Temblando del miedo a perderte te sostengo entre mis fríos recuerdos de vieja motorista a la que le gustaba surcar carreteras en busca de la sensación del viento en su cara, como si de un águila se tratase.
Te busco, pero no te encuentro. No tengo esa sensación de sonrisa en mi cara con la que te recibía en antaño, pero mi voz te llama recordando cuando gemía entre tus brazos.
Bailando al son de mis pasos comienzo a levantar la vista hasta el mañana.
No te veo, no te encuentro. NO ESTÁS.
¿Qué puedo hacer para olvidarte? ¿Para evitar que le recuerdo del roce de tus manos me obsesione hasta volverme loca? No puedo contener mis emociones por mucho más tiempo. Quiero hacer todo lo que es tuyo mío para asegurarme de que tus heridas nunca cicatricen y sean siempre parte de las mías.
Papeles que relleno fingiendo no darme cuenta de cada segundo que no estoy contigo, llena de ti. Porque ahora se la diferencia de estar medio llena y medio vacía.
Miro en el reflejo de mi habitación.