Es en esos momentos en los que pienso sobre el rumbo que ha llevado mi vida, en si mi mundo algún día tomará forma o qué es lo que necesito para encontrar la guía hacia mi destino. ¿A dónde me llevarán las ideas, los minutos invertidos en pensamientos y reflexiones? ¿A dónde me llevará el viento y los artículos leídos durante todos estos días? ¿A dónde me llevan mis acciones? ¿A dónde me llevan mis decisiones?
Mientras miro por la ventana, el día está ligeramente nublado, no hace frío ni calor, estoy cómoda, un breve instante de angustia me invade: ¿qué hago aquí? ¿Dónde quisiera estar? Lo cierto es, que si no estuviese aquí no habría un lugar mejor para mí. A veces me siento animada pensando que el laboratorio es en verdad mi hogar, que mi incapacidad para proyectarme en otro sitio es resultado directo de esta pertenencia a la ciencia. Si así lo fuera, ¿por qué sigo dudando? ¿Por qué sigo angustiada de no ser suficiente? ¿Por qué sigo sin concentrarme en la ciencia y estoy escribiendo sobre mis dudas e inseguridades de la vida? ¿Por qué varias materias de estudio me parecen interesantes pero no me dedico a estudiarlas? Y, la más inquietante quizá: ¿qué puedo hacer con mis habilidades, dónde sería de utilidad? Pienso que no es necesario cambiar el mundo para tener una vida con sentido, no necesito logros a nivel mundial para sentirme satisfecha. Pero sí quiero darle sentido a mi vida, amar aquello que haga... y aquí comienza otra dificultad: ¿qué es amar? ¿alguna vez he amado? ¿cómo sé cuándo amo? Parece que estoy cerrada a lo que el mundo me echa en cara, parece que mis labios y mis ojos se niegan a interactuar con la vida. Siento que voy caminando por la vida tratando de no entrar en ella, me doy cuenta de eso cuando miro mis experiencias y sigo sin aprender. ¿Es doloroso aprender? ¿Por qué me resulta tan difícil hacerlo?
Dentro de pocos meses me quedaré sin dinero, lo más obvio es que busque empleo, pero... ¿dónde? ¿a quién le puedo vender mi mala imagen? ¿Mi inexperiencia? Cuando pienso en mi situación me abrumo, me abruma tener mi edad y no querer trabajar, sentirme tan inútil que ni siquiera haría el intento de conseguir un empleo.
Lo más probable es que pueda conseguir un empleo mal pagado en un área distinta a la mía, aun ello me da miedo. Hay cosas que no me permitiría, y trabajar en algo como cajera o limpiadora, son de esas cosas.
Por otro lado, quisiera huir, la idea de escapar me seduce porque no tendría que cubrir expectativas de nadie que me conozca, podría empezar de nuevo. Sin presiones, sin ataduras. Entonces me pregunto: ¿a quién he querido complacer todo este tiempo? Es desgarrador darse cuenta de que nadie me obligó a seguir el camino que he recorrido, que en mi peregrinar errante quise tomar cualquier salida para quitarme de el medio, para desviar la atención de mí, que mi vida deambula sin una meta, sin un fin. Cuando esas ideas atraviesan mi mente, lo más fácil es pensar que todo ha sido parte de mi vida, que si así he hecho las cosas es porque en el fondo obedecía a mi voluntad, a mi propósito divino, a mi fin vital, es tranquilizante pensarlo así pero inevitable preguntarme lo que me deparan mis decisiones. ¿Debo esperar nuevamente? ¿Debo confiar en que la vida, mi vida, va a resolver estos conflictos?
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¿Qué hago cuando no hago nada?
SpiritualEs sólo un conjunto de ideas que vienen a mi mente cuando estoy sola.