I. Aullidos Oscuros

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Ojos rojos, he tenido los ojos rojos desde que me volví adicto a fumar marihuana, soy un detective desempleado y sin ganas de trabajar. Vivía en un departamento, el más barato, no era lindo, había poco espacio y cocinaba en el habitación de mi vecina Rose. Comía, vivía y dormia gracias a mi amigo de la infancia Raphael, es un buen abogado, fumabamos juntos a los 16, el me mantenía mientras buscaba trabajo, pero la verdad no me interesaba encontrarlo.

El día lunes 20 de noviembre del 2016, salí a buscar trabajo otra vez, me levante al balcón a fumar, salí con mi chaqueta de color café ocre, terminando la colilla y despeinado me dirigí a distintos sitios a presentarme para ver si habían oportunidades para mi, no habían, ningún trabajo me deja tiempo para el ocio. Fui a ver a otro amigo, Derek era quien me vendía marihuana desde siempre, tenemos una gran confianza, tanto que tiene las llaves de mi casa, el estaba planeando un robo desde hace tiempo a una pasteleria, yo me negué en el momento, pero bajo estas circunstancias decidí participar, me entrego un arma, era una bobcat calibre 22 con silenciador, acepté seriamente sólo por el dinero. El robo sería la próxima semana y mañana repasaremos el plan.

No estaba preparado para lo que iba a hacer, eran las 11:50 pm, no podía conciliar el sueño, estaba el arma en el escritorio, sólo era apuntar sin disparar, su uso era únicamente para emergencias. Pensé en todos los inconvenientes que le he causado a la gente que me rodea, desde sujetarme del sueldo de Raphael para vivir hasta las molestias que le causo a mi anciana vecina, mi madre me llama todas las semanas, ella vive en España desde el año anterior a ese con su pareja, ella piensa que trabajo y tengo una vida estable, mi padre murió de cáncer pulmonar por su adicción al tabaco cuando yo tenía unos pocos años de edad, mi madre estaba destrozada y se volvió alcohólica y agresiva pero me amaba, a pesar de los golpes, me seguía y sigue amando.

Vivía mintiendole a mi madre y a Raphael, ya que me gastaba el dinero que me daba en hierba y cigarros, no servía para nada, todos estarían mejor sin mi, así que me decidí, iba a dar por terminada mi vida en ese mismo momento. Tomé el arma y la puse en mi paladar, eran las 11:55 pm, nadie lo escucharía y sería rápido, estaba completamente seguro de lo que hacía, no sentía pena ni arrepentimiento de lo que iba a hacer, me detuve un momento y escribí una carta para mi madre y a Raphael, merecían saber todo lo que he hecho. Ya terminada la puse en un mueble, devolví el arma a mi boca y presionaría el gatillo en tres... dos... -¡Toc-Toc!- golpearon la puerta desenfrenadamente.

Dejé el arma escondida y fui a ver quien era y porque golpeaba tan fuerte, era Rose, mi vecina, con su bastón y su corazón en la mano del miedo y pavor que se notaba en su sudor, la senté en una silla, le serví un vaso con agua, apesar de que por sus temblores no podía mantener el agua dentro del recipiente, le pregunté que le pasaba, pero no hubo respuesta, estaba pálida, apenas podía mover su mandibula, después de unos minutos soltó unas palabras.

-S-Señor Egan, por favor ayúdeme, ha entrado un perro rabioso a mi habitación de alguna forma y tengo miedo de que me haga daño, le suplico su ayuda, de verdad no soporto a esos animales- dijo entre balbuceos.

Tomé una tabla de madera para espantar al animal mientras me cuestionaba como podría haber llegado ahí sin que nadie se enterara, se escuchaban gruñidos dentro, moví la vieja perilla para abrir la puerta, al entrar vi a una especie de lobo sucio, grande, negro como las sombras y con ojos brillantes como rubíes, estaba casi estático, al verme se puso a aullar muy fuerte y se sintieron en el exterior miles de aullidos, sorprendido y atónito desvié mi mirada hacía los aullidos del exterior, al volver la mirada el perro en las sombras se desvaneció como humo. Quedé completamente asombrado y aterrado que dejé caer el trozo de madera, con miedo, tomé una linterna que tenía en mi llavero y alumbré donde estaba el perro pero, no había rastro del animal, como si nunca hubiese estado ahí. Se seguían escuchando aullidos afuera así que fui sudando a la calle, como si el sol estuviera abrasandome pero, con mil escalofríos en la columna, los cuales se maxificaron al verlos, me sujeté de un poste para saber si lo que veía era real, no entendía porque, ni como pero logré ver a más de mil aulladores negros con ojos rojos marchando a la luz de la luna en medio de la calle.

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⏰ Última actualización: Dec 17, 2019 ⏰

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