El Mismo Corazón... (Simbar)

Capítulo 20

Cuando llegue a la mansión la tal Silvana estaba afuera, así que le pedí a Tino que detuviera el auto, y me baje.

—¿Qué hace usted aquí? -ella me mira asustada. —¿Qué te paso? -pregunta mirando mi pie.

—nada que le interese, dígame que hace usted aquí.

—Ambar tenemos que hablar, no sé qué te haya dicho Sharon, pero puedo asegurarte de que no es cierto.

—mire yo no quiero hablar con usted, podría por favor irse. -ella agacha la cabeza y se da media vuelta para irse. —espere. -ella me mira.

—¿de dónde conoce a mi padre? -ella palidece con mi pregunta. —desde hace mucho tiempo, porque yo soy... -ella se queda muda, después se da media vuelta y se va.

Cuando me giro para entrar en la casa veo a Rey, por lo que comprendo por qué ella se fue así tan repentinamente. Paso por un lado ignorando su presencia.

El resto de la tarde la pase sentada en mi habitación como los días anteriores, ya estoy aburrida de estar aquí encerrada, pero tampoco me quería quedar en el Roller después de mi discusión con Simón, a veces no entiendo su actitud me quiere cerca o no. Bueno tal vez la confundida soy yo.

La puerta de mi habitación se abre dejándome ver a mi madrina. —¿Cómo estás? -pregunta, yo solo la miro confundida, es la primera vez en todos estos días que me pregunta eso.

—bien.

—Rey me dijo que te vio hablando con la persona que te prohibí hablar.

—si es que estaba esperando a fuera de la casa.

—no quiero que hables con ella Ambar. ¿entendido?

—no entiendo porque no puedo hablar con ella. ¿Qué escondes?

—no voy a contarte nada, y ya te di una orden. -sale de mi habitación enojada.

~*~

Estoy en un parque, no tengo ni idea de cómo he llegado aquí. Una niña pequeña de cabello rubio y ojos azules juega con una señora a la que apenas logro verle la espalda, aquella niña se ve tan feliz. Y Yo apenas si puedo recordar la última vez que me vi igual de feliz a aquella niña.

Y ahora estoy en una casa, la misma niña ahora está sentada en un rincón de su habitación llorando quiero acercarme, pero no sé qué decirle así que solo me limito a escuchar.

—ya no puedo más, me has lastimado mucho. Tengo irme. -la voz de mujer llega mis oídos.