Siente el tacto sobre su mano. Nunca nadie lo había tocado así: con deseo.
Se estremese. Esconde su profunda inhalación y deja su mirada fija sobre las caricias que una mano morena le propicia antes de dirigirse a sus ojos. Alguien lo quiere en su cama esta noche. No sabe como reaccionar al respecto... O quizá sí.
No sentía su vida como su vida desde que se le había privado de tantas cosas. La calidez, por ejemplo, no visitaba a Loki. El espacio era frío, nada que no pudiera soportar, pero acababa de renunciar a los abrazos de su madre, a los cariños de su hermano. Moriría al no sentirse amado. Lo gracioso fue que sobrevivió para la guerra. Entonces regaló su voluntad, todo con el afán de desatar sus demonios. Estaba solo en eso.
Aparta la mirada, él le está sonriendo. Incapaz es de retirarle la mano, aunque tenga muchos conflictos. No es un cualquiera, no lo pueden ganar tan fácilmente, pero la piel le arde. No se trata de ninguna fantasía, está pasando en verdad. Su convicción está temblando, es lo que pasa después de estar inmerso en su impuesta soledad.
Loki siente la pelea, aún con la firme sujección de Thor sobre su cuello. La lucha está adentro, convenciéndolo de no necesitar a otro más que a sí mismo. Su deseo se cumplió. Regresó al que había sido su hogar, con el rumbo solitario que tanto quería. Tampoco tenía elección. Se suponía libre, pero, ¿libre de qué? Estaba encerrado con un tormento que lo ensombrecía. Sus anhelos no dejaban de hacerse órdenes, ahora ella ya no estaba. Como lloró al haber desasistido a sus brazos cuando Frigga vivía. Descubrió que no era la persona que quería aparentar, que no era un dios y que a los sentimientos no se les podía escapar.
El sujeto se aproxima, recorriendo su tacto hasta trasladarlo a su antebrazo, sobre el cuero de su traje. Ya no era piel contra piel, pero lo sujeta, mantiéndolo cerca. Le susurra cerca del oído lo lindo y único que le parece. Nuevamente, su pecho revolotea. Él está a poco de reclamar su espacio personal, sin embargo, recuerda que nunca ha encendido una hoguera.
En muchos aspectos se revolcó en envidia, y a pesar de creer superado ese sentir, nunca lo sintió tan potente y latente como cuando vio a su hermano darle cara a una guerra para proteger la fugaz vida de su amada. La amó intensamente, Loki lo vio en la mirada celeste. No le fastidiaban las prioridades de Thor, sino el hecho de que su experiencia jamás lograría sentir algo parecido porque dudaba de que existiese alguien quien se interesara en un carácter tan caótico. De todas formas, hizo bien, algo tenía que hacer para limpiar sus deudas con Thor, tal vez así dejara de ser la carga que se había convertido para él. Por eso, al final murió; tenía que revivir.
Se permite aferrarse a su manga, negando casi de manera imperceptible su cabeza. El universo es un caos en ese instante, su hogar se ha perdido otra vez y teme sentir el frío de vuelta, cosa irónica siendo él un gigante de hielo. Su aliento roza cálido sobre su oreja, no quiere pensar en Thor, en Hela o en cualquier otro asunto que turbe su pensar. Una palabra más y mostrará su vunerabilidad.
Fingiendo ser alguien que no es, suplantando una figura que lo encierra a pesar de darle opciones. Tuvo mucho tiempo para reflexionar. Era un rey y estaba tan solo, reafirmando que su cometido nunca fue el de obtener poder. ¿Era mucho pedir comprensión? Demasiado, cuando él ya había manchado su cara. Bueno era que ahora tenía un disfraz. En esos años tuvo la oportunidad de vivir otra vida. Hizo —realmente no— lo que quiso, como diseñar una estatua en honor a su propia persona, tomar hidromiel mientras se entretenía con el teatro y darse la oportunidad de hacer las cosas a su manera, refiriéndonos a la manera de guiar un reinado. Las restricciones llegaban cuando prefería ser él para poder conseguir la atención de personas que de vez en cuando despertaban su atracción. Jamás había tenido un contacto de ese tipo. Pudiera no enamorarse, pero hacía tanta falta saciar necesidades que se acrecentaban con el paso de su perpetua soledad y no podía siquiera hacer que Odín coqueteara, aunque sea para divertirse, por el respecto de su propia madre. Se sentía abandonado, relegado de las experiencias que pudieran crear en él algo más que mínima satisfacción.
— Ahora eres mío, yo te quiero. Aquí en Sakaar siempre vas a ser querido por mí.
Le siente separarse, solo para tener la posibilidad de enacarar con él. No lo ha soltado y lo quiere cerca, sus palabras lo consuelan y, aunque sea debilidad, así quiere que suceda. Su mirada baja para evitar entrometerse en la constante admiración de unos ojos que lo convencen de que vale más de lo que piensa, así sea de manera sexual. Se concentra un momento en la línea azul que atraviesa su labio inferior, sabe que ese espacio que los separa no durará por mucho. A su amago cierra lo ojos y le pone a disposición sus labios.
Loki flota perdido, del mismo modo en que lo había estado después de ser expulsado de la estela del Bifrost.
Le besa y lo besa de vuelta. Hay una mano en su rostro, atrapando hebras de su cabello azabache; otra en el costado de su cintura, no permitiendo que se alejase. Tiene fe en que no lo dejará caer, por eso poco a poco le muestra tramos de su piel. El orgullo no se cohibiría, alguien lo admira con placer. También explora el campo ajeno, está cansado de reprimirse.
Hoy la frustración no existe y deja que exploten su ser, porque hay alquien que busca poseer y luego está él, quien se ha escondido por el “no lo has de mercer”. No está razonando, más bien consolando las añoranzas. Nadie iba a juzgarlo, ni tampoco a malinterpretar sus elecciones. Lo estaban queriendo, con sudor entre sus cuerpos y besos en la espalda.
Por primera vez en años, Loki abrazó la libertad. Libre al actuar según sus emociones, libre al gemir ante lo placentero que podía ser un orgasmo.
Ser quien era, ahí, con el Gran Maestro, no un cualquiera, sino alguien que jamás dejó de buscar la aprobación. Y el amor.
También, obtuvo su favor, porque ser Loki conlleva sobrevivir; siempre tendrá que sobrevivir.
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El Gran Maestro
Fanfiction✾Frostmaster✾ La estela del Bifrost, la silueta de Thor entre luces y la inevitable amenaza de Hela. De un segundo a otro el cobijo de la banda luminosa le es despojado, cayendo al rumbo impredecible del espacio, cayendo en las manos del Gran Maest...