Capitulo 5. Media Noche

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Cegadas por el miedo, continuaron su camino hasta llevar casi al límite del país. A un kilómetro del sendero, a la derecha del carromato que conducían las mujeres, se veía un frondoso bosque. Era perfecto para ocultarse y descubrir quién era su perseguidor. Anna estaba convencida de que era un cazador oscuro, había hecho que Rowen usara sus recién adquiridos poderes para averiguar quién estaba tras su pista. Después de un intenso escaneo por parte de la joven gitana, no consiguió decir quién o que las perseguía. No emanaba magia alguna, o era un humano corriente, o alguien muy poderoso que podía ocultar su magia a los demás.

En poco tiempo consiguieron llegar al borde del bosque. Ocultaron el carromato unos metros, entre la espesura y volvieron al linde. Ocultas tras unos matorrales observaban sin descanso el camino, esperando ver llegar de un momento a otro a su perseguidor. Rowen había aprendido como ocultar su magia en la torre de la luna. Sioba le había enseñado como hacerlo hacia un par de años y ahora tenía un control absoluto para poder camuflar la suya y la de Anna. No fue difícil de aprender para ella, pero no todos podían hacerlo. Se necesitaba una gran energía física, pues ocultar magia, con magia consumía las fuerzas de quien lo intentaba, pero sobre todo se necesitaba un alto nivel y control de magia.

Mientras esperaban, escucharon el galope de un caballo, sin duda alguna haciendo el mismo recorrido que ellas habían hecho antes. En pocos minutos vieron acercarse al animal y a su jinete. El caballo era de color gris y grande, demasiado grande para el jinete. No se podía distinguir si el montador  era hombre o mujer. Un espeso manto de color marrón oscuro le cubría todo el cuerpo y una gran capucha escondía su rostro. Al llegar casi a su altura, el caballo fue cambiando del galope al paso, hasta que se detuvo. Su perseguidor bajo de la montura y oteo el horizonte. Miro a ambos lados del camino, era como si supiese que estaban allí, aun cuando habían ocultado su magia.

Algo llamo la atención de Rowen, ahora que podía ver al caballo de cerca le resultaba familiar. No sabía decir que era exactamente, pero el color del caballo le recordaba al de la luna llena. Fue en ese momento, cuando hizo la comparación, que le vino algo a la memoria.

                                                                              ***

“Hacía apenas un mes que había llegado a la ciudad antigua acompañada por Anna. En ese tiempo no había tenido contacto con nadie fuera de la orden de Herecia. Todos los días la recluían en el cuarto que habían asignado para ella y Anna, mientras esta se pasaba casi todo el día reunida, con las demás mujeres. De vez en cuando  la hacían llamar, Rowen odiaba esos días. La observaban y la estudiaban como si fuera una piedra preciosa, murmurando entre ellas pensando que la niña no podría oírlas. Querían moldearla, hacer que fuera como ellas querían, someterla bajo sus voluntades. Rowen pensaba que en algún momento Anna saltaría en su defensa, no era su madre, pero era todo cuanto ella conocía y amaba. Pero eso nunca sucedió. Anna nunca dijo nada en su favor, se quedaba allí mirándola y hablando con las demás. Esa noche, en su alcoba estaba decidida a huir de aquella torre. Recordaba lo feliz que había sido siendo nómada, como la habían acogido los otros pueblos que se encontraban por el camino. En ese momento ella no sabía que la buscaban sin descanso, que cuando la encontrasen la matarían sin dudarlo, era una niña y desconocía el mundo, del que su hasta entonces madre, la protegía. Sin dudarlo un segundo hizo un pequeño petate y salió por la ventana. Era buena escaladora, siempre le había gustado trepar a los árboles, al principio para asustar a Anna, pero con los años había perfeccionado la técnica para ocultarse cuando era necesario. Se hallaba en una de las cornisas más alta de la torre. Fue dando pequeños pasos pegando su espalda a la fría pared, hasta llegar a una parte donde las piedras de la torre sobresalían, haciendo que pareciera una peligrosa escalera. Rowen se puso cara a la pared y con cuidado puso sus pequeñas manos en una de las piedras, mientras que con los pies iba tanteando hasta tocar otra y apoyar así el peso de su cuerpo. Le llevo más tiempo de lo que esperaba bajar la torre. Ya era noche cerrada, pero la luna llena brillaba en el cielo acompañada de un millar de estrellas. Era la primera vez que Rowen veía aquel paisaje. Frente a ella tenía un prado tan amplio que se perdía a la vista. A un lado estaban las caballerizas. En el silencio de la noche podía distinguir el relincho de las bestias, procedentes de aquel lugar. Se encontraba totalmente perdida, no recordaba el camino por el que habían llegado Anna y ella. Se disponía a hacer un pequeño reconocimiento del lugar, cuando vio aparecer en la lejanía la silueta de un animal. Se iba acercando rápidamente por el prado, cuando se hubo acercado lo suficiente, Rowen comprobó que se trataba de un caballo. Pero no de un caballo cualquiera, sino el más hermoso que había visto nunca. La crin le bailaba de un lado a otro, atrapando los destellos de la luna, el animal parecía volar sobre la tierra, no levanto ni una nube de polvo en todo el camino. Estaba fascinada admirando aquel animal cuando alguien le hablo a su espalda:

— ¿Te gusta el caballo?— lentamente  y con miedo se dio la vuelta. No sabía que castigo le impondrían por haber intentado escapar.  Sus dudas se disiparon al descubrir, que quien le hablaba era una niña un poco mayor que ella. Tenía el pelo recogido en dos largas trenzas y tan rubio que por un momento le pareció que el sol hubiese asomado en plena noche. Sus ojos verdes no la miraban a ella, sino que estaban clavados en aquel maravilloso animal.

—Es precioso, nunca había visto uno así. Es…. es maravilloso—. Contesto Rowen con suma admiración.

—Lo han traído para mí. Aun no le he puesto nombre. Pero he estado dándole vueltas… creo que lo llamare media noche, ya que su color es como el de la luna llena ¿Qué te parece?

—Es un nombre muy bonito y acertado. Eres afortunada por tener un caballo así ¿Has montado en él?—pregunto la pequeña gitana.

—No, aún no está preparado. Lo han traído para crear una conexión mágica entre él y yo. No lo montare hasta que sea necesario.

El comentario sorprendió a Rowen, nunca había oído hablar de conexiones entre personas y animales. La gitana se preguntó entonces quien era esa niña. Tenía muy claro que debía de ser muy especial para que le trajeran un caballo como ese. La rubia miro por fin a los ojos de la morena, y al ver su incertidumbre, se presentó:

—Me llamo Aysha y soy la hija de Sioba la Danna de este aquelarre—. Aysha le sonrió y le extendió la mano. Rowen dudo unos instantes y sonriendo en respuesta le estrecho la mano. —Tú debes de ser Rowen, la hija de Anna—continuo hablando la rubia— ¿Qué haces aquí tan tarde?

—Iba a escaparme. Me siento prisionera en esta torre—en su fuero interno, Rowen intuía que podía confiar en esa pequeña bruja, y siguió explicándose—No me dejan ir a ninguna parte, solo puedo salir de mi alcoba para ser estudiada por esas mujeres a las que no conozco. Nadie me dice nada, y ya estoy harta—. Su semblante se volvió triste mientras continuaba hablando. — Esa mujer que dices que es mi madre no lo es, siempre me ha tratado como a una hija y yo la quiero por ello. Pero ahora que más la necesito no ha hecho nada para ayudarme. Se ha comportado como las demás.

—Eso no quiere decir que no te haya querido, o que haya dejado de hacerlo. Pertenece a una orden secreta, y debe comportarse estando en la presencia de las demás. En su debido momento se te revelara todo— sentencio Aysha.

— ¿Cómo sabes tú esas cosas?—pregunto la gitana. Empezaba a creer que no estaba frente a una bruja como las demás.

—Muy sencillo. En un futuro seré la Danna, como mi madre. Me estoy preparando para ser la mejor Danna que haya existido nunca.

— ¿Qué es una Danna?— Rowen había escuchada esa palabra antes, pero nunca supo que significaba.

—La Danna es algo así como, una suma sacerdotisa para las gitanas. Tienen más poder que las demás brujas, y ostentan el más alto cargo en….

Las niñas habían dejado de hablar, al oír ruidos y pasos que se acercaban a ellas. Pudieron divisar a un gran grupo de mujeres. En ese momento Rowen sabía que tendría problemas. Contra todo pronóstico Aysha salió en su defensa diciendo que había sido ella la que durante la noche fue a buscarla a su cuarto para conocerla, la había llevado hasta el prado para enseñárselo y no se habían dado cuenta de lo tarde que era.

Desde ese momento fueron amigas y se hicieron inseparables. Por las noches, después de pasar la tarde en la atalaya de la torre con Sioba, se hacían confidencias y soñaban con lo que les depararía el futuro.

                                                                           ***

Sin duda alguna ese era media noche, por lo que su jinete no podía ser otro que su mejor amiga. Sin hacer ruido salió de detrás del matorral. Anna la agarró del brazo y le dijo que volviera a ocultarse. Su perseguidor miraba hacia el otro lado, dándoles la espalda a ellas. Rowen se zafó del agarre diciéndole que no se preocupara, que sabía quién era.

Poco a poco, sin hacer ningún ruido se fue acercando al camino. Le separaban apenas un metro cuando el caballo percibió el movimiento y dio un fuerte relincho, avisando a su dueña de la cercanía de la gitana. El corazón de Anna dio un vuelco, suponiendo que aquella pequeña a la que tanto había protegido, ahora se hallaba en peligro.

Al oír el relincho del animal, la chica que se ocultaba bajo el espeso manto se giró bruscamente. Al hacer ese movimiento la capucha cayo y dejo ver el rostro de una chica de unos diecinueve años, con el pelo largo recogido en una única trenza y tan amarillo como el sol.

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