Prólogo

3K 145 53
                                    


La noche había llegado a Alicante, Maryse Lightwood caminaba de una lugar a otro frente a la gran ventana de la sala principal, sabía que era una noche importante, sabía que El Circulo se levantaría, que tomaría el control de Gard y de La Clave, todo había sido planeado cuidadosamente por Valentine, el brillante genio Valentine Morgenstern, su líder, el elegido al que seguía sin ninguna duda incluso hacia la misma muerte, Maryse estaba convencida de que lo seguían a la victoria y a la gloria de los de su especie. Odiaba esto, odiaba tener que quedarse en casa cuando sus compañeros estaban en batalla, ella no había podido anticipar que su amiga Jocelyn Morgenstern no podría ayudarla en esta ocasión y quedarse como lo hacía normalmente al cuidado de sus dos pequeños niños.

― ¿Mamá? ― La suave voz de su hijo le despertó inesperadamente―. Izzy está llorando.

Maryse se movió hacia su pequeño con aturdimiento, ella había estado exhorta en sus pensamientos, al punto de no haber escuchado el llanto de su bebé en la habitación del segundo piso. Levanto a su hijo en brazos.

― Perdóname. ― Le pidió al niño de seis años con solemnidad ―. Sé que no te gusta verla llorar.

Caminaron juntos en una ola de besos para mejorar el ánimo del pequeño Alec, quien llevaba una camiseta que le quedaba muy grande, un pijama improvisada por él mismo.

― Que horrible camisa, hijo ― Sentenció ella.

― Me gusta. ― Se quejó el pequeño de ojos azules.

― ¿Me ayudas a traer la botella de tu hermana? – Pidió.

Alec saltó de los brazos de su mamá y corrió hacia la cocina para conseguir el alimento de su hermanita, le gustaba hacer estas cosas, su padre le había dicho que era ahora hermano mayor y que de ahora en más tenía que ver por el bien de su hermana y eso era algo que se había tomado muy en serio. Una vez Alec tuvo un gato, al cual amó como nada en el mundo, lo llevaba a todas partes y se preocupaba por él como no lo hacía ni por sí mismo, nunca amó a nada como a aquel gato, hasta el día que vio por primera vez los ojos negros de su hermana, en el momento en que ella le sonrió y estiró su pequeña mano hacia él, entendió lo que era realmente amar a alguien, más que a sí mismo.

Entró brincando a la habitación en donde su madre mantenía a su hermana en brazos, la pequeña le recibió con una sonrisa e intento alcanzarlo de inmediato.

― Quédate quieto, ― pidió su mamá ―. O no tomará su leche.

Llegó la lluvia mientras los dos niños jugaban en la enorme cama de sus padres, ella les miraba con un temor ajeno, no sabía lo que estaba pasando en el Gard y eso la ponía nerviosa, Alec consiguió que su hermana se durmiera y él bostezo.

― A la cama, pequeño ― le dijo Maryse.

Se había quedado dormido durante el trayecto a su habitación en el hombro de su mamá, como una voz que se escucha a través del agua, le llegaba una canción de cuna y pudo sentir las caricias de las suaves manos de su madre a través de su cabello, un sueño profundo llegó poco a poco.

No tuvo noción del tiempo que transcurrió después de que se quedó dormido, pero fue despertado abruptamente por un golpe fuerte que le hizo incorporarse en su cama.

― ¡Izzy! ― Llamó sin ningún miedo más que sentía por su hermana, se levantó y corrió descalzo con su camiseta grande a través del pasillo para entrar al cuarto de Isabelle. La pequeña estaba parada en su cuna mirando hacia la puerta. ― Shh, shh, ― dijo Alec imitando a su madre. ― no te asustes, Izzy.

No podía tomarla, así que ambos se miraron entre los barrotes delgados de la cuna y se tomaron las manos esperando a que su madre fuera a buscarlos. Isabelle lloró al escuchar un trueno.

El Ultimo Cazador de SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora