Dulce niña

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El lugar estaba vacio era de día y todas o las que se quedaron estaban encerradas en su habitaciones, la noche anterior habían escogido a las "mejores" para la fiesta de la tarjeta, el sonido de sus tacones chocando con el suelo era lo único que sonaba, las sillas estaban sobre la mesa y el lugar estaba oscuro, no quería prender las luces, le gustaba admirar el lugar así, tranquilo, limpio. Sentía que algún día lo vería así, libre sin niñas encerradas, sin hombres morbosos derrochando dinero.
Vagaba por los pasillos esperando que la recojan, hoy iría a ver a su hermana luego de tiempo, desde que se enfermó no la volvió a ver, cansada de caminar se recostó y suspiró pesadamente por fin se abrió la puerta que se encontraba al final del pasillo, la luz que entraba lastimaba sus ojos, ese lugar siempre estaba oscuro de día, por las noches era uno de los mejores lugares para conseguir un poco de diversión, por las tardes era un club de pesca, no solían venir personas, de vez en cuando, pero habían personas que cuidaban en el lugar, de ellos se escondían, lo cual era estúpido porque el dueño era Joseph, el encargado y mano derecha de G, él era el que daba la cara, mientras que G solo venía algunas veces, ella nunca lo conoció, pero él había decidido que Athenea se encargaría de todo en las noches, entonces el odio de Joseph crecía le habían quitado su puesto para dárselo a una aparecida que por ser hermana de su 'juguetito' y aunque las ordenes del señor eran "No dejarla salir, no maltratarla, no dejar que tenga comunicación privada con los clientes, y no hablar de ciertos temas." Cosa que él no respetaba, la golpeaba sin razón, la golpeaba por hablar con el barman, la golpeaba hasta por respirarba
Sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz grave de uno de los guardaespaldas, ya venía a recogerla ya venía al fin.

Paredes pintadas en un tono beige y rosa pastel, una cama bastante amplia con sabanas de seda también en un tono pastel almohadas con fundas blancas podía casi ver el estampado amarillo que tenía, muebles blancos y pequeñas decoraciones dulces, candelabros y lambaras elegantes. Podría reconocer ese cuarto con olor a flores y frutos rojos, estaba en cuarto de su hermana la niña que ese hombre adoraba enfermamente, su habitación parecía al de una niña, pero ella sabía que su hermana ya no lo era, y le dolía porque pasó bastante tiempo sin saber que pasó de ella, hasta que un día la noticia llegó, con una capucha en la cabeza la subieron a una camioneta aún recordaba ese día, estuvo por unos cortos minutos en el auto, lo cual se le hizo raro pues en el lugar donde ella estaba no parecía haber una casa con escalera, era como una casa un poco alejada pero cerca del lugar donde estaba ella. La hicieron caminar y subir unas escaleras hasta que llegó a la misma habitación en donde estaba ahora.

-Athe! Saltó sobre los hombros de su hermana riendo y bastante emocionada.
-¿cómo estás? ¿ya estás mejor? Te he extrañado mucho, pequeña.
-Tengo tantas cosas que contarte, me he enterado de cosillas. Su risa inocente y voz divertida, haciendo como si fuera algo misterioso e interesante.

Y así pasararon los minutos, de risas, abrazos y historias, relatos y cualquier cosa que se les ocurriera, por un momento parecía que solo existían ellas, que nunca saldría de ahí que duraría para siempre pero sabía que la acabó, sabía que debía volver.

Recuerdos De Una Prisionera. [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora