🕛; se acabó tu tiempo;

1.4K 228 98
                                    

Min YoonGi, o más bien, el reloj de Min YoonGi está roto.
Ha dejado de marcar los segundos, minutos y las horas, al igual que su sonido mecánico de tic-tac, tic-tac está totalmente muerto.

Si YoonGi tuviera su reloj, diría perfectamente que son las 2pm., sin embargo, su reloj está destrozado en el frío suelo de mármol. YoonGi refunfuña, no tiene ni la menor de las ganas de correr a buscar otro al mercado, por lo que su compañero de cuarto recibe una mirada asesina que lo hace tragar saliva —y miserablemente ahogarse en ella—, oh, pobre Park JiMin, será mejor que rece porque hay alguien muy enojado en ésta habitación.

JiMin puede verlo claramente, el campus estallará en murmullos: “¿Has oído sobre el compañero de habitación de Min YoonGi?”, “¿Qué? ¿YoonGi tenía compañero de cuarto? Ese tipo da miedo...”, “Exactamente eso, tenía, porque lo mató anoche, hay manchas de sangre en toda la habitación.”, “Pobre chico.”

YoonGi le hace una seña de ven aquí pedazo de mierda mientras que JiMin retrocede hasta chocar con la pared, sólo un poco más para la puerta y a correr cómo alma que lleva el diablo. Sin embargo sus planes se ven totalmente arruinados cuando nota que oops, la puerta está con llave y no la tiene ni más ni menos que YoonGi, la razón es bastante simple, el más pálido de los dos no confía en el moreno porque es tan torpe que perdería la llave en cualquier lugar.

El moreno le reza a todos los dioses, y si sobrevive a ésto promete vagamente convertirse en monje o algo por el estilo.

—Ven JiMin, siéntate aquí. —el castaño apunta hacia su regazo y habla de forma tranquila.

JiMin lloriquea, pero sabe que no hay salida así que sólo le queda caminar hacia él, arrastrando los pies cómo si algo lo fuera a salvar de ésta. En su vida, digámosle miserable vida, ha cometido apenas tres errores. El primero fue decirle a su madre que su comida estaba fea (ella no volvió a cocinarle sino dos semanas después de eso), el segundo decidir compartir su habitación con un abuelo ermitaño y gruñón tres años mayor que él (pensó que el apodo SUGA era porque su compañero sería todo un dulce, cómo el azúcar, grave error), y el tercero y el más letal de todos hacer enojar a tal chico.

YoonGi frunce el ceño, no es cómo si fuera a matarlo, sólo le pide que vaya hacia él, ¿Cómo es que puede demorarse tanto si en su habitación apenas caben sus camas y un par de cosas?

El pelinegro se sienta sobre las piernas de YoonGi e intenta poner su mejor expresión del gato con botas. Pero eso no funciona con SUGA, por más azúcar que sea.

—¿Qué te he dicho yo sobre romper mis cosas, Park? —con expresión estoica lo tomó de la barbilla y lo obligó a que lo viera directamente a los ojos.

—¡No fue mi intención, lo juro! —lo último suena cómo una súplica de quien está por morir.

YoonGi piensa en su próximo movimiento, no, estoy mintiendo; YoonGi no lo piensa, sabe exactamente qué hacer con ésta situación. Le sorprende que no haya sucedido antes, el más bajo incluso había estado a punto de romper una cara chaqueta de YoonGi la semana pasada, y él ama esa chaqueta, pero en el fondo quería que éste la rompiera para poder saldar cuentas.

—Mhm... No lo sé, tendrás que pagarme, ¿Te abstienes a las consecuencias de tu estupidez?

JiMin traga saliva nuevamente, YoonGi ha estado usando ese tono tan calmado que sólo significa una cosa peligro, corre, muerte.

—¿C-Cuánto dinero quieres? —balbucea con temor, más que el hecho de gastar sus ahorros, tiene lástima de romper su alcancía en forma de cerdito.

Al siguiente momento hay un silencio ensordecedor en la habitación, apenas se oye cómo caen un par de gotas del grifo del lavado y sus respiraciones, una más calmada que la otra.
Una risa entre macabra e infantil rompe el silencio, y los tímpanos de JiMin.

—No estamos hablando de dinero, Park.

—¿Ah, no..? —pregunta desconcertado y suspira para sus adentros. El cerdito está a a salvo.

—No. —sutilmente sube y baja su mano por la espalda del otro chico—. Tendrás que darme algo mejor que eso.

Le envía una mirada sugestiva que dice a gritos si no entiendes de qué hablo es porque ya eres muy estúpido.

Oh... —deja salir de forma significativa.

YoonGi no espera ni un , ni un no cuando presiona sus delgados labios sobre los gruesos del moreno. Al principio JiMin está estático intentando procesar todo y al siguiente está correspondiendo un beso demandante.

Tal vez YoonGi no sea azúcar, pero a pesar del modo vulgar en que lo besa, sabe dulce y se pregunta si el apodo realmente es porque YoonGi da besos de azúcar y un poco de celos se instalan dentro de él pensando en alguien más besando a su compañero de habitación.

Sus bocas se deslizan lentamente en un compás sensual, cuando la lengua traviesa de YoonGi pide permiso para entrar en la cavidad bucal de JiMin éste le deja hacerlo y se siente desfallecer del modo en cómo sus manos —que anteriormente tomaban su rostro— ahora están en sus caderas presionando fuerte, mientras prácticamente le folla la boca con la lengua.
Se escucha el sonido lascivo de sus bocas, con un poco de saliva resbalando por sus comisuras cuando se separan por un poco de aire. Ambos están jadeando y mirándose con pequeñas sonrisas, una tímida y la otra maliciosa.

—Y la próxima vez que rompas algo yo te romperé a ti, ¿Entendido, Park? —susurró de manera ronca trazando el cuello suave de JiMin con su nariz.

—S-Si, Min. —casi gime de sorpresa cuando siente la lengua caliente del otro trazando una línea en su clavícula.

JiMin cree que después de todo no está tan mal el ir rompiendo las cosas de YoonGi, sea o no, por error. Y si éste compra mil relojes más, gustosamente los pisará.

Si lo piensa bien, YoonGi es el culpable por dejar el reloj tirado en el suelo, si tanto quería un reloj sano, no debería haberlo dejado allí, y justo cuando está por decirle eso el otro ya está atacando sus labios otra vez. Pero a JiMin ya no le importa.

el reloj de min yoongi ↪ y.mDonde viven las historias. Descúbrelo ahora