El golpe seco de un puño rompió el ambiente silencioso que de nuevo adornaba la sala. Los ojos de la chica recorrieron al cuerpo que tenía delante, sintiendo como algo en su interior se fracturaba a cada golpe. De nuevo un segundo puño se estrelló contra el silencio y el murmullo de un quejido ya sin fuerzas ni ganas por su parte hicieron que Gamora cerrase los ojos. Quiso suplicar, quiso maldecir. Pero sólo se quedó allí, de rodillas, mientras oía como Peter recibía una paliza. Sentía una enorme culpa por no poder defenderle, salvarle. A él, que más de una vez la había salvado a ella. Sentía la impotencia circular como sangre por su cuerpo mientras miraba como su querido Starlord era golpeado una y otra vez por un forajido sin nombre.
Hacía poco más de un día los Guardianes habían sido emboscados por una nave desconocida. Antes de poder responder a la ofensiva Peter había caído en sus manos en otro acto heroico sin sentido por su parte. Y en consecuencia, como reacción en cadena, ella había perdido la cabeza una vez más al verle en peligro. Ella, quien se suponía que había sido entrenada para no perder la concentración en combate, su temple como la mujer más peligrosa de la galaxia era inspiración para muchas historias de miedo, sin embargo siempre lo perdía cuando él estaba en peligro. Ese maldito terrano estúpido y su necesidad de hacer lo correcto, de la forma menos útil. Cuando se dispuso a liberarlo lo usaron en su contra. Ahora había dos Guardianes capturados y el susurro victorioso de sus captores sobre una recompensa en otro planeta. En algún punto de ese secuestro, Peter había empezado a insultarlos. Típico. Gamora lo mandaba a callar, no era el momento, no era la situación... ¿Pero cómo iba a callarse él? No podía. Ahora le estaban golpeando sin descanso mientras ella seguía encadenada a la pared. Al principio, cuando lo alejaron de su lado, había forcejeado para soltarse. Ella les iba a enseñar como se daba una paliza. Y aunque los amenazó miles de veces, gritó e insultó, ninguno pareció fijarse en ella. Tenía más gracia golpear al humano. Las lágrimas se estancaban en sus ojos mientras miraba como lo golpeaban hasta matarlo. Más de uno había repetido que no habían especificado que los entregasen vivos.
Así era el final del líder de los Guardianes. Golpeado hasta la muerte.
Los recuerdos se mezclaban tras un rayo de luz cegadora. De repente Drax aparecía para golpearlos a todos con un Rocket furioso. Todo se bañó en sangre mientras Groot la soltaba. Él cargó con ella, aturdida por la explosión. Drax llevaba a Peter. El fundido en negro que abordó la mente de Gamora sólo era otro recordatorio que ahora estaban a salvo. Podía descansar. Cuando despertó horas más tarde Drax y Rocket le explicaron su intervención con lujo de detalles. Totalmente innecesarios. No estaba de humor. Había perdido la compostura no una, sino dos veces en 24 horas. Ella, la hija de Thanos, se había dejado llevar por sus sentimientos cuando más impasible debía parecer. Su desliz había provocado que ambos cayeran en manos enemigas. Por su culpa Peter había sido brutalmente golpeado.
- Y mientras le sujetaba por la garganta, otro corrió hacia mi, así que le lancé... - Gamora tensó los músculos de su cuerpo mientras alzaba la mirada para encontrarse con la de Drax, cortando su comentario demasiado detallado sobre como había acabado con sus enemigos.
- ¿Dónde está Peter? -Su voz sonó más dura de lo que ella pretendía.
Sus compañeros intercambiaron miradas en silencio, antes de que Rocket tuviera valor de responder.
- Gamora, no es tu culpa... -La severa mirada de la mujer hicieron que se callase.- Está en su habitación, está mal...
Claro que estaba mal. Era evidente. Sólo quería verlo. Necesitaba verlo.
Contra todas las indicaciones de sus compañeros y tras amenazarlos de muerte con acercarse a ella hasta que Quill despertase, Gamora se encerró con el terrano en su habitación. Peter estaba tumbado boca arriba. Las pocas heridas sangrantes que tenía ya se las habían curado, sin embargo los hematomas que apenas comenzaban a dejarse ver, tímidos, tardarían bastante más en curarse. Los dedos de la chica recorrieron el contorno golpeado del hombro de Quill, con timidez.
No sería la primera vez que ella le miraba sin camiseta. Tampoco la primera que lo tocaba. Desde la muerte de Yondu ambos se habían vuelto más cercanos, al principio por la fragilidad emocional de Peter. De alguna forma Gamora sabía que él se sentía mejor cuando le explicaba cosas de su padre adoptivo, y a ella le gustaba escucharle. Las primeras noches sólo trasnochaban, él no podía dormir y ella le hacía compañía, hasta que no aguantaron más. Se despertó al día siguiente sobre el pecho de Peter y aunque sorprendentemente no se sentía incómoda, se negó a aceptar en voz alta que lo había disfrutado. Los días siguientes fueron más extraños, Gamora le había estado evitando hasta que Quill se enfadó con ella. La discusión fue muy explosiva, sin mucho que decirse realmente, sólo era el dolor de Peter expresándose por el repentino desinterés de ella.
Aquella noche, y con ayuda de un poco de alcohol, Gamora se escabulló entre las sábanas de su compañero para volver a dormir con él. Y cómo lo había necesitado. Él no dijo nada esa noche, ni la siguiente. Sólo la esperaba, y si ella llegaba él no dudaba en abrazarla.
Tras esos sucesos y la frecuencia con la que dormían juntos, la intimidad fue desapareciendo. A veces Peter ni siquiera se vestía entero, la ropa interior era suficiente. Al principio era extraño, incómodo. Luego fue lo normal. A esas alturas, no le gustaba que él llevase camiseta, por lo que solía sacársela y ponérsela ella misma, sin decir nada. Nunca decían nada. Él la abrazaba toda la noche y ella le oía hablar sobre la Tierra, entre caricias. Algunas veces Peter llegaba a besar su nuca, o cabeza, de forma distraída. Fue el mismo proceso que todo lo demás: raro al principio, normal después y al final una necesidad.
Él siempre había sido sincero. Fácil de leer. Pero ella... ella nunca le había dicho ni demostrado nada. Le costaba admitir cada sentimiento que procesaba por él, desde la ira cuando él no usaba la cabeza, o era tan simplemente idiota como para abalanzarse sin pensar en las consecuencias, hasta el orgullo de ver que a pesar de todo, a pesar de lo fácil que era hacerlo todo mal, Peter siempre se esforzarba en intentar hacerlo un poco mejor. Los protegía aún siendo el más frágil. Y eso, a Gamora, le llenaba de orgullo.
Los cálidos dedos de la chica subieron hasta su mejilla, apenas un roce, mientras ella se sentaba con cuidado en el borde de la cama. Se inclinó suavemente hasta apoyar la frente en el pecho de Peter al mismo tiempo que sus brazos rodeaban su cuello, sin perturbar su sueño a pesar de ser un abrazo algo torpe. Se relajó, por segunda vez, con la seguridad de que no podía estar peor, y eso ya era algo.
Cuando cerró los ojos dejó que todos sus sentimientos atrapados y enredados florecieran; sintió un nudo en la garganta y esas ganas de llorar que siempre aguantaba, haciéndose la dura, la fuerte. Apretó los labios, la mandíbula, intentando no venirse abajo. El temblor de su labio inferior delataba su autocontrol, a pesar de sentirse devastada por verlo en esa situación, a su querido Star Lord. Los dedos de Gamora jugaban con los mechones de pelo de Quill, repartiendo caricias en su cuello mientras él parecía completamente ajeno a su sufrimiento.
— Te quiero... —Fue un murmuro, apenas audible, tan imperceptible que ella creyó que ni siquiera lo había dicho en voz alta.
Los ásperos dedos de una mano masculina escalaron su cintura, una caricia que su cuerpo reconoció casi al momento. La mano tocó su hombro y descendió hasta su muñeca en la nuca de Peter.
— Si llego a saber que me dirías eso después de una paliza, se la habría pedido a Rocket. —Su tono de voz usualmente bromista tenía un matiz de cansancio.
La cara de Gamora se desfiguró en un gesto de ira ante la broma, sin embargo, y para aumentar su confusión, dejó ir varias lágrimas mientras una sonrisa se dibujaba en sus labios.— Te quiero.
¿Y qué le iba a decir? Él era así de idiota.
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If I lose you.
FanfictionGamora casi lo pierde. No puede dejar pasar más días en silencio.