Recuerdos

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Entre de nuevo al hospital y entonces vi algo que partió mi corazón en dos, una señora ya mayor estaba llorando desconsolada en uno de los pasillos, los que parecían ser sus nietos estaban acompañándola y los doctores (incluido el doctor Casas) estaban tratando de calmarla. Entonces lo comprendí, en esa habitación estaba el señor Montes, un anciano con cáncer de pulmón. Ya llevaba mucho tiempo en el hospital, lo veía por la vitrina que leía o veía shows de comedia, era una buena persona, pero también había sido un fumador en serie, y fue eso lo que atrajo el cáncer. Miraba a la señora Montes llorar y llorar, y también sus familiares estaban llorando ¿Es que así se sentía perder a alguien querido? Si me preguntan a mí, me tocó ver al señor Montes gritando de dolor por las noches, y en ocasiones las enfermeras decían que lloraba porque ya no era el mismo de antes, en ese caso era mejor morir... ¿No? Mi madre estaba dando vueltas en la habitación cuando llegue, iba de un lado a otro y cuando me vio entrar por fin se detuvo.

-¿Dónde estabas Diana? ¡Te estuve buscando por todos lados! ¡Sabes que no puedes hacer lo de antes!- Estoy cien por ciento segura de que se arrepintió enormemente por lo que había dicho, ella es la primera en decirme que aún puedo hacer todas las cosas que hacía antes.-Diana, Diana lo siento.

-No te preocupes mamá, yo sé que tengo que cuidarme, pero no estaba haciendo nada que pudiera dañar mi salud. Estuve en el jardín.

-¿El jardín? Pero, si odias salir de la habitación.- Mi madre se veía sorprendida, me senté a la orilla de la cama y mi madre se postró frente a mí, ahora más que molesta estaba confundida.- Es que me fastidie de estar aquí, entonces quise salir a dar un paseo, incluso, conocí a una chica. Podríamos ser amigas.

-¿En verdad? ¡Oh Diana, me da mucho gusto! Me agrada que tengas una amiga con quien charlar aquí dentro, para que no te encierres en tu mundo.

-Sí, Probablemente la vea, mañana supongo.

Mi madre se fue con una sonrisa en el rostro, no había reparado en lo importante que es para ella que yo tenga una amiga aquí dentro, los médicos dicen que estoy propensa a una depresión aguda por mi manera de ver la vida y de querer que terminen las cosas (si, supongo que piensan que me suicidaré un día de estos) Mi familia a tratado desde siempre que yo me sienta bien conmigo misma,siempre lo lograban y ahora no sé qué es lo que paso, solo sé que unas simples palabras de aliento hoy no me surten el mismo efecto que antes.

 Y eso en parte hace que me sienta peor. Mi familia prácticamente está sufriendo lo mismo que yo, no se lo merecen, pero, no sé de dónde sacar fuerzas de mi interior, ya no existen más. Por el tiempo que llevo en el hospital el cuarto blanco ya era un poco más mío, mi madre me insistió mucho para qué me trajera algunas fotos de la familia y otras tantas de mis competencias, solo traje las de mi familia, todas las de las competencias me aseguré de no volverlas a ver nunca. Esas fotografías me hacen recordar lo que fui, y al ver mi rostro lleno de fe y esperanza me siento cruelmente engañada, si pudiera retroceder el tiempo, le diría a mi yo de ese entonces: Te van a diagnosticar un maldito cáncer, y vas a morirte.

Así que la habitación enormemente blanca, solo tenía un cuadro familiar, un pequeño escritorio que utilizaba rara vez para escribir, y un montón de cartas que me han mandado mis compañeros de colegio, aunque ya no mandan más, creo que solo fue una noticia impactante cuando me diagnosticaron el cáncer, después nadie se preocupó más por mí.

Mi madre me había llevado mi laptop con conexión inalámbrica para internet, dijo que cuando me aburriera podía ver netflix y la verdad es que se lo agradezco mucho, porque es lo único que tengo ahora. Mi habitación tiene dos ventanales, la primera que da al pasillo y la otra que nunca habría que iba directo al jardín. Me acerque y abrí las persianas, no me había percatado nunca de lo bonita que es la vista desde ahí, las flores se ven con más color y el cielo más limpio. Entonces visualice a Helena, estaba escribiendo algo en un cuadernillo, sentada en el césped, volteo y me miro, sonrió.

La tarde era lenta, pero más amena que en otras ocasiones, el viento agitaba las hojas de los árboles, y por la ventana se colaba un aire refrescante, Helena ya no estaba en el jardín, aunque en parte la entiendo, no es bueno estar en un lugar mucho tiempo (lo dice la chica que siempre está encerrada en su habitación) cuando era pequeña, me encantaba brincar por todos lados, no me gustaba estar en mi pieza todo el día, y ahora..., bueno, ya saben. 

Llamaron a la puerta, y entonces, la chica del cabello rojo entro a mi habitación. 

-¡Hola!

-Hola.

-Pensé que tardaría más en encontrar tu habitación, hasta que te vi en la ventana. Tu habitación tiene mejor vista que la mía.

-Sí, algo hay de eso ¿Cómo estás?

-Pues, bien. Hoy vi al doctor Samaniego, me dijo que tenía muy altas expectativas de vida. También que en los próximos días me harán nuevos estudios para ver que puede ayudar a mejorar más rápido.- Conozco al doctor Samaniego, junto con el doctor Casas la última vez trataron de controlar un ataque que me dio.

-¡Helena! ¡Eso es estupendo! Me alegro mucho por ti, de verdad.

Ella sonrió y me abrazo, entonces sentí que su amistad era sincera, y que de verdad me alegraba que todo marchara bien en su vida, y nada me daría más gusto que ver que ella está bien. Ahora que he convivido con Helena tanto tiempo, me pude dar cuenta que en verdad es una soñadora innata, aún más que yo. Quiere ser floricultora. Que, si lo pienso bien, ese empleo le quedaría de maravilla.

Helena todos los días me visitaba, se había vuelto una costumbre, generalmente veíamos películas, debatíamos sobre algún tema y también me mostraba su blog en internet. Tiene muchos seguidores, aunque por lo que me cuenta ninguno sabe que tiene insuficiencia cardíaca, me dijo que porque era algo muy personal, y la verdad es que la entiendo, yo tampoco contaría algo así en un sitio cibernético. En comparación con Helena solo soy un pequeño alfiler, yo solo tengo una cuenta en e-mail y casi nunca la uso, pero Helena me ha demostrado que se puede vivir siendo feliz, aunque estés encerrada en cuatro paredes blancas.

Helena estaba en mi cuarto, leyendo su blog y pidiéndome opinión para redactar algo nuevo. Me sugirió que colaborara con ella en el blog, y esa tarde me encontraba elaborando una reseña de mi último libro leído. Sin embargo, Helena saco un tema de conversación que no me esperaba y que sinceramente me ponía mal.

-Nunca me has enseñado tus fotos de tus competencias de baile.

-Es que, bueno no es algo que me guste recordar, no me gusta ver lo que era antes y... en lo que me convertí ahora.

-Muy mal Diana, muy mal, esos son tus triunfos y yo demando verlas. Aunque sea una vez... ¿Si? ¡Júrame que algún día me mostraras todas esas fotos!

-Tal vez algún día veas mis fotos, no te diré cuándo. Así como puede ser pronto, puede que tarde años tal vez. ¿Quieres que te confiese algo, Helena? daría todo por volver ahí. Volver a ponerme unos patines y bailar... antes de morir.

-¿Por qué hablas de muerte?- dijo, luego me quito la computadora de las manos y me hizo mirarla, sus ojos tenían un aspecto noble y compasivo. Y entonces sentí pena, me sentí mal porque ella estaba tratando de animarme, y yo solo pensaba en la muerte, nada alentador. Pero ella no me veía con reproche, me miraba con mucha compasión y ternura.

-Sé que las cosas no van bien Helena, veo a mi madre, al doctor, a mi familia y sé que todo está mal, tal vez mi cuerpo no está respondiendo al tratamiento como debería.- un nudo en la garganta se me formo, inmediatamente pensé en la muerte, no quiero morir, tengo miedo.

No sé qué esté pensando Helena, pero su mirada es diferente a la que había percibido últimamente. Pero no me dijo nada, solo sonrió y me dio unas palmaditas en la espalda, no tenía que decir nada, sentía su apoyo incondicional muy cerca de mí, era la mejor amiga que había tenido en años, me escucha, me apoya y siempre me brinda la confianza para hablar de mis problemas, aunque ella tenga también sus propios problemas. Cuando era más pequeña tenía un concepto de amistad diferente. Y cuando conocí a mis primeras "amigas" igual, pero ahora, con el paso del tiempo, me doy cuenta que todo es distinto. Ellas no se parecen en nada a Helena, de ninguna manera.  

Mi caminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora