Max se acurrucó en la bata de seda, su rostro estaba tenso por las lágrimas secas en sus mejillas. Aceptó con lentitud el pañuelo blanco que Magnus le tendía con una sonrisa pequeña en su rostro, intentando animarlo. Alec masajeaba su espalda dándole confort. Pero Max no podía concentrarse demasiado, seguía temblando por el miedo, desamparado en una isla desierta a la que lo habian obligado a naufragar.
Veía demasiado lejano el día en el que diría que era una mujer. Lo veía tan lejano como imposible, dispuesto a quedarse viviendo en esa mentira aún con la incomodidad y la tortura mental que conllevaba. Era la responsabilidad que la vida le había dado, una carga en sus delgados hombros que lo hundiría hasta la muerte. Pero ese día todo se había escurrido entre sus dedos, dejando al descubierto todos sus secretos.
-No quiero presionarte, Max pero de verdad necesitamos saber que sucede. - Alec lo miraba con expectación, el ojiazul aún sin dar respuestas, huía a su mirada. - ¿Max?
-Maxie- su voz era un hilo susurrante en los oídos de los mayores, asustado por la reacción que ambos podrían tener. Pero ¿que más daba? Lo diría, fuerte y alto, porque parecía que ya no tenia nada que perder. - Soy Maxie- repitió esta vez con altura, con la cabeza alzada, mirando a los ojos a su hermano con falsa valentía.
Alexander boqueo, golpeado por palabras que no esperaba escuchar. No entendía, no entendía a que se referia el pequeño Max, no entendía las prendas que su madre había destruido, no entendía la palabra "mujer" que su padre había balbuceado. O quizá si lo hacía, pero no veía luz en el camino para ello. No podía simplemente aceptar que lo que su mente le gritaba que ya sabía, era la realidad para su único hermanito.
-No comprendo- dijo Alec por fin. Magnus a su lado, golpeó su propia frente con irritación. No podía concebir la idea de como su esposo era tan ciego, porque para él era completamente obvia la situación. Alec frunció su ceño, molesto. -¿Qué?
-Alexander, ¿de verdad no comprendes lo que Max quiere decir, o no quieres entenderlo?
El ojiazul calló. Observó a su hermano menor que lo miraba serio, pero en sus ojos podía ver la angustia y la pequeña esperanza de que su hermano mayor lo recibiera en brazos.
-Max, creo que necesito escucharlo de ti- Max suspiró con resignación, Magnus se acomodó en su lugar, nervioso por las reacciones que su esposo estaba teniendo.
-Soy una mujer, Alec. He crecido toda mi vida en este cuerpo que no logra satisfacerme porque me recuerda que no me veo como quisiera, que por lo que llevo en el pantalón las personas van a verme como un chico. He intentado adaptarme para sobrevivir, como un animal en un ambiente nuevo. Pero no puedo, no he podido en dieciocho años y no podré jamás- jugó con sus dedos, dispuesto a soltar todo lo que le oprimía el pecho-. Desde los quince años compro mi propia ropa y la escondía con exito en mi armario. Zapatos, faldas, vestidos, el más bello de los maquillajes- soltó una risa irónica-. Claro que este día olvidé que mamá hacia la lavanderia y encontró todo eso al descubierto. Siempre fui tan cuidadoso, Alec. Mierda, yo estaba dispuesto a vivir asi para siempre.
Max comenzó a llorar de nuevo, agobiado por el destino al que lo habian obligado a encaminar. Trataba que las palmas de sus manos amortiguaran el sonido, pero le era imposible. Su dolor era sonoro y palpable.
Alec estaba estático, observando a su hermano con un rostro de piedra. Procesaba sus palabras con cuidado, reconstruyendo piezas de la historia que éste había dicho. Una mujer. Parecia una historia ficticia, algo imposible. Ahora se encontraba perdido, porque era diferente la sensación cuando te golpeaba de frente, cuando era alguien que amabas y que conociste toda tu vida, al que venía por ayuda.
Magnus consoló a Max, masajeando su espalda y permitiendo que el niño se acurrucara contra él. No podía siquiera imaginar el dolor por el cual pasaba. Un simple adolescente que deberia enfocar su vida en cosas vanales, se torturaba día a día con pensamientos de odio hacia sí mismo, y estaba dispuesto a pagar el precio de condena de toda la vida para no decepcionar a su familia. Magnus temía por él, su estado mental y emocional.
Alec se puso de pie y miró a su hermanito siendo abrazado por su esposo,un sentimiento nuevo hacia el pequeño de ojos similares a los suyos. Sin decir nada, salió de la habitación.En ese instante, a Magnus pareció deshacerle el corazón, ni siquiera le había dado una palabra a su hermanito, no había amor en sus gestos, tan solo el rostro de piedra y el sonido de una puerta cerrándose detrás de él. Estaba dolido y decepcionado de su esposo. Pero su corazón se hizo añicos cuando Max comenzó a gritar de dolor, de dolor emocional.
Max se sentía completamente rechazado. Si su hermano no lo había aceptado, ¿quién sí?
Lloró de impotencia por un asunto que escapaba fuera de su control. Soltó alaridos por el dolor físico que su mente le propinaba, sintiendo como su corazón se volvía cenizas dentro de su cavidad torácica. Con los brazos de Magnus rodeandole, pero sin sentirlos realmente. Estaba flotando en un mar de escalofríos.
Max se preguntó si así se sentía morir.
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Metamorfosis de piel [sin editar]
FanfictionAlexander y Magnus Lightwood-Bane están felizmente casados hace más de veinte años pero nadie les advirtió que ser padres iba a ser totalmente diferente a una vida de esposos, sobre todo cuando sus tres hijos ya no eran niños pequeños sino adolescen...