12. En un parque de Canadá

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Se quedó parado mirándome. Su expresión era muy graciosa, una mezcla de confusión, diversión y enojo. Una expresión aniñada. Aguanté las ganas de reír, aunque estoy segurísima de que me salió una mueca en el intento.

—¿Qué? —le pregunté.

—¿Cómo que qué? A Connor no le gusta que sus amigos se acuesten en su cama.

Mi hermano toda su vida detestó que la gente toqueteara sus cosas, urgara en sus cajones y revisara sus cuadernos. No lo puedo culpar, a mí tampoco me gustaba, pero tampoco me agarraba una rabieta cada vez que alguien lo hacía. Sonreí de lado al recordar un día cuando, siendo niños, le robé un diario que tenía él donde dibujaba sus sentimientos y su vida. Era muy personal y no se lo dejaba ver ni a papá, ni a mamá, ni mucho menos a mí. Cuando no lo encontró se puso de los pelos. Al verme con su diario, casi explota en mil pedazos. Claramente yo recibí mi merecido castigo, pero fue muy gracioso en el momento.

Al salir de mi recuerdo, noté que West me seguía mirando. Me paré cuidadosamente y me acerqué a él. Nuestras miradas se cruzaron, y pude observar que sus ojos brillaban a pesar de la oscuridad. Aparté la vista, realmente quería ser su amiga.

—Puedes acostarte en mi cama. Yo iré a la de él. Después de todos, no tiene una de sus rabietas conmigo desde hace mucho tiempo.

Y nos pusimos a ver una película. Entre risas, burlas por lo mala que era y comentarios, me quedé dormida.

***

—Yo creo que a Gigi Hadid le falta carne —Brook agarró una papa frita y la englutió, gustosa—. Prefiero más los cuerpos como Demi Lovato: bombas sensuales y no raquíticas.

El día había transcurrido tranquilo. En la primera hora, contabilidad, Connor me había ignorado de una forma radical. Lo mismo en geografía, tanto mi queridísimo hermano como Adam me habían ignorado. Para mi suerte, en las otras dos materias restantes tenía a Brooklyn o a Gavin.

Y ahora estaba almorzando con ellos, una hora antes de tener historia.

—No concuerdo, creo que ambas hermanas Hadid poseen una belleza divina —replicó Gav.

Al instante, mi amiga lo miró con una mueca de desdén.

 —A ti porque te gusta el pollo de huesos finos. Yo, con mis huesos anchos, prefiero que el pollo tenga más carne que hueso.

Jesús, ¡esa mujer estaba loca! Yo nunca entendí la pasión de Gav por las modelos de Victoria's Secret. Me gustan los cuerpos flacos, pero los que son naturales. Cuando alguien se expone a una estricta dieta, más una intensa rutina de ejercicios solamente para pesar menos de cincuenta kilos me parece y siempre me pareció sencillamente ridículo. Además, si bien al cuerpo de Brooklyn le "sobraban unos kilitos", éste era muy lindo: tenía unas curvas prominentes, que le causarían envidia a la propia Charlotte Caniggia. 

La pelirroja tomó dos papas fritas y se metió una en cada fosa nasal. Juntó los codos al cuerpo, levantó los brazos y torció las muñecas, quedando como las patas delanteras de un tyrannosaurus rex.  Luego, enterró el labio superior en sus encías, cruzó los ojos (quedando bizca) y tiró la cabeza para atrás, incrementando su papada.

 —Papaaaaas fritaaaaas—chilló mi amiga, moviéndose de un lado para otro aún en esa posición—. Yo seeeeé mi queriiiiiido amiiiiigo que las deseaaas. Cómelaaas, están delicioooosas.

Para mi desagrado, se quitó dichas frituras de la nariz y, de un rápido movimiento, se las metió en la boca a Gavin sin que éste tuviera tiempo a detenerla. Como era de esperar, él puso una mueca de asco  comenzó a escupir, mientras Brooklyn y yo nos retorcíamos de risa. Cuando nuestra gracia se estaba evaporando, escuchamos el timbrazo que indicaba que debíamos volver a clase.

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⏰ Última actualización: Jan 12, 2018 ⏰

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