C a p i t u l o 7

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Magnus no comprendía, no entendía como el amor de su vida pudo abandonar a su hermano en un estado que lo remontaba a años atrás cuando Alexander mismo había vivido en carne propia el rechazo de sus progenitores. Como alguien que luchó por la aceptación de su familia y que se torturó a sí mismo por no ser heterosexual, había podido darle la espalda a su hermanito. Aquél que habían visto crecer como a un hijito más, que lo habian visto jugar escondidas junto a Rafael hasta convertirse en mejores amigos.

Decepcionado y dolido. Asi se sentía. Pero no podía flaquear sus sentimientos ahora, no cuando tenía a alguien desmoronandoce entre sus brazos. No sabia que debía hacer, que debía decir.

-Max, yo- fue cortado por el sonido de la puerta siendo abierta. Se volteo para encontrarse con el azul de los ojos de su esposo, acompañado por tres curiosos jóvenes.- Alexander.

Max levantó la vista de inmediato, observando a su hermano mayor con sorpresa. Alec caminó hasta él, con las manos a sus espaldas, y una pequeña sonrisa ladeada.

-Vi que mamá rompió todos tus atuendos- comenzó-. Sé que no es de los colores vivos de aquellas prendas que tenias, y quizá no brille tanto-le dio una leve mirada a Magnus-, pero es nuevo. Planeaba dárselo a Madzie, pero creo que te quedará mejor a ti...Maxie.

La mencionada abrió sus ojos en extasis cuando fue llamado asi, su nombre siendo pronunciado por la persona de la que más esperaba apoyo. Alec le mostró entonces un vestido blanco. La falda de tul llegaba hasta las rodillas y el corsé ajustado cubría el cuello. Era precioso, y le encantaba. Pero nada podía reemplazar la dicha de escuchar las palabras de Alec.

-¿M-me aceptas?

-Todos lo hacemos.- Rafael se acercó con una sonrisa extendida, sus ojos castaños brillando por las lágrimas contenidas.- Te amamos. Te amamos por quien eres, por quien siempre fuiste. Tu cuerpo podrá mostrarnos algo a la vista, pero lo que eres, tu escencia, es lo que vemos con el corazón y no importa lo que haya debajo de la ropa, ese eres tú. Siempre fuiste tú. -Rafael abrazó con más fuerza de la que Maxie esperaba, dándole pequeños besos en la coronilla de su cabeza y soltando leves sollozos.

-Jesús, ahora serás la niña más linda de la familia. La tia Isabelle estará celosa.- Madzie se acercó hasta Maxie, dejó un beso en su frente y se acurrucó a su lado.

Blue se acercó despacio y se arrodilló frente a Maxie, lo estudió con sus ojos oscuros y luego le dio una sonrisa timida característica de él.

-Tia Maxie.- Pronunció, probando el sabor de sus palabras. -Me encanta.- Informó.

Los cuatro jóvenes rieron abrazados, con las lágrimas embarrando sus joviales mejillas. Los niños Lightwood-Bane lloraban por su Max, lloraban por aquello que intentó ser a costa suya, lloraron por los gritos de dolor que habían escuchado, las palabras sofocantes de una narración privada. Lloraban por el miedo. Lloraban porque ahora se sentía que todo estaba completo, aunque nunca hubieran sabido que algo faltaba.

Maxie lloraba de felicidad, la aceptación de su familia, un vestido entre sus manos. Lloraba porque ahora por fin podía ser llamada ella, porque ya no estaba atrapada entre músculos y voces varoniles, ahora tenia un lugar seguro más grande que su habitación. Ahora tenía un hogar seguro.

-Creo que deberias probartelo- opinó Magnus, siendo apoyado por sus hijos. Maxie se levantó con timidez y fue al baño. Los niños sentándose en una fila al incio de la cama para esperarlo.

Magnus se aproximó a su esposo, rodeo su cintura y lo atrajo hacia sí mismo.

-Con esa expresión de muerte que habías puesto lograste asustarme.- Alec rió.

-Lo siento. Yo... yo debería pedirle una disculpa a Max. Maxie- se corrigió al instante-. Estaba fuera de mí, estaba tan confundido que no podía reaccionar. No quise que pensara que yo lo odiaba. Pero fue un balde de agua helada a todo lo que conocía desde que él era un bebé. Y el dolor... no puedo siquiera sentir la mitad de lo que ha pasado toda su vida. -Magnus abrazó a su esposo, su mano en su cabeza en un símbolo de protección.- Cuando escuché sus llantos y vi los rostros asustados de los niños, yo simplemente reaccioné.

-Fue lindo gesto lo del vestido.

-Fue idea de Rafael- sonrió Alec-. Esos pequeños diablos estaban escuchandolo todo a escondidas, bajaron corriendo en cuando se percataron que iba a salir de la habitación.

Magnus se carcajeo, la risa ronca le dio cosquillas al pecho de Alec.

La puerta del baño se abrió dando paso a un joven en un hermoso vestido blanco con corte princesa, que se ajustaba a sus curvas a la perfección y le daba una figura estilizada y femenina. Aún con los pies descalzos y las vendas, las mejillas rojas y pegadas de lágrimas, Maxie sabía como lucir un vestido.

-Mierda- Alec se paró frente a su hermano al que se le había borrado la sonrisa-. De verdad Izzy va a tenerte envidia. Eres hermosa, Maxie. - Alec dejó un beso en su frente y lo tomó en sus brazos.

Magnus se acercó a ellos y elogió el gusto en la elección del vestido, aclarando sin disimular que él lo habia escogido. Madzie le agradeció en un susurro por quedarse con el atuendo, ella de verdad no quería usar aquello. Blue le observó curioso, analizando meticulosamente la situación, más sumido en sus pensamientos que en el llamativo vestido. Rafael le tomó la mano dándole la vuelta, silbó en apreciación e hizo chistes sobre que traeria a todos los muchachos locos. Claro que para Maxie aún sería un paso demasiado grande el decirles que, en realidad, su gusto único por las mujeres jamás había cambiado.

Alec lo dirigió hasta el espejo de pie que compartían en el pasillo.

-Puedes vestirte y ser quién tu quieras, Maxie. Aquí o en el exterior, lo que opinen los demás no vale tu tortura, no vale tu sacrificio. Por la única persona que debes sacrificarlo todo, es por ti. Quiero que seas feliz, sea como sea. No puedes, no podemos culparte por algo que no elegiste. Pero es tú deber hacerte cargo de solucionarlo, y es nuestro deber el apoyarte y darte los materiales necesarios para ello. Es nuestro deber porque te amamos, y todo el que te ame de verdad, sin condiciones, sin medidas, sin limites; te apoyará.

Maxie sintió que empezaba a volver a nacer.

Metamorfosis de piel [sin editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora