haruno en sus manos.
-Sakura ¿De dónde sacaste eso?-
Comenzó a caminar lentamente hacia ella, pero ante el movimiento, la pelirrosa se apretó más el objeto contra si, como protegiéndolo de su acompañante. Konan se detuvo al instante, temerosa de que la kunoichi pudiera lastimarse intencionalmente.
-Dime por favor como lo haces Konan…- Su voz era un suave susurro.
-¿Hacer qué?- Respondió, intentando aplacar los nervios que comenzaban a aflorar revoloteantes dentro de ella.
Sakura sonrió melancólicamente, buscando dar eco a un gesto irónico.
-Ayer mate a un hombre. Asesine a una persona solo por el simple merito de matarla.-
-Sakura, lo hiciste porque tenías que hacerlo…-
-No, Konan.- Interrumpió al instante la kunoichi. – Pude haber intentado más: pude tratar realmente de escapar, pelear contra ustedes por huir de aquí, utilizar a Itachi para que me ayudara a salir, o a Hidan… Si mi más grande anhelo era irme, entonces hubo muchas cosas que pude haber hecho. Incluso pude haber elegido morir antes de vender mi alma al diablo.-
La Akatsuki escuchaba atentamente las palabras de la joven. Notaba como cada vocablo se empapaba de una nota de sarcasmo.
-Pude haber hecho muchas cosas, pero ayer mate un hombre. Asesine a Sasori, solo porque quise hacerlo.-
-Sakura…- Algo de lastima embargo a Konan. Pero la pelirrosa retomo rápidamente la palabra.
-A pesar de eso, el aire sigue oliendo al mismo aroma hipnótico del bosque, el mismo silencio inquietante embarga la estancia cuando estoy sola, y el exacto calor abrazante de la noche de verano me envolvió acunándome en mis sueños.-
Las inquietantes palabras de la chica dieron paso a una risa que perturbo a su acompañante.
-No somos nada Konan, no somos irremplazables. Ayer mate a Sasori y sin embargo pude dormir como si nada, no siento remordimientos y la vida sigue, por lo cual se que yo también continuare junto con ella; Incluso tomare su lugar, el puesto de él en Akatsuki, con el tiempo dejaran de pronunciar su nombre arrojándolo al olvido, y entonces será como si realmente lo que hubiera pasado formara parte de un sueño.-
La risa de Sakura se fue pausando poco a poco, y finalmente miro a su compañera directo a los ojos. Pudo notar como su mirada expresiva dejaba de mostrar preocupación, dando paso a una comprensión absoluta.
-Nunca te enseñan en la escuela que debas matar a un ninja sin un motivo poderoso, eso solo lo hacen los criminales...
-Más si te inculcan la idea de que el asesinato viene de la mano con culpa de deshonra a la vida misma, aun cuando ser ninja implique hacerlo.- Respondió Konan, ahora ella comenzaba a sonreír.
-Entonces ¿Cómo lo haces Konan? ¿Cómo puedes vivir realizando lo que tú consideras tu deber, sin sentir que afrontas consecuencia alguna por ello?- Sakura la observaba casi desesperada por su respuesta.
La peliazul no pudo contenerse más, y su risa afloro de su garganta retumbante y melodiosa.
-Sakura, mi deber va más allá de matar personas.- Respondió intentando recobrar fallidamente la compostura.- Tengo una meta que considero mucho más importante que mi propia vida, y hare lo que sea necesario para cumplirla.
-¿Una meta?- Pregunto extrañada la kunoichi, a lo que Konan asintió.
-Así es, y créeme, la primera vez que asesine a alguien, más que el remordimiento o el pesar, me invadía la ira.-Konan se acerco hasta la cama de Sakura, y se sentó en el borde quedando con su rostro frente al de ella.
-¿Ira? ¿Por qué ira?- Por un instante, el semblante de la peliazul se volvió sombrío. Al parecer recordar aquello le provocaba malestar.
-Prefiero no hablar de ello.- Respondió cortante.
Sakura se quedo observándola por un instante. Ambas dejaron que el silencio invadiera la enfermería durante una larga pausa, aquel lugar callado era bastante apacible.
Finalmente Konan retomo la palabra.
-Sakura, dentro de toda esa maraña de palabras que acabas de soltar, simplemente te confunde una sola cosa: "¿Por qué no estás llorando por matar a alguien?" Te lo contestare en un parpadeo:
Porque no conociste nunca a Sasori.
Porque no era alguien que representara importancia para ti.
Porque interfería en una meta que, tal vez no te has percatado, pero te la has fijado a ti misma.
Porque eres una Kunoichi y es parte de tu senda.
No tengas miedo por no sentir nada Sakura, eso no significa que te estés volviendo fría. Cuando mates por el simple placer que te cause hacerlo, porque te haga sentir fuerte, o cuando veas con desprecio a tus victimas, entonces será cuando debas sentir miedo, pues la bondad que te caracteriza tanto se habrá esfumado.-
Sakura se quedo sin aliento un instante, si ese era el punto en todo aquel asunto. Sonrió a su acompañante y se sintió mejor cuando esta le respondió de la misma manera. Comenzaba a conocer ciertos aspectos de Konan que nunca sospecho siquiera que existieran.
-Bien, teniendo eso en claro…- la peliazul tomo la bandeja de la mesa de noche y se la coloco enfrente a Sakura.-… Sera mejor que regreses a lo tuyo.-
La pelirrosa asintió gentilmente y tomo el tazón con fruta que estaba en la bandeja. Comenzó a comer pausadamente, sintiendo como el alimento caía dentro de su estomago vacio provocándole más nauseas que saciedad. Otro efecto colateral de sus medicamentos.
Su compañera caminaba de aquí a allá conversando alegremente con ella como si nada hubiera sucedido desde que entro por la puerta, ella la observaba divertida, era tan entretenida que la hacía olvidarse por completo del dolor de sus heridas.
Entonces recordó algo.
-Konan ¿Dónde está Itachi?- Hasta ese momento la pelirrosa no había cavilado en ello.
-¿Itachi?- La peliazul la miro sorprendida por la espontaneidad con la que surgió la incógnita.- ¡Oh es verdad! Pein lo envió a una misión anoche después de que cayeras consiente, al parecer era algo urgente.
-Ya veo.- Respondió en un susurro Sakura.
-Vamos, sabes que él no se iría si no supiera que es de suma importancia. No se separo ni un metro de la puerta cuando estuviste inconsciente después de la batalla.- Comenzó a decir despreocupadamente intentando animarla.
-No es eso Konan, es que…- Hizo una pausa y miro a la expectante ninja frente a ella.-… olvídalo, no tiene importancia. Mejor cuéntame sobre eso del incidente en la cocina con Kakuzu.-
La pelirrosa le sonrió alentándola a continuar con su anécdota, a lo que Konan imito el gesto y continuo la historia creyendo que solo trataba de ocultar recelos amorosos.
Sin embargo, Sakura no escuchaba ni una sola palabra de lo que le contaban, estaba concentrada en otro asunto que ahora la intrigaba.
Después de una larga mañana de realmente no hacer nada, Pein se sentó en la silla de su oficina. Se suponía que tendría una serie de deberes que cumplir para antes de mediodía (sobretodo con la muerte de Sasori), pero el continuo eco de lo que acababa de escuchar horas antes seguía retumbándole en los tímpanos, distrayéndolo continuamente de sus pendientes.
Buscando a Konan fue a dar a la enfermería, ahí se quedo detrás de la puerta, escuchando alerta la voz perturbada de la Akatsuki tras notar su nerviosismo en su tono de voz. Sin tener la menor intención, el líder de la organización escucho toda la conversación entre la mujer y Haruno.
"No somos nada Konan, no somos irremplazables. Ayer mate a Sasori y sin embargo pude dormir como si nada, no siento remordimientos y la vida sigue, por lo cual se que yo también continuare junto con ella"
Al parecer, aun con su actitud aniñada y débil, la kunoichi estaba realmente lista para ser entrenada bajo la protección de Akatsuki.
"¿Quién diría que de un simple secuestro se armaría todo esto?" Aquello era insólito, pero indudablemente al Shinobi le entretenía el pensar cuál sería el verdadero desenlace.
Estuvo pensando distraídamente en esto, hasta que por fin llamaron a la puerta.
-Pasa Konan.- Apremió el al instante.
La ninja entro casi antes de que terminaran de pronunciar la ultima vocal de la frase, tenía prisa pues sabía que el líder la estuvo buscando desde hacía horas.
-Discúlpame Pein, estaba en la enfermería atendiendo a Sakura…- Se excuso rápidamente haciendo un ligera reverencia.
-Sí, ya estoy enterado de ello. Precisamente de Haruno es de quien deseo hablarte.- Declaro interrumpiendo la disculpa de su subordinada.
-¿Haruno? – Parecía algo sorprendida, ese tema de conversación no era el predilecto del líder.
-Así es, toma asiento.- Indicó, ella obedeció sin dar rodeos.- Realmente no se la verdadera razón de que armaras tanto alboroto Konan. Y para serte sincero el hecho de que me ocultes cierta información es algo nuevo y no muy agradable para mí. – Pein entrelazaba las manos sobre su escritorio, adquiriendo una pose formal para equilibrar lo íntimo de la conversación.
-Supongo que es lo sano ¿no? Guardarnos algunas cosas para nosotros mismo.- La mujer sonrió divertida, precisamente había estado pensando en ello esa mañana. Cuanto la conocía aquel hombre.
-Supongo. Sin embargo, aunque al principio me desagrado por completo la parte de tu plan que me expusiste (porque no soy tan ingenuo como para no saber que solo es una minúscula parte), comienzo a creer que será bueno para la organización.-
-No debes dudarlo.- Aseguro ella.
-Escúchame bien Konan.- La voz de Pein ahora sonaba rotunda.- Sabes que se te dan muchas consideraciones por el hecho de que eres mi mejor aliada, más quedaras encargada de lo que suceda con Haruno; cualquier error, problema o falla afrontaras las consecuencias junto con ella. Ya conoces las reglas.-
-Si Pein-sama.- Cuando adoptaba ese tono, la kunoichi sabía que todo era formal.
Se sostuvieron la mirada por unos instantes, ambos se mostraban sus expresiones serias, seguras y decididas refulgiendo en sus caras, aquello era el rostro de un ninja.
-Ahora, con respecto a la iniciación de Haruno…- El tema seguía siendo referente a lo mismo, pero ahora se podía hablar de manera más casual.
-Si, tuve un encuentro esta mañana con Kakuzu, deseaba saber la fecha de que se fijaría para la reunión.- Respondió la criminal.
-Kakuzu, de alguna manera ya debe estar planeando como sacer alguna ventaja de esto.-Comento Pein por lo bajo.
-Sin duda ama demostrar el porqué lo nombraste administrador de nuestras finanzas, es un avaro.-
-Pero un avaro eficiente.- Aseguro Pein.- Regresando al tema, ¿Cuándo consideras que Haruno estará lista para la iniciación?-.
-En realidad a pesar de la gravedad de sus heridas, se ve como si no mucho le hubiera sucedido.- Comento Konan intentando ocultar la satisfacción en su voz.
-Bien, entonces ya estará lista para hacerla esta misma semana…-comenzó a declarar Pein.
-Disculpa por interrumpirte Pein, pero considero que lo mejor sería esperar un poco.
-No lo creo ¿Por qué habría de esperar?- No le agradaba esta interrupción.
-Itachi no regresara hasta dentro de 5 días de su misión, y es él quien entrena a Sakura…-
-Ya veo a donde quieres llegar.- Respondió Pein sonriendo de medio lado, Konan se extraño de este gesto.
-¿Sucede algo que ignore?- Pregunto ella.
-Veras Konan, normalmente me habría molestado tu interrupción, pero en realidad es gracioso el hecho de que mencionaras a Uchiha.
-¿Itachi?- Ahora comprendía menos.
-Sí, él mismo. Vino esta mañana antes de partir para solicitar la posibilidad de que esperara hasta su regreso para la iniciación de Haruno.
-Ya veo…- Sin duda Itachi se estaba volviendo obvio.
-La condición para aceptar esto es que llegara dentro de 4 días de su misión, es día sin excepción será la iniciación de Haruno.- Afirmó el líder.
-Pero, ese tiempo no es suficiente para que haga lo que se supone que le enviaste a realizar…
-Él ya ha aceptado, y yo he tomado mi decisión: dentro de 4 días Haruno se unirá oficialmente a Akatsuki, independientemente de quien esté presente. ¿Haz entendido?
-Si, Pein- Afirmo ella.
-Bien, en ese caso estas encargada de la Kunoichi hasta ese día, dejo a discreción tuya cualquier asunto relacionado con ella, su salud, ubicación y esas cosas. Puedes retirarte Konan.- Finalizo él sin dar opción a continuar con la conversación.
Konan asintió con una ligera reverencia y se retiro del lugar cerrando la puerta tras de sí.
-Vaya que eres imbécil Itachi, mira que dejarte expuesto de esa manera ante Pein…- Susurro molesta la mujer.
Sí, eso había hecho, ahora Itachi tenía cola que le pisaran, y su debilidad era tan obvio que se volvía preocupantemente vulnerable.
"Idiota" Pensó para sí suspirante, antes de retirarse de aquel lugar.
"Pero aun así, no puedo dejar de estar preocupada como él, ante la idea de lo que su ausencia pueda causarle a Sakura…"
Kakuzu caminaba por los pasillos decidido, se le veía molesto, casi sacando chispa de rabia. Llego a una de las puertas de las numerosas habitaciones y la abrió azotándola de golpe.
-¡¿Pero a ti qué Carajo te pasa por tu jodida cabeza fenómeno?- Preguntó Hidan con su característica sutileza ante la intromisión.
El Jashinista ni siquiera lo miraba, tenía su vista fija en su guadaña, limpiando los rastros de sangre y suciedad que quedaban en esta desde la última vez que la utilizo.
-¡Cierra tu maldito pico! Konan casi me rebana la cabeza por andar averiguando lo que querías saber.- Reclamo iracundo.
-Y bien ¿al menos lo lograste o te amariconaste antes de preguntar algo?- La sonrisa burlona asomándose.
-Juro Hidan, que si no me debieras dinero aun por este asunto, tu sangre estaría ahora mismo escurriendo por mis dedos.- El intentar apaciguar su ira no parecía dar resultados.
-Vamos Kakuzu, como si en verdad pudieras asesinarme.- Rio a carcajadas el hombre.- Ahora deja de hacer tus bromas de coña y cuéntame ¿Cuándo va a hacer la iniciación?-Repentinamente se puso en una actitud más seria.
-Konan no me dijo nada, pero la estuve siguiendo hasta el despacho de Pein y pude escuchar su conversación.- Comenzó el Shinobi, pero su acompañante lo interrumpió.
-Mira que espiar al líder por unas cuantas putas monedas, ¿Estas así de jodido o la edad te hizo tan imbécil?
-¡¿Quieres saber o no idiota?- Su paciencia se agotaba.
-¡Oy tranquilo! Dime entonces.-
-Al parecer lo harán dentro de cuatro días.
-¿¡CUATRO DÍAS! Eso es una eternidad… ¿Por qué carajo tanto tiempo?- Arrojo su guadaña al suelo de la sorpresa y miraba a Kakuzu expectante por lo que respondería.
El Shinobi frente a él comenzó a reír con malicia burlesca, Hidan lo miro exasperado.
-Oy Kakuzu, ¿y a ti qué coño te sucede ahora?-
-Itachi.- Respondió él sin dejar de reír.
-¿Eh?- Hidan alzó una ceja sin comprender.
-Vaya que eres imbécil… Cuatro días fue el tiempo que Pein le otorgó a Itachi de espera para que llegara de su misión. Si no cumple con en ese lapso, se perderá la iniciación.
Al comprender lo que le decía, la sonrisa socarrona del jashinista no se hizo esperar.
-Con que la comadreja no está… Me parece jodidamente perfecto.- El tipo se puso de pie y comenzó a deambular por la habitación pensativo.
-¿Sabes lo que eso significa?- Pregunto Kakuzu.
-Si… -Hidan miro a su compañero y un brillo perverso ilumino sus ojos.-…Esa jodida niñata no tiene idea de lo que le espera.
Durante todo el día hasta la caída del anochecer, Sakura había estado leyendo algunos de los libros que se encontraban en la enfermería, la idea de permanecer en ese lugar sin poder moverse a ningún otro sitio y sin anda que hacer la desesperaba; ahora comenzaba a comprender un poco el porqué de las continuas escapadas que realizaba Naruto del hospital.
Su cabeza comenzó a dolerle por el continuo esfuerzo de estar leyendo, no era un verdadero descanso estudiar estando tan medicada como se encontraba, pero no concebía la idea de quedarse simplemente dormida todo el día.
Konan la visitó nuevamente durante la tarde para llevarle algo de comer, sin embargo su visita fue breve, informándole que no podría volver en la noche, así que si no tenia apetito podía hacer el almuerzo a un lado y comerlo hasta la cena.
Por supuesto que aquella merienda seguía intacta, lo último que pasaba por la cabeza de la kunoichi era su alimentación.
"Entonces Itachi no está dentro de estos muros… interesante". Se repetía una y otra vez en su mente.
Cerro el libro que estaba en sus manos estrepitosamente, ya no le apetecía sentir esa horrible migraña. Cuando se estiro para dejarlo en la mesita de noche, su vista se poso en la Katana con la que había dormido la noche anterior. Rozó el grabado del mango con la yema de sus blancos dedos y suspiro, no sabía el porqué de su fascinación ante aquella arma.
Entonces comenzó a asentir como sus sienes martilleaban inténsame y paulatinamente, un ritmo desquiciante.
"Agh, será mejor que tome algo para la cabeza".
Se puso en pie con sumo cuidado de no estirar la piel donde tenía los puntos, y se dirigió hacia el almacén donde se encontraban todos los medicamentos. Su mirada empezó a buscar el frasco de aspirinas, pero la interrumpió y suave sonido.
Sakura se asomo por la orilla de la entrada del almacén, pero no vio nada.
"Juraría que escuche a alguien suspirando". Pensó extrañada.
No le dio importancia y continúo con lo suyo.
Ya habiendo consumido las pastillas, solo ansiaba cerrar los ojos en su cama y esperar a que surtieran su milagroso efecto. Caminando hacia la cama, miro una vez más la mesita de noche, pero se quedo congelada en su lugar al tornar su vista ahí.
La Katana ya no estaba.
Nuevamente el suspiro que pensó que había imaginado se escuchó, ahora detrás de ella.
Y en vez de ponerse nerviosa, una sonrisa de medio lado se dibujo en sus labios y una suave risilla sarcástica surgió de su pecho, más no se giro en ningún momento. Su voz se escucho suave y clara, con un tono que seducía retadoramente:
-¿Acaso has venido a matarme Deidara?-.

Sasusaku El amanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora