- 19 - NOSOTROS VOLAREMOS ALTO COMO EL VIENTO

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-Hemos llegado.- me dijo. Y yo pensaba que me quitaría la venda de los ojos, pero no.- Ahora ven, que te tienes que sentar.

-Pero Malú... ¿Cuando vas a quitarme esto?- dije poniendo morritos

-Ten paciencia bobo, ya falta poquito.- Sentí que se alejaba y de repente sentí como alguien me abrazaba por detrás, dejando caer todo su pelo en mi cara.

-Que hermanito, ¿me has echado de menos? 

-¿Martina?- dije contento

-¿Quien si no?- rió- Atento, escucha

Dijo dándome dos golpecitos con su mano en mi pecho y volviéndome a abrazar. Hice exactamente eso y escuché. Empezó a sonar una canción que me sonaba bastante, hasta que después de unos minutos pensando di con la clave. "No puede ser" Pronuncié. Pero si, era la canción que yo mismo había compuesto la primera vez que llevé a Malú a mi estudio. Y de repente empezó a cantarla. No me lo podía creer. Puedo asegurar (y mi hermana también) que estaba temblando. Literalmente temblando. Si ya conseguía que me emocionara cantando una de sus canciones, imaginaros como estaba yo ahora mientras cantaba una de las mías, que ni punto de comparación a como la cantaba yo. Era increíble... sumamente increíble. 

Por fin se acercó a mi, besó mis labios y lentamente me quitó la venda. Al ver por fin el panorama no me lo podía creer. Habían desalojado nuestro garaje y habían puesto una tabla como escenario y y un colchón con cojines a modo de sofá. Era genial. 

-¿Y todo esto?- dije emocionado

-Pues bueno... quería darte una sorpresa y a tu hermana se le ocurrió esto. ¿Has visto que lista es? Justo en donde nos conocimos, ¿te acuerdas?- No pude evitar reírme ¿como no iba a acordarme? 

-Claro que me acuerdo.- la besé

-Bueno tortolitos, yo os dejo que he quedado. Pasadlo bien.- nos guiñó un ojo y vino a darnos un beso en la mejilla a cada uno

-Gracias Martinita. 

-No se dan bobo, disfrútalo.- me sacó la lengua y se fue

Nada más se fue mi hermana Malú se fue corriendo al escenario improvisado. 

-¿Cantas conmigo? 

-No, no. Yo te escucho.- dije

-De eso nada.- bajó corriendo, cogió mi brazo y tiró de el. Como es normal la seguí, no me iba a negar. 

Estuvimos cantando y bailando como dos enanos. Estábamos agotados, pero para los besos siempre había tiempo. Decidimos descansar un rato, nos hacía falta después de bailar como niños.

Nos quedamos en silencio,sin querer pronunciar palabra... sobraban. Nos mirábamos con deseo, como nunca lo habíamos hecho. Tenía sed de su cuerpo y ella del mío. Se nos notaba demasiado. Me acerqué lentamente a ella, todavía sentados en aquel colchón que Martina había improvisado como sofá. La tenía delante, pegadita a la pared, justo donde la quería... Indefensa, expuesta a mi cuerpo y a las ganas que ambos sentíamos de tenernos por completo.

Acaricié su mejilla bajando por su cuello y al detenerme en su pecho noté como su cuerpo se estremecía por el contacto de mis dedos que viajaban despistados por ese laberinto de placer que ella marcaba con su respiración ya acelerada. Se mordió el labio y me atrajo sensualmente hacia ella para besarme con toda la pasión y todo el amor que puede ponerse en un beso. Un beso que nos daba el pistoletazo de salida a la que iba a ser la mejor noche de nuestra vida. Deslicé su pantalón besando cada rincón que iba dejando al descubierto mientras ella miraba al techo soltando ligeros gemidos que me encendían hasta límites insospechables.

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