Una gran cantidad de luciérnagas se deslizaba entre la húmeda hierba como la arena se desliza una tarde de verano entre la yema de dedos ajenos. Las frágiles pero luminosas luces que emitían se esparcían por el cielo junto el susurro del viento, que arrastraba las nubes hacia el horizonte con su dulce soplido, posándolas entre las olas de nuestra querida playa.
El casette reproducía Someday We'll All Be Free, de Donny Hathaway. Mis ojos se cerraron sin vacilar y sentí la brisa recorrer mis brazos y mis párpados. La manta negra a topos rojos de mi madre me protegía de la humedad y me cubría gran parte del abdomen y cadera. Un termo que desprendía un dulce olor a café me protegía de cualquier amenaza gélida.
Me gustaba el barranco situado en lo que años atrás fue el parque Tomson por dos razones: 1) No había nadie, tanto de día como de noche, y si por alguna razón venía alguien, o era una pareja de adolescentes dándose el lote, o era la policía inspeccionando la zona (un hecho que raramente ocurría, pues nadie quiere adentrarse en una zona con tan mala fama como la tiene el barranco Tomson)
Y 2) por sus preciosas vistas a la ciudad, que a pesar de tan sólo ver fábricas desprendiendo dióxido de carbono doce horas al día y la contaminación acústica, las noches eran mágicas gracias a aquel paisaje combinado con una suave brisa y una baja contaminación tanto acústica como lumínica.Como cualquier estudiante de bachillerato, sé dos cosas acerca de esta vida:
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In love with a Ghost
Short StoryQuizás Robert no sea más que el reflejo y la cara bonita de la vida de Sam, quien pretende enamorar a la chica de sus sueños. ¿Por qué la vida nos hace sentir emociones por quienes las perdieron años atrás?