¿Always Together? (Siempre juntos)

CAPÍTULO 38

-. Estoy lista- Asentí con la cabeza lentamente.

- En mi opinión, él esta siendo un imbécil indeciso y tu estas siendo débil y necesitada.- Mis ojos se abrieron-. Es bastante obvio que él es un tipo cerrado y reservado, pero tiene que dejar de jugar con tu corazón de esta manera. Pero esta probablemente asustado o algo así. Los hombres pueden ser muy confusos a veces. En cuanto a ti mi querida amiga, necesitas dejar de ser tan pegajosa. ¿ De acuerdo?.

-.¿ Que quieres decir?

- A los chicos no le gustan las chicas pegajosas, Madison- explicó en serio.

-. No estoy siendo pegajosa.- Replique. Eduardo arqueo una ceja.

-Claro que si, estas aferrándote a él. Porque aún tienes la esperanza de volver con ese chico. Por que si no te importará, lo dejarías en paz y lo dejarías ser feliz.

-. Abrí la boca sorprendida.

-Si, tienes que dejar tu actitud pegajosa. No le envíes mensajes, déjalo en paz. Si es posible, Haz caso omiso de él. Eso será como un balde de agua fría para él, por que nunca has sido fría con él. Siempre has estado ahí para él, así que tiene que pensar que te perdió por completo. Pues si te quiere y te ama tanto como el dice, eso hará que venga a ti por si mismo.

-. ¿Y si no lo hace? Susurre con tristeza.

-Entonces, lamentablemente, tendrás que dejarlo ir porque obviamente no le importas lo suficiente, si el no reacciona a tu cambio de actitud.

Tomé una respiración profunda.

-. Pero, no sé si pueda dejar de enviarle mensajes.- admití

-Pues que pena, tendrás que hacerlo. Y tu solita te darás cuenta de todo.

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Esto no estaba funcionando.

Al parecer, el y yo nos habíamos puesto de acuerdo en no escribirnos.

¡Que ironía!

Esto parecía un infierno absoluto.

La semana paso, y no había recibido ni un solo mensaje de él.

Me estaba muriendo por dentro lenta y dolorosamente. Ok, probablemente estaba siendo un poco dramática, pero esto era una verdadera tortura.

Me hacía la fuerte delante de Eduardo y de Diana, pero la verdad era que la estaba pasando mal.

Me moría de las ganas por escribirle, por revisar su perfil en Instagram.

Trataba de controlarme, pero no era una cosa fácil de hacer.