Desde las mañanas...
Una mañana fresca para comenzar, yo acostado disfrutando al máximo del frío que hay aquí, me levanto sin vigor ante el nuevo momento de mi vida. Queriendo seguir durmiendo, o de plano, reflexionar de cómo pasa tan rápido el tiempo y de cómo llegue a la Bachillerato.
Pero, veo las luces donde reflejan fuertemente sobre la ventana, hacían brillar mi closet y de allí, a mis hermosos ojos. Provocando una situación bastante incomoda.
Sin dudar nada, me levanto y tapo las luces con las cortinas de mi ventana. En vez, de volver a mi cómoda cama, camino con calma hacia la puerta de mi habitación. Lo primero que veo, es mi madre preparando el desayuno. Ella no me dirige ninguna palabra.
—Buenos Días...
Hablo sin animo, como un sumiso de mamá que debe ser.
Ella simplemente me observa, y me regala una linda sonrisa. De plano, vuelve a trabajar dentro de su labor como ama de casa, preparando el primer alimento del día, obviamente el desayuno.
Mientras, yo me dirijo directamente a la bañera. Me quito mi ropa de algodón, y entró a ella. Era temprano, demasiado temprano; era obvio del agua fría que venía. Se sentía sin siquiera tocarla, la humedad hizo sentir mi cabello castaño mojado.
Observaba firmemente hacia arriba, y a la vez, me metía poco a poco al agua para bañarme. Ese momento nostálgico, donde tenías que hacer lo mismo en primaria me recordó. Esos viejos momentos, donde estaba cerca de la naturaleza... Exactamente cerca del mar.
Ahora, estando viejo, lejos de mi primer lugar, y con muchos cambios en mi vida; me hace ganas de volver al pasado. Revivir esas experiencias, de vivir en carne propia al niño alegre que tenía contenta a mi familia.
Hoy, siendo un joven que solamente que se la pasaba viendo dibujitos y de milagro sigue estudiando sin ningún entusiasmo... Y por supuesto, alcanza el acceso a una de las academias más destacadas de la gran ciudad.
Mi mamá, mi padrastro, mis medios hermanos están agradecidos de por lo menos de poder sacar a mi familia de la pobreza, como si de una manera tener buenas calificaciones se tratase. La comunidad de mi viejo hogar, me tratan como un genio, si fuese el mismísimo Albert Einstein u otro físico famosillo que la gente se vuelve loca a pesar que no entienden nada de eso. Esperando algo que no será realidad.
Mi pasión es la música, pero nadie quiere cultura. Solo quieren dinero, como si eso llenará completamente el corazón de nuestra alma hambrienta...
Hablando de los sonidos armónicos y elegantes, mientras me jabono por todo mi cuerpo. Escucho el violín sonar...
— ¡Deja eso, Evelyn!
Grito hacia mi hermana, pero la melodía no proviene de ella con un sonido incomodo que hacen doler los oídos.
—No es de aquí... ¡Es de la casa de a frente!—respondió con una seriedad y golpea la puerta-Sal de allí, lleva demasiado tiempo allí dentro-
Sin pronunciar ninguna palabra de mis labios, me enjuago y me seco con mi calma...
— ¡Muévete, Lucas!—gritó la niña consentida de la casa apresurándome.
— ¡Ya va! ¡Cálmate!
Salgo enrollado con la toalla, y mis ojos café ven a la muchacha necia vestida ya con el uniforme...
— ¿Tanto apuro por gusto?—le preguntó enojado hacia ella
— ¿Qué? ¿El baño no se hizo para pensar de filosofía?—comenta algo sin gracia
Evelyn se va riéndose...
—La próxima vez... Mejor quédate en el cuarto de noche haciendo eso—dijo con confianza
muestro una sonrisa calmada.
Ella es todo un tesoro, para mí, para el resto de mi familia. Un regalo de Dios, donde por lo menos me hace sentirme feliz en estos días. Me da esperanza que algún día, se dará un ángulo de 360 grados, para convertirme en un buen músico o trabajar en algo que realmente me gusta. Sin que nadie se intervenga en mis decisiones.
Suena imposible, pero para ella sí. Por ella, tuve el violín. Un instrumento que ni mi padre biológico quiso comprarme. Este amado instrumento lo obtuve desde una familia adinerada, donde mi hermana aquel tiempo cercano al puerto vivía con la pareja actual de mi madre.
Me lo regalo para demostrar que era parte de la familia, sin importar nuestros pasados...
Y gracias a ella, pude aceptar a mi nuevo padre. Un señor que sí valía la pena, que sí inspira y no como el amargado que piensa que la vida se trata de un éxito en obtener dinero y solo eso.
—...
Me veo desde un espejo... Un uniforme bastante extravagante y único, observa mis ojos. Donde gente de la metrópolis, lo reconocen como la Academia Fanima, como la más increíble, la más disciplinada, la más difícil... Y un conjunto de características que son bastante destacables en una sociedad mediocre.
Se levanta un marco de orgullo en mi rostro, dejando mi mano derecha sobre la camisa blanca como la nieve y la corbata de azul y rojo presentes.
—Lucas... ¿Estás listo?
Pregunta mi madre entrando a mi pieza, oliendo a fuera un fragmento de tocino.
¿Es huevo con tocino?, pensé mirando hacia mi madre. Pasa los minutos sin emitir ninguna palabra centrándome en el dicho olor, obviamente, incomodando a mi madre.
—Sí, estoy listo... Solo déjame buscar el cuaderno de apuntes—le respondí a la pregunta que deje en el aire por unos largos segundos de silencio.
—Ah, bueno... El desayuno está a fuera—dijo en forma tranquila y se retira
Veremos cómo nos va el día de hoy... Mejor dicho, todo este año.
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Entre la Tristeza y la Felicidad Eterna
Teen FictionEl momento de ingresar a una nueva Academia, enfrenta nuevos desafíos de todo un estudiante de bachillerato... Un joven del puerto se encuentra una chica friki de la Gran Metrópolis. Un enfrentamiento de ideales y pensamientos.