Capitulo 5: "Alezar"

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Habían pasado varios días desde el incidente de Will y Shelena con Alezar. Los dos muchachos habían invertido todo su tiempo en comer y recuperarse de sus heridas. Shelena fue la que tardó más, por motivos evidentes, y desde un banco de madera situado en la puerta de la casa de Eros, observaba como Will y su abuelo entrenaban. O más bien, como Eros le daba paliza tras paliza a Will.

—Sigues peleando como un abuelo.

—Vaya, ¿Un abuelo como tú? Eso es un cumplido.

Eros meneó la cabeza, haciendo que Will bajara la guardia, lo que aprovechó para barrerle los pies con su Bō y caer de culo. La risa de Shelena se oyó por todo el claro, a la que se le sumó la de Eros, y en menor medida la de Will.

—Vale, vale, lo capto, sois unos conspiradores—Giró el cuerpo de manera que le dio la espalda a Eros, pero en el último minuto volvió su rostro hacía el de él y le atacó con una de las dagas, la cual el anciano paró sin siquiera moverse. Forcejearon durante unos segundos hasta que Will desistió y retrocedió unos pasos.

—Esto va a ser difícil.

—Y más si quieres derrotar a Alezar.

Durante las dos semanas de recuperación, los dos muchachos habían estado hablando sobre su siguiente movimiento. Como encontrar al antepasado del Emperador, y lo más importante, que Taylor no les encontrara para que no se hiciera con las piedras.

Al parecer, los juegos con magia negra que habían dado lugar a Alezar podían ayudarles a encontrar al antepasado del Emperador. Eros había empleado dos esmeraldas, una perteneciente al pasado, y otra al futuro y las había hechizado con un conjuro oscuro, el cual con los ajustes necesarios podría localizarlo.

—No tardaréis en comprender que para conseguirlas necesitaremos que matéis a Alezar y arrancárselas de las cuencas de los ojos.

La sola idea producía un gran desagrado a los dos chicos, pero era la única opción que tenían por el momento; si las cosas se ponían feas, podrían intentar recurrir al escudo que Will había conseguido invocar aquel día, pero desde entonces no había conseguido volver a reproducirlo, y ni siquiera sabían si era posible hacerlo.

—Haremos una cosa—Comenzó Shelena—. Yo haré que se canse y le distraeré, mientras, Will debería poder trepar por todas las gemas que tiene en la cola y la espalda, y arrancarle las de los ojos.

—Me toca a mí lo más desagradable...

—Deja de quejarte—Le reprendió.

Y así, en los tres días siguientes, Will aprendió a trepar a árboles y a manejar las dagas, y Shelena terminaba de recuperarse y practicaba pequeños hechizos de protección que Eros le ensañaba. La Erenís azul de Shelena le permitía utilizar un mínimo de magia que no la dejaba agotada del todo, y podía seguir materializando a Phoenix, su espada.

Al cuarto día, los dos muchachos marcharon hacía la guarida de Alezar; atravesaron el bosque, subieron la gran colina, y se plantaron en la entrada de la cueva. Con las Erenís, alumbraron el interior, pero Alezar no estaba allí. Parecía que había abandonado la guarida.

—Qué raro. Eros dijo que estaría aquí, no suele salir de la gruta.

—Bueno, a lo mejor el pobre bicho estaba harto del frío y la oscuridad de su cueva—Rebatió Will. Shelena solo pudo mandarle una mirada asesina, pero la sonrisa del chico no hizo más que esta se quedara en un pequeño fruncimiento de cejas.

—Deja de decir tonterías y estate atento. Podría estar por cualquier sitio.

Como si las palabras de Shelena lo hubieran invocado, un gran estruendo se oyó a sus espaldas, y las hojas de los árboles comenzaron a temblar con violencia. El suelo se unió a ellas, y pronto Shelena y Will comenzaron a mirar a todos los lados en busca de la gigantesca serpiente cuadrúpeda.

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⏰ Última actualización: Nov 24, 2017 ⏰

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